Cuando alguien se presenta a una entrevista de trabajo, participa en un concurso, quiere ganar seguidores en una web, va a dar una charla o defender un proyecto, incluso cuando quiere ligar con algún chico o alguna chica, etc.…; en resumen cuando nos enfrentamos a una evaluación personal por parte de otras personas, los consejos que suenen darse son: sé auténtico, sé tú mismo… y cosas así. Pero el caso es que hacerlo precisa de un paso previo porque para ser uno mismo es preciso conocerse uno mismo, saber cómo uno es, y eso no es fácil.
Ese conocido consejo de 'Conócete a ti mismo' que está grabado en la entrada del Oráculo del templo de Apolo en la ciudad de Delfos (donde el dios dio muerte a la monstruosa serpiente Pitón, de donde viene lo de 'pitonisa' = adivina), se les atribuye a varios pensadores griegos[1], pero en realidad parece que se trata de una inscripción más antigua (aproximadamente del siglo V a.C.) y es posible que fuera enunciada por un 'pseudopadre de la psicología' ya que este conocimiento es parte importante del trabajo de estos especialistas. Pero, conocerse a sí mismo es autoconocerse y el prefijo 'auto', que nos viene del griego, debe entenderse hoy como 'hacer algo por uno mismo'.
'Auto' es un prefijo clave en esta sociedad individualista y lo colocamos delante de multitud de términos. Hay que ser autónomo y también autocrítico, hay que tener autodeterminación y autoconciencia, hay que practicar la autosuficiencia y la autoayuda, la autoaceptación, el autoaprendizaje, etc.; todo ello contribuirá a que tengamos una elevada autoestima. Y aquí empiezan los problemas ¿cuál de nuestros cambiantes y múltiples 'yos' debemos conocer?. ¿El yo deprimido tras la muerte de alguien muy querido o el que acaba de tener un fuerte fracaso amoroso, el yo al que le han ofrecido el trabajo de su vida, ese que ha superado una durísima oposición, el que ha ganado un montón de millones en el sorteo del Euromillón o aquel cuyo equipo ha logrado ganar la Liga y la Champions League? Porque no siempre somos el mismos 'yo', porque no es cierta esa recurrente afirmación de 'yo he sido así toda la vida' y, si lo fuera, sería muy triste y un claro signo de inmadurez.
Podríamos llegar a conocernos en un momento concreto de la vida, pero lo que creemos conocer de nosotros con frecuencia no coincide con lo que somos en realidad y, caso de coincidir, dejaría de hacerlo en el momento que se modificaran las circunstancias que nos rodean. Si tuviéramos que esperar a conocernos cada vez que tuviéramos que hacer algo o tomar una decisión, entraríamos en la parálisis del análisis. Por tanto el sobrevalorado 'conócete a ti mismo' no parece un buen consejo, más bien es un lastre a la hora de asumir nuestra vida, porque esta lo es, precisamente, porque está en continuo cambio.
Ahora, supongamos que es posible ese autoconocimiento y por tanto demostrar esa autenticidad que tanto nos aconsejan y que parece tan beneficiosa, la pregunta es… ¿En realidad la gente quiere conocernos como realmente somos o creemos ser? ¡No!, rotundamente no. ¿Ustedes creen que los admirados youtuber, instagramer o tictoqueros, personas públicas (voluntariamente, claro está); todos esos que cuentan con millones de seguidores, los tiene porque por ser auténticos, por exhibirse tal y como son?. Pues de nuevo no, no, no. En mi opinión lo hacen porque se creen mejores que los demás, dignos de la admiración que buscan desesperadamente, pero lo que nos muestran no es lo que son, sino lo que a nosotros nos gustaría ser, porque en realidad lo que son no nos interesa.
La autenticidad es imposible para la convivencia en una sociedad que se ha construido sobre la apariencia, la imagen, la farándula y el show bussines, que según la Academia de la Lengua Española se puede traducir por 'negocio o industria del espectáculo', y claro, en los negocios, la industria, el espectáculo (también en el político); no tiene cabida la autenticidad. Es preciso encontrar el 'disfraz' más adecuado y beneficioso para cada momento, asumiendo el riesgo, como advirtió el escritor y filósofo francés del siglo XVII, Franoçis de La Rochefoucauld: Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que al final nos disfrazamos para nosotros mismos.
Ni las naciones, ni las sociedades, ni nosotros mismos; sobrevivirían sin un cierto grado de engaño, el exceso de sinceridad es, casi siempre, una enorme dificultad, un buen ejemplo de esto podemos observarlo (con un alto grado de critica cómica) en la película protagoniza por Jim Carrey, 'Mentiroso compulsivo'.
El periodista y escritor estadounidense A.J. Jocobs lo expreso con estas palabras: El engaño es lo que hace que el mundo gire, sin mentiras se acabarían matrimonios, se despediría a los empleados, se destrozarían egos y caerían gobiernos. Ser autentico no es un buen consejo.
[1] Platón la pone en boca de Sócrates durante su discusión sobre el amor son el joven Alcibíades, en su obra La República
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.