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Manipulación y miedo
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Manipulación y miedo

Actualizado 13/09/2022 09:01
Rafael Herrero

La manipulación no es algo nuevo, hace ya miles de años los manipuladores, personas con necesidad de sentirse admirados y con enormes ansias de poder, descubrieron que el miedo era un gran instrumento para esclavizar a las personas. Hablamos de personas con gran habilidad para fomentar y anticipar miedo y dolor en los demás y no precisamente a algo tangible, reduciendo así al máximo la idea que el futuro no depende de uno mismo.

En el terreno político, el miedo es el arma principal de los regímenes autoritarios o populistas. Por eso se promueven ideas enredadas acerca de la realidad que manipulan en lugar de persuadir, recurriendo a alguna aterradora amenaza que se cierne sobre todos y ante la que solo existe una solución, y es seguir y creer ciegamente en un partido político determinado. Si al miedo le añaden odio el éxito está casi asegurado. Y el demagogo puede manejar muy bien el arte del odio, cultivado en el tiempo a través de palabras, prejuicios y fomentando la violencia.

No os imagináis lo que he disfrutado de la serie ‘Vikingos’. Estos no fomentaban el miedo entre su población, ya que para ellos el miedo hace perder independencia y libertad y esclaviza al pueblo. Me gusta esta filosofía vikinga. Cuando llegaron a Normandía y les preguntaron por sus intereses y si estarían dispuestos a someterse al rey Carlos de Francia, ellos contestaron: “Venimos de Dinamarca a conquistar Francia, nunca aceptaremos servir a nadie” Los vikingos no adoraban a un jefe, este era uno más, elegido con el concepto romano de ‘el primero entre iguales’ que luchaba junto a sus guerreros en primera línea en las batallas, se discutía todo en asambleas y sus mujeres eran libres. Por aquellos años, entre 793 y 1.100, las mujeres vikingas compartían igualdad con los hombres en el sentido de divorciarse de ellos, gobernar o tener propiedades. ¡Y eran unos bárbaros!

Tenían por costumbre reunirse en un gran salón todos juntos al atardecer, después de sus quehaceres en la granja; allí comían, contaban sus hazañas y bebían hidromiel, la cerveza de ellos, con el mítico grito de skol. Los vikingos eran un pueblo ambicioso y aventurero, con ganas de salir a conquistarlo todo, con la convicción de que, si quieres algo, tienes que ir a por ello. Para ellos enfrentarse a la muerte no parecía tener demasiada importancia, pues era un honor morir en combate con el arma en la mano, ya que de ese modo accedían al Valhalla, una especie de paraíso donde bebían y comían junto a los dioses y disfrutaban de toda clase de placeres. La cerveza era la bebida preferida de los Vikingos, lo digo porque para los que somos un poco cerveceros es un dato a tener en cuenta.

Ahora no vamos a pelear con hachas, conquistar tierras y ni hacer sacrificios a Odín, pero es admirable la forma que tenían los Vikingos de afrontar ciertas cosas, como es el miedo y la muerte, es decir, no temer a la muerte y darlo todo, aunque parezca irónico, vivir. Su pensamiento después de una guerra, cuando se supone que todo está perdido, era que aquel podía ser el momento perfecto para levantarse e iniciar todo de nuevo. Así eran los Vikingos. Su estilo de vida les convirtió en guerreros y les otorgó la fuerza para crecer en un ambiente hostil, favoreciendo que vivieran aventuras con una actitud atrevida.

En la actualidad, para los manipuladores, los beneficios que ha generado el miedo a la sociedad la pandemia del Covid-19 ha propiciado la siembra de otros miedos como las consecuencias de la guerra de Ucrania, la inflación, el IPC, la subida de intereses, el desempleo, la precariedad, más pandemias … en definitiva, un futuro incierto.

No todo está perdido, tenemos un antídoto contra el miedo y la manipulación, el conocimiento. Deberíamos desconfiar de los discursos que anuncian una amenaza descomunal. No hay nada más poderoso que una persona que confía y cree en sí misma, una persona con esperanza que se cree dueña de su destino; la esperanza y el conocimiento nos hace más libres, el miedo nos hace más esclavos.

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