Viernes, 29 de marzo de 2024
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Balada para una despedida
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EL APUNTE DE ANA PEDRERO

Balada para una despedida

Actualizado 21/09/2022 21:46
Ana Pedrero

La estampa de los caballos toreros, el albero removido, ese ambiente distinto, festivo, del día de San Mateo, es el remate, el punto final de una feria ya vivida. Esta feria en la que regresaron a La Glorieta los abrazos y las sonrisas, el perfume de los puros, los olés rotundos, el rumor de faenas de cante grande, el sonido de los cerrojos cayendo de la puerta grande, las palmas y las broncas, los besos sin censura, el cartel de no hay billetes en la tarde de los Tres Reyes Magos, Morante Dios sobre todas las cosas y un toro Chillón que gritaba en el ruedo su bravura. Tantas cosas, el milagro del instante.

El 21 de septiembre marca de nuevo el final de ciclo, la llamada del otoño, una feria más al esportón de la memoria, esta sensación de que Salamanca sin tardes de toros, La Glorieta llena de nadie, es como un templo sin dioses, una orquesta sin instrumentos, un verso sin rima, una poesía sin alma, un cantor sin voz. Así la soledad que sobreviene.Cada 21 de septiembre es el repaso a lo vivido, esta nostalgia que empapa mis letras, este echar de menos lo que casi es presente, lo que acabamos de vivir; este adivinar el invierno, la larga espera, el silencio entre los tendidos, la luz blanca y triste de los meses del frío, el milagro de la primavera bajo las encinas, el caer de las hojas en los árboles y en el calendario.

Y así ha pasado esta feria del reencuentro con lo que somos, sin máscaras ni mascarillas, de faenas imborrables y de tardes que se lleva el viento.Este apunte de hoy rezuma a la eterna despedida, este ir y venir de mi cuna zamorana a mi otra tierra, mi otra casa de piedra dorada que tantas ausencias me guarda ya, que tantas alegrías me regala.

Ahora ya todo es noche, es silencio, y mi corazón cuenta los kilómetros del retorno, tantos septiembres ya en mi cajita de los recuerdos hermosos, los abrazos, las sonrisas de mis amigos; aquellas ferias de vino y hornazo, este devenir del tiempo que nos obliga a crecer, madurar, despertar, soñar de septiembre a septiembre.

Cuánto te quiero, Salamanca.

FOTO: MIGUEL HERNÁNDEZ