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Entre la ley y la justicia
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Entre la ley y la justicia

Actualizado 30/09/2022 08:26
Manuel Rodríguez Fraile

Con todo los juzgados saturados de causas de todo tipo, con este revuelo de la pendiente renovación de tribunales y el ceses de algunos jueces por agotamiento de plazos (y de la paciencia, imagino), me ha venido a la memoria una película del año 1983 dirigida por Peter Hyams[1] e interpretada por Michael Douglas, cuyo título en castellano fue Los Jueces de la ley. El argumento trataba sobre un grupo de jueces que tras verse obligados a poner en libertad a ciertos delincuentes por, creo que así se dice, formalismos legales, aun estando convencidos de su culpabilidad, quieren administrar justicia fuera del sistema y para ello contratan asesinos profesionales para que los eliminen. Uno de los jueces en un momento de discusión y para justificar sus reprobables acciones, afirmaba: Nosotros como jueces debemos impartir justicia porque esta, hace tiempo que se perdió entre los renglones de la ley. Pero el caso es que se equivocaron y dieron muerte a un inocente.

¿Ley o Justicia? ¿Aplicar la ley o administrar justicia? Difícil, muy difícil cuestión a la que deben enfrentarse todos los jueces sea cual sea el tribunal desde el que ejerza su magistratura y sin duda, en la mayoría de los casos, con la intención de aplicar la ley sin menoscabo de impartir justicia. Serio dilema para los jueces pues deben tener clara la respuesta a la pregunta ¿es preferible la aplicación de la ley aunque se puedan producir sentencias injusta o debe anteponerse la justicia aún a costa del incumplir la ley? Y para nosotros, los ciudadanos ¿Tiene el mismo significado, el mismo peso algo ‘ilegal’ que algo ‘injusto’?

Y es que, al igual que las creencias religiosas compartidas por una comunidad de creyentes, se materializan en oraciones, ritos y liturgias; de obligado cumplimiento, las conductas que colectivamente consideramos buenas o malas, justas o injustas cristalizan en leyes o decretos cuyo fin es hacer posible la convivencia y la paz social, y también de cumplimiento obligatorio para todos los colectivos incluidos.

Ya para los romanos la justicia era la voluntad de dar a cada uno lo que en derecho le corresponde, hoy la Real Academia de la Lengua añade a esto principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad. Y es aquí donde empiezan los problemas ¿qué verdad? ¿la tuya o la mía? Pues la verdad de unos se enfrenta a la de otros y los derechos de estos entrar frecuentemente en colisión con los derechos de aquellos. Para tratar de resolver estas situaciones estas los abogados, los jueces, los jurados y tribunales, porque como afirmaba el ilustrado barón de Montesquieu: Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa.

Aceptado esto, surgen más preguntas. Si un gobierno, elegido democráticamente, dicta una ley a nivel nacional sobre, digamos, impuestos o aprueba un Real Decreto en que se regulan medidas excepcionales y las competencias en Salud de las Comunidades Autónomas sobre ellas como sucedió durante la pandemia de COVID. Tal vez la decisión del Ejecutivo se relacione con el uso de una determinada lengua en la educación pública ¿es justo (legal no lo es) que las instancia autonómicas o locales, se nieguen a cumplirlas argumentado que deben primar los derechos de los ciudadanos de su región, ciudad o pueblo?

Si una persona, por falta de información, o de formación en temas financieros, firma una hipoteca abusiva con un banco ¿Es justo, aun suponiendo que sea legal, que su familia sea desalojada de la vivienda que adquirió? ¿Qué responsabilidad se le debe pedir al banco? ¿Quién debe corregir la injusticia?

Ley, justicia, jueces, abogados, derechos de las víctimas y también derechos de los delincuentes (que los tiene), todo ello debe atenerse a unas normas aceptadas por la mayoría, pero sabemos que imperfectas porque son fruto de la acción humana y por tanto con sus luces y sus sombras. El Cardenal Richelieu ya lo advirtió: Dadme dos líneas escritas a puño y letra por el hombre más honrado, y encontraré en ellas motivo para hacerlo encarcelar.

Si no estamos de acuerdo con lo que establecen las leyes que nos hemos dados habrá que cambiar las normas y los acuerdos establecidos para la convivencia social. Pero para hacerlo nos hemos dotado de procedimientos democráticos que por tanto todos debemos respetar ya que tal vez, en algún momento de nuestra vida algún jueces nos aplique una ley que no consideramos justa. Y es que me niego a aceptar las palabras pronunciadas en el siglo VI a.C. por Solón de Atenas: Las leyes son semejantes a las telas de araña; detienen a lo débil y ligero y son deshechas por lo fuerte y poderoso.

[1] Más allá de la duda (2009. también interpretada por Michael Douglas) Mas fuerte que el odio (1988 con Sean Connery) o Testigo accidental (1990 con Gene Hackman y Anne Archer)

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