Jueves, 25 de abril de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Comodines
X
Calle de la Fe s/n

Comodines

Actualizado 27/09/2022 09:31
Tomás González Blázquez

Sacarse un as de la manga puede ser visto como magia de la que deja las bocas abiertas o como corrupto engaño de los que las llenan de improperios. Es el péndulo que oscila en estos tiempos en que, como en las siete y media, o nos pasamos o nos quedamos cortos. Sobre el tapete en el que hoy jugamos ya no se estila tanto lo de poner las cartas boca arriba y a todos nos puede ocurrir que terminemos haciéndonos trampas al solitario. Nos pasa porque nos hemos acostumbrado a jugar siempre con socorridos comodines, de esos que hacen de la excusa un sucedáneo de razón.

El comodín de la excelencia, o la competitividad, o la productividad, sirve para aprisionar a miles de personas en la rueda de un falso desarrollo profesional que es más bien escalada hacia el precipicio de un fracaso disfrazado de éxito: más horas, más pluses, más compañeros pisoteados, más… Porque el vacío que provoca la avaricia nunca va de farol.

El comodín de la libertad, tan desgastada la pobre en lemas electorales y atolondradas simplificaciones, se usa para avalar decisiones que priman el deseo individual sobre la justicia en que se sostiene el bien común, y es precisamente entonces, cuando se abre de lunes a domingo y se sugieren mil opciones para gastar, cuando el aparente libre, que ha decidido aceptar ese órdago, es ya un nuevo esclavo… y perdedor.

El comodín de la igualdad se esgrime para perpetrar un supuesto ajuste de cuentas entre géneros, entre épocas, entre razas, entre orientaciones sexuales, y vuelve a ser la justicia la lesionada, porque sobre individuos concretos se hace recaer el peso de inicuas leyes que no equilibran sino que desgarran, insistiendo en la discriminación, sin que casi nadie se atreva a cantar las cuarenta a este pensamiento único.

El comodín de la seguridad por miedo al diferente, el de lo público que se confunde con lo estatal, el del progreso que nos hace retroceder, el de la democracia sin aceptación del otro, el de la tolerancia pero sin mancharse las manos, el del medio ambiente así en abstracto… Pintan bastos para muchos conceptos tratados con superficialidad y, por ello, desvirtuados.

Uno de los comodines de moda es el de la salud. Los motivos sanitarios todavía se mencionan para mantener determinadas costumbres pandémicas que, más que proteger a todos, han significado comodidad para algunos. ¡Qué mejor utilidad de un comodín! Me detengo ahora, no obstante, en motivos de salud personal. Los que nos dedicamos a intentar ayudar a los enfermos sabemos que su dolor, su duda, su soledad interior que vienen a desnudar tantas veces en la consulta del médico, son tierra sagrada de la que difícilmente se puede salir igual que se entró. Allí nunca se debe juzgar sino aconsejar y acompañar, y una tarea no menor es la de pensar en la nueva vida del paciente con su enfermedad: cómo se la condiciona, durante cuánto tiempo, qué respaldo familiar, social o laboral tiene para afrontarla.

En los últimos meses hemos presenciado tres ausencias por salud en la alta política nacional: Dolores Delgado, Adriana Lastra, Macarena Olona. En el caso de la anterior fiscal general del Estado (“¿De quién depende la Fiscalía?, ¡Pues ya está!”) en seguida ha gozado de una adaptación de puesto de trabajo batiendo el récord de España de salto de escalafón con una pértiga infinita, la que maneja el que se sabe con todos los triunfos en su mano. En el de la dirigente socialista asturiana parece darse a entender que su limitación, en el contexto de su embarazo, le impide gestionar el partido pero no demanda que ceda el acta de diputada: son más importantes las siglas que las cámaras, los militantes que los votantes, y esta pésima jugada ya la sabíamos. Por su parte, la de repentino domicilio en Salobreña no logró meter baza en las elecciones andaluzas y de momento se ha quedado sin cartas, con arrebato místico-jacobeo mediante tras esquivar un mal diagnóstico, de lo cual me alegro. La salud pasaba por allí pero las riñas internas ya estaban, porque todas estas luchas de egos en la política española son sota, caballo y rey.

Las últimas en tirar del comodín de la salud han sido quince, o dieciséis, jugadoras de fútbol que alegan alteración en su estado emocional, “y por tanto de mi salud”, con riesgo de padecer lesiones, si las vuelven a convocar para la Selección Nacional. Dicen que quieren cambios pero que no han pedido cambio de entrenador, que no les repartan naipes hasta que no modifiquen las reglas del juego. Una rotura de baraja en toda regla, apelando a la salud mental otrora escondida y estigmatizada. Me pregunto si esto no es, al contrario, banalizarla y utilizarla como arma arrojadiza. O nos quedamos cortos o nos pasamos. Porque no debiera valer para todo el comodín.

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.