Miércoles, 24 de abril de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Punto de embrague
X

Punto de embrague

Actualizado 02/09/2022 10:46
Concha Torres

Mi hijo está sacándose el carnet de conducir y le cuesta encontrar el dichoso punto de embrague; ya saben, ese que permite en las cuestas arriba, soltar el freno y que el coche se quede suspendido unos segundos esperando que pisemos el acelerador; maniobra que, cuando se llevan varios años conduciendo, se automatiza y se olvida.

Pero ¿Y si el punto de embrague fuera necesario para andar por la vida, incluso sin coche? Pasada la euforia veraniega, en estos dos meses en los que los que han podido permitírselo han viajado, comido, bebido, gastado y celebrado como si no hubiera un mañana, nos aguarda una cuesta arriba bastante empinada y repleta de amenazas ciertas: suben las hipotecas, la inflación no cede, Putin está sospechosamente callado y no tendremos calefacción suficiente este invierno, por solo enumerar unas minucias. De esa cuesta arriba habría que salir dándole mucho gas al coche para dejarla atrás; pero visto que no va a ser posible, quizás encontrar el punto de embrague, pararse a pensar y regalarse a uno mismo un minuto o dos de suspensión temporal sea una buena manera de comenzar el otoño.

Tenemos una guerra a las puertas de Europa que iba a ser expeditiva y ya va para siete meses; no sabemos lo que se trama en el Kremlin, pero probablemente nada bueno. En el punto de embrague quedan dos opciones: que los invasores hagan un órdago a la grande o que los invadidos hagan lo mismo, en este último caso arrastrándonos a todos a unos fuegos artificiales a escala planetaria; de cómo decidan unos y otros salir de esa rampa va a depender nuestro futuro que, aunque nos pensemos que estamos lejos, en realidad estamos a un tiro de misil y el que aprieta el botón aún tiene el pie pisando el embrague, pero con ganas de pisar el acelerador a fondo. Ese embrague que no pisan los hosteleros, ni los promotores de cruceros, ni los que organizan macrofiestas y conciertos de músicas electrónicas varias por toda la piel de toro; toda esa gente que vive en una aceleración permanente pensando que existen las muertes repentinas (que también es verdad) y que cualquier día nos vamos al hoyo. El embrague, su punto, y la suspensión que provoca el mismo, son un mecanismo desconocido para los adeptos de Twitter (vale, yo también lo uso pero no abuso) los periodistas de diez años para acá, los políticos que aceptan planes de urbanismo salvaje y apuestan por el aeropuerto de pacotilla en vez de por un tren como Dios manda y en general, todos aquellos oficios donde la prisa es compañera de fatigas. La prisa, que es traicionera y mala amiga, les hace salir de rampas y cuestas dando gases a un coche que se les va a gripar en la siguiente cuesta. Por cierto, la única prisa aceptable en estos momentos debería ser la de parar el calentamiento despiadado de la única tierra y planeta donde nos toca vivir, y ahí parece que estamos todos con un punto de embrague bastante duradero.

El punto de embrague debe ser ese en el que está la caja de las pensiones, con el suspense (y no suspensión) de si nuestro país de viejos va a ser capaz de seguir pagándolas, sobre todo si sigue el reducido país de jóvenes viviendo tan precariamente que lo de tener un hijo se antoja mayor capricho de ricos que comprarse un Maserati, que además es de mal gusto. Las compañías eléctricas no tienen punto de embrague, lo suyo es aceleración pura y dura y cabalgan en coches automáticos. Los materiales de construcción otro tanto, aunque si apretáramos el embrague y le buscáramos el punto, habría que reflexionar sobre quién puede comprar todas esas construcciones que hay que caldear (o refrigerar a golpe de kilovatio) llenas de enchufes donde conectar un montón de aparatos eléctricos que generan unas facturas que no podemos pagar.

El mes de septiembre, aparte de ser el destinado a empezar una dieta y apuntarse al gimnasio, es un buen momento para buscar el punto de embrague, detener el frenesí, pensar con calma, no abandonarse en manos de las prisas a la primera de cambio y parar unos segundos antes de pisar el acelerador para salir de la rampa, la cuesta arriba y otras muchas dificultades que el otoño, traicionero él, nos depara. Y entiendo las dificultades de mi hijo, porque el punto de embrague es una maniobra complicada, en el coche y en la vida.

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.