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28 de septiembre, el recuerdo del Béjar alzado por la Libertad
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28 de septiembre, el recuerdo del Béjar alzado por la Libertad

Actualizado 24/09/2022 15:55
Carlos Javier Salgado Fuentes

El 28 de septiembre de 1868 marca una importante página de la historia de Béjar, impregnada en la sangre de los bejaranos “mártires de la libertad”, que posibilitaron la primera experiencia democrática en España, el “Sexenio Democrático”.

El 28 de septiembre es una fecha marcada a sangre y fuego en la historia de la ciudad de Béjar, hecho por el cual podemos encontrarnos en esta localidad con una calle denominada ‘28 de septiembre’, alusiva al día en el que la ciudad textil, unida a la revolución de 1868 (conocida como “La Gloriosa”), vivió un cruento enfrentamiento bélico entre los bejaranos alzados y el Ejército fiel a Isabel II.

No obstante, este no es el único recuerdo a estos hechos en el callejero bejarano, tomando por ejemplo la calle Libertad su nombre en memoria de los conocidos como ‘mártires de la libertad’, esto es, los bejaranos levantados frente al sistema isabelino en 1868 que demandaban unas mayores libertades en el país, entre los cuales se contaría un herrero de origen francés, Víctor Gorzo, que da nombre a otra de las calles de esta ciudad ducal.

En todo caso, los antecedentes a estos hechos los podemos encontrar en un primer conato revolucionario registrado en Béjar a finales de agosto de 1867, que evidenciaba un cierto descontento social y ánimo rebelde en la ciudad. Entonces, tras ser apresados dos vecinos conocidos por sus tendencias anti-gubernamentales, el 27 de agosto de 1867 un grupo de bejaranos asaltó el cuartel de la Guardia Civil, tomándolo y liberando a los dos apresados, huyendo hacia el monte el grupo de rebelados.

La respuesta ante tales acontecimientos no se hizo esperar por parte del Gobierno, llegando al día siguiente un grupo de 200 guardias y carabineros a Béjar, retomando el control del puesto de la Guardia Civil, saliendo gran parte de este contingente en busca de los rebeldes el 29 de agosto.

Sin embargo, los huidos mantenían en la ciudad una red de apoyo, que les avisó con toques de campana de que el cuartel se había quedado bajo mínimos, al salir el grueso de los guardias en busca de los fugados, que paralelamente retornaron al casco urbano forzando la rendición de los guardias que se encontraban apostados en su cuartel (que se encontraba en el antiguo palacio ducal) y en la iglesia de El Salvador.

De este modo, con el control de la ciudad en manos de los revolucionarios el 29 de agosto (fecha que da nombre a otra calle de Béjar), estos levantaron barricadas en las calles bejaranas para hacer frente a las tropas que se daba por seguro enviaría el Gobierno.

Y así fue, una columna de 1.500 soldados de infantería, caballería y artillería fue enviada a Béjar, si bien no llegó a haber un enfrentamiento directo entre estos y los revolucionarios, al acometerse previamente una negociación (desarrollada en Santibáñez de Béjar) mediante la cual el Gobierno pudo retomar el 30 de agosto de 1867 el control de la ciudad, concediendo a cambio el indulto a los bejaranos rebeldes, que a su vez entregaron sus armas a las fuerzas gubernamentales, beneficiándose de dicho indulto unos 150 bejaranos.

Así, estos hechos fueron el desencadenante para que se instalase en Béjar un contingente del Ejército en 1867, ya que hasta entonces correspondía a la Guardia Civil en exclusiva garantizar la seguridad y el orden en la ciudad. Sin embargo, el indulto concedido no impidió que varios revolucionarios bejaranos fuesen detenidos en los meses siguientes a los sucesos de 1867, alimentando el descontento de sectores amplios de la población bejarana respecto al Gobierno e Isabel II.

De este modo, cuando el 18 de septiembre de 1868 la flota se sublevó en Cádiz con los generales Prim, Serrano y Topete al frente, era previsible que Béjar se uniese al alzamiento. Sin embargo, el Gobierno decidió enviar a Valladolid a los soldados del regimiento de Cazadores de Llerena que tenían su cuartel en Béjar, partiendo el 22 de septiembre de la ciudad textil bajo los vítores de los bejaranos.

No obstante, tras estos vítores subyacía el anhelo de gran parte de los bejaranos de unirse al golpe de Estado contra Isabel II, de modo que, con el grueso de los militares ya fuera de la ciudad y tras reducir a los que quedaban en ella, se proclamó en la noche del propio 22 de septiembre de 1868 la Junta Revolucionaria en Béjar, que se unía al alzamiento de Prim, Topete y Serrano, y pasaba a detentar el mando de la ciudad, así como de su defensa.

Ante este alzamiento revolucionario, el choque entre los rebeldes bejaranos y el ejército isabelino era previsible e inminente, enviando el Gobierno tropas hacia Béjar desde Salamanca y Madrid, que se unirían así a los militares que habían salido de la ciudad textil, a los que en tierras abulenses les habían trasladado la orden de que retornasen a Béjar ante el devenir de los acontecimientos.

28 de septiembre, el recuerdo del Béjar alzado por la Libertad | Imagen 1Entretanto, la Junta Revolucionaria bejarana ya dirigía la ciudad y organizaba su defensa ante un ataque que se daba por hecho llegaría en cuestión de escasos días. Para este fin, los revolucionarios habían encomendado dirigir la defensa de la ciudad a José Fronsky, un trabajador con formación de ingeniero que poseía una notable experiencia militar.

Y es que Fronsky, nacido en Vilna (en la actual Lituania, si bien entonces parte del Imperio Ruso) había llegado a ser capitán del Ejército ruso, aunque curiosamente se enfrentó a este para participar en el bando polaco-lituano en el Levantamiento de Enero de 1863 frente al Imperio Ruso, lo que acabó derivando en su exilio, y tras trabajar en una fábrica de Londres acabó haciendo lo propio en Béjar desde 1866.

Asimismo, otra figura de relevancia para la defensa de la ciudad fue el herrero de origen francés Víctor Gorzo, que impulsó la idea de reforzar las defensas de la ciudad con cañones, construyendo los revolucionarios cuatro mediante la fundición de maquinaria textil (los cuales actualmente se conservan en el Museo del Ejército, en Toledo, habiendo además un conjunto escultórico con cañones en honor de la revolución de 1868 en la parte baja de la calle Libertad de Béjar).

En todo caso, ante el número de efectivos movilizados por el Gobierno se avecinaba un importante enfrentamiento, dado que las tropas reunidas por el Ejército para tomar Béjar sumaban 1.500 soldados, rechazando además la Junta Revolucionaria bejarana en la noche del 27 de septiembre la oferta gubernamental de rendirse a cambio del indulto y la entrega de armas.

Se llegó así al 28 de septiembre de 1868, con el Ejército apostándose en la zona del cementerio bejarano en torno a las nueve y media de la mañana, situado sobre un alto desde el que se podía controlar el acceso hacia los puentes Viejo y Nuevo sobre el río Cuerpo de Hombre que daban acceso al casco urbano de Béjar.

Así, el primer ataque de las fuerzas gubernamentales se dio a través del denominado Puente Nuevo, alcanzando con ciertas bajas La Alameda (actual parque de La Corredera), mientras en paralelo, otro sector del Ejército emprendía el ataque por el Puente Viejo, subiendo por la actual calle Libertad (entonces, calle del Puente).

Sin embargo, esta primera ofensiva de las tropas isabelinas, pese a hacerse en paralelo por dos vías distintas, no fue fructífera, logrando los revolucionarios bejaranos repelerla, de modo que el Ejército tuvo que recular y retirarse. No obstante, unas horas más tarde, las fuerzas gubernamentales insistieron con un segundo ataque por las actuales calles Libertad y Zúñiga Rodríguez con el objetivo de alcanzar la Puerta de la Villa de la muralla, pero aunque llegaron junto a esta, fueron repelidos por los bejaranos allí apostados.

De este modo, las fuerzas isabelinas se tuvieron que retirar nuevamente sin poder tomar la Puerta de la Villa, en torno a las cinco de la tarde, aunque en su retirada se llevaron capturados a una treintena de vecinos residentes en las casas de la zona de La Corredera y actual calle Libertad, acusándolos de ser sospechosos de intentar repeler el ataque del Ejército, que había entrado en las casas con la orden de degüello y saqueo dada por el brigadier Francisco Nanetti, derribando los tabiques que separaban las diferentes viviendas para acercarse hacia la mencionada puerta de la muralla sin exponerse al fuego enemigo en la calle.

En todo caso, los desmanes hechos por las tropas isabelinas no pasaron desapercibidos y acabaron siendo enjuiciados parte de los militares que intentaron tomar Béjar. De esta manera, en el proceso judicial se relataron hechos como la ejecución de varios vecinos de las casas tomadas, o que incluso los soldados llegasen a tirar por un balcón a un vecino, falleciendo en el acto.

28 de septiembre, el recuerdo del Béjar alzado por la Libertad | Imagen 2Pero sin duda el episodio más macabro fue el vivido en el Puente Viejo, hacia donde se dirigieron en su retirada los soldados isabelinos con los rehenes. Allí, tomaron la determinación de fusilar a los vecinos capturados, muriendo más de una docena, mientras que otros, aunque heridos, lograron sobrevivir, resultando claves para conocer posteriormente los hechos ocurridos.

De este modo, tras dejar un reguero de sangre el 28 de septiembre de 1868, las tropas gubernamentales se retiraron provisionalmente de su intento de asalto a Béjar, acampando esa noche en Vallejera de Riofrío, con la intención de poder retomar el asalto a la ciudad textil.

Sin embargo, estando en Vallejera las fuerzas isabelinas recibieron las noticias de lo ocurrido en tierras cordobesas en la batalla del puente de Alcolea (que da nombre a otra calle de Béjar), donde las fuerzas revolucionarias habían infringido una derrota decisiva a las tropas gubernamentales (que implicó la huida al exilio de Isabel II el 30 de septiembre).

Estos hechos forzaron a Nanetti y sus fuerzas a desistir de un nuevo intento de asalto a Béjar, dejando en Vallejera a una veintena de soldados que se encontraban heridos, que fueron posteriormente trasladados por vecinos en carretas a Béjar para ser atendidos en los centros sanitarios de la ciudad textil, en los que se atendió a un total de 42 personas entre soldados y civiles heridos en los sucesos del 28 de septiembre, de los que el 1 de octubre habían fallecido cinco, todos ellos civiles.

Por otro lado, una de las personas que pudo relatar lo ocurrido fue Tomasa Calzada, una mujer de 72 años que se encontraba encamada en su casa de la calle del Puente (actual calle Libertad), en la que irrumpieron los soldados isabelinos, dándola por muerta tras asestarle un tiro en la cabeza. No obstante, aunque malherida, no falleció en el acto y acabó recuperándose tras recibir atención hospitalaria, relatando la forma en que irrumpieron en las casas y el saqueo llevado a cabo por el Ejército gubernamental, llevándose todos los objetos de cierto valor que fueron encontrando en ellas.

De hecho, en la retirada de las tropas comandadas por Nanetti desde Béjar en dirección Piedrahíta, desde diversas localidades se relató que los soldados de dicha columna fueron vendiendo objetos que habían sido saqueados en Béjar, atestiguándose este hecho en localidades como Vallejera de Riofrío, Santibáñez de Béjar, Puente del Congosto o Piedrahíta.

En todo caso, pese a abrirse juicio por los sucesos de Béjar frente a los principales impulsores de la masacre, tanto Francisco Nanetti como el cabo Santiago Gallego fallecieron a inicios de 1870 antes de que se dictase sentencia el 25 de octubre de 1871 en Valladolid, mientras que los otros tres enjuiciados, el capitán Andrés Mayol, el teniente Romualdo Sanz y el guardia Matías Carrasco, fueron absueltos, saldándose el juicio sin condenados, aunque dejando los testimonios vertidos en el mismo una información importantísima de cara a conocer lo ocurrido.

Y es que los sucesos del 28 de septiembre de 1868 marcaron una página de gran relevancia en la historia de Béjar, impregnada en la sangre de los cerca de cuarenta bejaranos fallecidos por defender un cambio de régimen, los llamados “mártires de la libertad”, que posibilitaron que llegase la primera experiencia de democracia a España, el conocido como “Sexenio Democrático” o “Sexenio Revolucionario”, en el que por primera vez pudieron votar todos los varones españoles mayores de 25 años sin distinción de clases sociales o capacidad económica.

Por último, cabe destacar que de este episodio de nuestra historia aún pervive en el cementerio de Béjar la tumba colectiva que acoge los restos de 31 revolucionarios bejaranos asesinados el 28 de septiembre de 1868, que sumados a otros cuyo asesinato está documentado pero que no se hallan en dicha tumba colectiva, y a los soldados caídos en dichos combates, elevarían a más de 50 los fallecidos en Béjar en aquel sangriento 28 de septiembre en el que esta ciudad se levantó frente a Isabel II y una forma de gobierno caracterizada por la corrupción, el sufragio censitario y el turnismo.

Hoy, una placa ubicada donde se encontraba la antigua Puerta de la Villa de la muralla de Béjar, recoge los nombres de la mayoría de los revolucionarios fallecidos aquel sangriento día, con las siguientes palabras: “Mártires de la Libertad fueron quienes aquí figuran y pagaron con su vida la aspiración del pueblo español de alcanzar las luces y dejar atrás el absolutismo. Víctimas inocentes de la represión, murieron el 28 de septiembre de 1868.”