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Jóvenes entre jóvenes
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EL APUNTE DE ANA PEDRERO

Jóvenes entre jóvenes

Actualizado 10/09/2022 22:22
Ana Pedrero

La grada de la juventud dio color a una tarde descolorida

Cayeron los cerrojos de La Glorieta en la primera de feria con la clase, el temple y la elegancia de Mario Navas, que firmó los mejores pasajes de una tarde que dejaba poco para contar, que dejaba con ganas de más a quienes regresaban a la plaza con la ilusión del reencuentro, de una nueva feria; con las ganas de ver triunfar a los novilleros, porque ellos son el futuro.

No pudo ser. Antonio Grande se quedaba a veces chico, quizá acusando una sola novillada en la temporada, quizá porque ya debería haberse medido con los de cuatro años o quizá porque no era su tarde, sin más. A Grande le conocemos un capote de cante grande, de puerta grande, que no pudo ser, aunque lo intentó con el noble pero flojo primero, que no dejó tomar altura a su faena por su manifiesta falta de fuerzas. A Carlos Domínguez se le vio falto de ideas, resolución, rodaje y colocación. Pero sobre todo se le vio falto de esa hambre de ser novillero, de imponerse, de arrancar orejas aunque fuera a mordiscos. Porque esa hambre es la que alimenta el toreo de todos los tiempos. Probablemente la llevan en las tripas, en lo que son, porque cuando uno ve a tres jóvenes en la cara del toro, lo primero que piensa es qué tienen dentro, qué llevan en la sangre, qué les late en el corazón para elegir esa vía tan dura, tan difícil, perteneciendo a una generación perdida en la ley del mínimo esfuerzo que ni siquiera les entiende.

El devenir de la tarde fue un fifty-fifty entre novillos y novilleros. El bien presentado y aplaudido de salida encierro de Palla fue un novio guapo que sale rana, que te deja por teléfono; tuvieron algunos fijeza e incluso clase, pero sin apenas fuerzas y desrazados, no dieron mayores opciones para una tarde de triunfo. Sólo Mario Navas supo mimar y medir, extraer a base de temple, siempre colocado y con buen gusto, lo mejor de los dos de su lote.

Jóvenes en la tarde de los jóvenes, la grada de la juventud se desplazó poco a poco al Uno convirtiéndolo en un desfile de Zara, Stradivarius y Shein, de brackets, minis y deportivas, dándole color a una tarde descolorida. Un joven se calzaba un puro estilo botafumeiro con vapeo sabor a fruta entre calada y calada, formando un gazpacho oloroso que lo mismo es ya el anuncio de nuevos tiempos; los móviles ardían entre el chateo y las vanidades, los primeros flirteos, “dónde estás”, “ventepaaquí”, pero entre medias el ojo se escapaba al ruedo y se quedaba prendido al capote de Mario Navas. Porque cuando se produce el toreo puro, de verdad, ese veneno te engancha y ya no te suelta. Bendita juventud que mañana se sentará en el tendido y verán a nuevos jóvenes mostrándole tiempos nuevos.

Ese tiempo nuevo que tenían en las manos y en los ojos un niño y una niña acompañados por sus padres, asumiendo los valores del toreo, la vida y la muerte, el sacrificio, la lucha, el dolor, el miedo, la herida, la gloria. Cosas que nos muestra la misma vida cuando sumamos años. Asumiendo la libertad de ser niños en una plaza de toros, niños sin complejos en el día de los jóvenes. Ellos conjugan el mañana.

FOTO: MIGUEL HERNÁNDEZ