Este sábado se llevarán a cabo las exequias de quien se considera el estadista más importante de Rusia de finales del siglo XX, Mijaíl Gorbachov. Pero al acto de despedida no acudirá el líder omnipresente de la Rusia de las primeras décadas del siglo XXI, Vladímir Putin. Oficialmente y según él, no podrá acudir por agenda de trabajo. Debe ser que estará muy ocupado viendo cómo fastidia aún más a Ucrania, a Europa y al mundo, o cómo implanta en la vuelta al cole su aire dictatorial, bajo consignas de patriotismo que tendrán que impartirse en los colegios rusos. La propaganda como forma de adoctrinamiento no cesa.
El funeral tampoco tendrá categoría de Estado, otra prueba de la decisión del Kremlin de negarle a Gorbachov unos actos fúnebres con los máximos honores. El hecho de que haya presente una guardia de honor, tal y como ha apuntado el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, no significa, ni mucho menos, la consideración de honores de Estado.
Todo país que se precie tiene su protocolo de Estado, con sus peculiaridades. Pero todo funeral de Estado contempla elementos como, la presencia de las máximas autoridades del país, utilización de símbolos estatales, cubrir el ataúd con la bandera nacional, depositar sobre el mismo insignias y otros símbolos, arriar estandartes, ondeado de banderas a media asta. Durante la ceremonia, suena el himno nacional. El féretro, escoltado por una guardia de honor, es transportado en un carro de artillería del ejército. Los militares presentes en el acto lucen uniformes de gala y se disparan salvas durante la despedida. Cuando se escriben estas líneas, no sabemos cuántos o cuáles de estos elementos se darán en el funeral de Gorbachov.
La ceremonia para despedir a Gorbachov, que falleció el martes a los 91 años, se celebrará en la Sala de Columnas de la Casa de los Sindicatos de Moscú y su cuerpo será enterrado en el cementerio Novodévichy, junto a su esposa, Raisa Gorbachov. Más allá de las consideraciones del Kremlin y del actual presidente de Rusia, Vladímir Putin, quizás no sea posible un funeral de Estado, porque el Estado al que sirvió Gorbachov ya no existe, así como por lo controvertida que es la figura de Gorbachov.
La figura de Mijaíl Gorbachov es muy valorada externamente, especialmente por occidente, pero muy discutida internamente, en Rusia. Mientras que, para los primeros, y para una parte de la población rusa, es una figura histórica, un héroe en su lucha por las libertades, para otra parte significativa de los rusos, la gestión de Gorbachov al frente de la Unión Soviética fue la de un traidor, un villano, que fracasó y que llevó a la desaparición a la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) en su intento de reformas. En palabras del propio presidente actual de Rusia, la disolución de la Unión Soviética fue “la mayor tragedia geopolítica del siglo XX”. El Centro Sociológico Levada efectuó en 2020 su última encuesta a los rusos sobre la gestión de Gorbachov. Un 47% respondió que hubiera sido mejor quedarse como estaban antes de 1985, momento en el que Gorbachov llegó al poder como Secretario General del Poder Central del partido Comunista de la Unión Soviética, mientras que un 39% aprobaba su gestión.
Aún quedan muchas cosas por saberse en torno a la gestión de Gorbachov. El proceso de desintegración de la URSS no es simple ni plano, tiene muchas implicaciones. Pero lo que sí está claro es que hubo un gran líder reformista, Mijaíl Gorbachov, con voluntad de reformar la Rusia comunista. Puso en marcha un ambicioso plan de políticas aperturistas, para potenciar el desarrollo económico del país y su democratización, al estilo occidental, con directrices y programas concretados en dos palabras: “Perestroika” (reconstrucción) de la URSS, con una transición desde el sistema comunista de planificación a la economía de mercado; “Glasnost” (apertura política y transparencia). Una política reformista que traía cierta liberalización del sistema económico, transparencia informativa y apertura hacia los países del bloque occidental, con libertades para los medios de comunicación.
El objetivo de las reformas era mejorar el socialismo en la URSS y rejuvenecer el sistema soviético. Pero se truncó en el camino y, lejos de conseguirlo, causaron la caída del sistema y la disolución de la URSS, con unos efectos desastrosos tanto en lo económico como en lo social y político. ¿Por qué fracasaron las reformas? En primer lugar, fue un error pretender realizar unas reformas de ese calado de manera tan rápida e inesperadas para la población. Pero también por la precipitación y las ansias de poder de algunos, entre ellos, los sectores más conservadores del Partido Comunista, que querían frenar las reformas de Gorbachov y que urgieron un golpe de Estado en 1991. En el Comité para el Estado de Emergencia que formaron, mientras que Gorbachov estaba de vacaciones en Crimea, se encontraban miembros de su propio gobierno, una traición de las personas políticas más cercanas a él. El golpe fracasó, entre otras cosas, por la llamada a la resistencia del presidente de la República Socialista Federativa Soviética RSFS) de Rusia, Boris Yeltsin. Pero el mismo Yeltsin se revolvió luego contra Gorbachov y algunas de las repúblicas federadas declararon su independencia.
Gorbachov, un político con rostro, rasgo y actitudes humanas, que no quiso utilizar la fuerza ni el ejército, para mantener la unidad de aquel Estado que era como un imperio que se desvanecía, y responder así e imponerse al fallido intento de golpe de Estado contra él, ocurrido entre el 19 y el 21 de agosto de 1991, lo que aceleró el proceso de desintegración de la URSS. La Unión Soviética, formada inicialmente por cuatro repúblicas, luego extendida a 15 y que hundía sus raíces en la Revolución Rusa de 1917, cuando los bolcheviques, con Vladímir Lenin al frente, surgieron como la principal fuerza tras el antiguo Imperio Ruso, se desintegraba y disolvía, oficialmente, el 25 de diciembre de 1991. A pesar del fracaso, Gorbachov nos enseñó que otra Rusia es posible. Él abrió la puerta a las reformas necesarias para salvar a la URSS, pero por la misma puerta se fue su disolución. No obstante, muchas de las reformas siguieron adelante y ahí están.
Gorbachov, uno de los personajes claves del siglo XX, se va sin el reconocimiento de los suyos. Aquellos a los que quiso darles la libertad y mejorar sus condiciones, fortaleciendo al individuo ante el Estado, abriendo caminos hacia la democracia, superando una Guerra Fría que alentó durante más de cuatro décadas la confrontación, firmando el tratado de no proliferación de armas nucleares con Estados Unidos. Ese hombre que mereció y se le entregó el Premio Nobel de la Paz en 1990, nos ha dejado. Descanse en paz.
Les dejo con Loco Mia y su Gorbachov:
https://www.youtube.com/watch?v=i-7UwKUSU30
© Francisco Aguadero Fernández, 2 de septiembre de 2022
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