Jóvenes de Castilla y León plantó su semilla en 2019 gracias a un grupo de castellanoleoneses forzados a migrar a Madrid que reivindicaban oportunidades para quedarse en su tierra. El salmantino Rodrigo Guedas era uno de ellos, se acababa de mudar a la capital para doctorar, quería continuar investigando en el campo de la física y en Salamanca no encontró opción de remuneración. Tres años después, la agrupación supera el centenar de miembros, y miles de ciudadanos de Castilla y León les siguen en redes, preocupados por el futuro de una comunidad cada vez más vacía.
Rodrigo piensa que desde entonces se ha alzado aún más la voz para señalar la magnitud del problema. “Creo que grupos activistas como el nuestro lo que hacen es que los políticos hablen de estos temas e intenten poner alguna medida”. La organización está ampliándose en su paso a asociación para acoger a más personas, ser intergeneracional y plantear acciones específicas en cada provincia. Carmen Rogado forma parte de la sección de Salamanca, desde la que intentan “crear conciencia” con concentraciones, vídeos promocionales y carteles. Tras una época trabajando en Madrid para mejorar su desarrollo profesional, es una de las afortunadas que ha conseguido volver y formar una familia en Salamanca gracias al teletrabajo. “Si no, yo seguiría en Madrid”.
Creen que las medidas tienen que pasar por crear una mejor coyuntura laboral. “Salvo que quieras primar calidad de vida y tener peores condiciones de trabajo no vuelves”. Señalan la importancia de reforzar el tejido secundario y apoyar “la riqueza” del primario en la comunidad, así como dar oportunidades a los más de 20.000 estudiantes que pasan al menos nueve meses anuales en la ciudad charra y luego tienen que marcharse, sean de Salamanca o no. Lo básico, reclaman, es la descentralización de los organismos públicos y una sanidad y educación de calidad, especialmente vulnerada en los pueblos. También la conexión a Internet en todos los municipios para que, como ella, quien pueda optar al teletrabajo tenga la oportunidad de quedarse.
En febrero del año pasado se sentaron en el Senado para explicar su paquete de propuestas, aunque creen que falta “seguimiento” y a largo plazo “no ves que llegue a su término”. Aun así, seguirán trabajando para no quedar en el olvido porque el problema está “de frente, la bajada de población indica que muchos pueblos desaparecerán y mucha gente quiere volver pero no puede”. Apelan al apego y al arraigo como herramientas contra la despoblación, “porque perderlos condiciona a no volver”. En el momento de decidir dónde formar un hogar, explica Carmen, quienes ya se han ido toman un papel importante en la iniciativa. “Si el 80 por ciento de tus conocidos se han marchado, es muy difícil regresar a un sitio en el que no tienes vínculos familiares o de amistad”.