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La difícil lucha por los derechos del colectivo LGTBI en el África subsahariana.
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La difícil lucha por los derechos del colectivo LGTBI en el África subsahariana.

Actualizado 12/09/2022 09:57
Marcelino García

Un total de 36 estados siguen criminalizando las relaciones sexuales consentidas entre personas del mismo sexo, y algunos países han introducido recientemente leyes destinadas a agravar las penas para los comportamientos homosexuales.

Autor: Crispín Engo Mikue. Defensor de los derechos humanos.

El congreso chileno ha aprobado recientemente un histórico proyecto que permite casarse a las personas del mismo sexo, una iniciativa que se comenzó a revisar hace más de cuatro años y que es uno de los grandes anhelos del colectivo LGTBI del país. Esta iniciativa convierte a Chile en el país número 31 a nivel mundial y en el octavo de América latina en legalizar el matrimonio homosexual con todos los derechos.

¿Y cuál es la situación en África?

La historia de las identidades y las luchas de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGTBI) en África al sur del Sahara, ha sido abundantemente documentada y analizada. Sin embargo, esta historia sigue siendo marginal tanto en la academia como en el activismo que se ocupan del género y de la sexualidad, especialmente cuando tiene que ver con el VIH y el sida. En la mayor parte de África esta enfermedad está basada en la transmisión heterosexual, como afirman categóricamente los estudios realizados.

La mayoría de las sociedades africanas otorgaba tradicionalmente un alto valor al matrimonio heterosexual que aseguraba una numerosa descendencia. Las mujeres que padecen infertilidad y los hombres impotentes, usualmente tienen un nivel social muy bajo, si no desdeñable. Pero las culturas africanas también tienen maneras de explicarse y de acomodar a esos hombres y mujeres que no encajan en el ideal social; maneras que incluyen una amplia gama de posesiones de espíritus: comúnmente un ancestro hombre que habita en el cuerpo de una mujer, y viceversa. Una persona así poseída podría ofender seriamente al espíritu al tener relaciones sexuales con una persona viva del mismo sexo que el espíritu. Actualmente esta vieja idea animista está siendo alimentada por líderes religiosos, tanto cristianos, especialmente evangélicos, como islámicos. A tal efecto, las leyes homófobas fueron importadas de Europa; por ejemplo, en Sierra Leona fue el gobierno colonial británico quien criminalizó la homosexualidad y propició ataques terribles y asesinatos con la “Ley sobre las ofensas a las personas” de 1861. En África la situación de la homosexualidad depende no solo de las leyes diversas de cada país, sino también de criterios sociales, ideas religiosas y culturas étnicas, como se ilustra a continuación:

36 estados siguen criminalizando las relaciones sexuales consentidas entre personas del mismo sexo, y algunos países han introducido recientemente leyes destinadas a agravar las penas para los comportamientos homosexuales.

En muchos Estados africanos, aparte de poder ser detenidas, las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI), o las que son percibidas como tales, corren un mayor peligro de ser víctimas de otras formas de persecución. Pueden ser más vulnerables a los ataques violentos, tanto dentro como fuera del ámbito familiar, y se arriesgan a ser detenidas por conducta homosexual si denuncian un delito. También tienen muchas probabilidades de ser apartadas por miembros de sus familias y verse estigmatizadas por la sociedad en general. Veamos algunos ejemplos.

La situación de la comunidad LGTBI de Uganda es extremadamente difícil, con numerosos casos documentados de discriminación, detención arbitraria, reclusión ilegal, tortura y otros malos tratos. Ser homosexual es un delito que se castiga con cadena perpetua. Desde 2009, repetidas iniciativas parlamentarias han intentado aprobar la llamada “ley anti-homosexualidad”, que plantea endurecer las penas contra este colectivo mediante cadena perpetua para algunos casos. Algunos borradores de la ley han incluido la pena de muerte para casos de “homosexualidad agravada”.

En Ghana continúan los abusos contra los derechos humanos de personas sospechosas de haber mantenido relaciones sexuales con personas del mismo sexo. En julio de 2011, el ministro para la Región Occidental, ordenó a las fuerzas de seguridad detener a todos los gays y lesbianas que hubiera en el oeste del país, y exhortó a los propietarios e inquilinos de viviendas a denunciar a toda persona a la que considerasen sospechosa de ser homosexual.

En Nigeria no han disminuido los abusos contra los derechos humanos de personas sospechosas de mantener relaciones con personas del mismo sexo o de tener una identidad de género no convencional. El Senado ha aprobado un proyecto de ley que impondría penas de 14 años de cárcel por contraer matrimonio con personas del mismo sexo. Toda persona o grupo que sea testigo o colabore en la formalización de un matrimonio o unión entre personas del mismo sexo o que apoye a grupos, desfiles o reuniones gays, podría ser condenada a 10 años de prisión.

En Sudáfrica, los crímenes de odio contra personas en base a su orientación sexual o identidad de género real o percibida se han generalizado; las actitudes homófobas extendidas en el conjunto de la sociedad se ven reflejadas en el comportamiento de la policía y afecta a su respuesta ante las denuncias por agresiones presentadas por personas LGTBI, que habitualmente reciben mofas, respuestas despectivas o desinterés al denunciar crímenes de odio. La falta de diligencia de la policía a la hora de investigar estas denuncias crea un clima de impunidad para los perpetradores de actos de violencia contras las personas LGBTI. Es el caso de Noxolo Nogwaza, una mujer lesbiana que en 2011 fue violada y asesinada mientras volvía a casa después de salir con amigos/as. Aún no se ha investigado su muerte.

Estos son solo algunos ejemplos de las constantes vulneraciones de derechos humanos que estas personas sufren en muchos países africanos. Pese a ello, la comunidad LGBTI y los activistas de derechos humanos no se rinden. Es decir, los líderes políticos no quieren apoyar abiertamente la homosexualidad, utilizando el tema LGTBI en su estrategia de campaña para ganar las elecciones. Éstos también hacen discursos de odio avivando las demostraciones antihomosexuales, y en conjunción con los medios de comunicación diseminan mitos, estereotipos y concepciones erróneas sobre la homosexualidad. Por eso la visibilidad de estas terribles situaciones es mayor ahora que nunca. Y por ello, también, hay que seguir trabajando.

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