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Un verano en Salamanca: la experiencia de 17 jóvenes portugueses del programa Erasmus+
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PROCEDENTES DE LA REGIÓN DEL OESTE

Un verano en Salamanca: la experiencia de 17 jóvenes portugueses del programa Erasmus+

Actualizado 24/08/2022 18:35
Raquel Martín-Garay

Durante tres meses realizarán prácticas, mayoritariamente, en empresas del sector hostelero. El mar y la comida, lo que más echan de menos. El calor, lo que más echan de más

Muchos salmantinos no sabrían situar la Región del Oeste en un mapa de Portugal. Aunque la propia denominación da una buena pista. No es, desde luego, una de las regiones con las que compartimos frontera.

Para un grupo de 17 jóvenes portugueses de entre 16 y 26 años tampoco fue fácil contextualizar Salamanca. “Sabía que estaba en el interior, pero poco más”, afirma uno de ellos. Aquí llegaron el 10 de julio y su estancia se prolongará hasta el 8 de octubre, un periodo durante el cual realizarán prácticas profesionales relacionadas con sus estudios, en el marco del programa europeo Erasmus+.

Para unos posmillennials nacidos en una región situada entre el mar y la sierra, entre el Atlántico y el Tajo, factor que torna sus suelos fértiles para el cultivo de los frutales que la distinguen a nivel nacional, privilegiada por hallarse, de media, a tan solo 75 km de Lisboa y por contar con un índice demográfico bastante elevado, suficientemente tranquila pero bastante poblada, ¿cómo fue saber que iban a pasar el verano en una ciudad típicamente castellana y leonesa, monumental, con muchos encantos, pero tan diferente a su tierra?

A Gonçalo Almeida (22 años), cuando su escuela le comunicó que finalmente el destino del programa al que se había apuntado sería Salamanca, rápidamente emprendió una búsqueda en Internet para hacerse una idea de cómo sería la ciudad que lo acogería durante un verano. “Solo aparecían tres fotos: la Catedral, el Puente Romano y la Plaza Mayor, y decía que tenía una población muy envejecida. Pero yo he encontrado una ciudad llena de monumentos y de gente joven de muchos países, ¡la ciudad está muy animada!”, dice un sorprendido Gonçalo.

Este grupo Erasmus+ lo conforman casi una veintena de alumnos de Formación Profesional que cursan estudios relacionados con Turismo en cuatro escuelas de la región del Oeste: Bombarral, Caldas da Rainha, Peniche y Torres Vedras. La formación profesional se articula de forma algo diferente en Portugal que en España. Estos chicos están estudiando el nivel 4, que sería más o menos equivalente a nuestro grado medio, o el nivel 5, equiparable a nuestro grado superior. Ambos niveles capacitan para el ejercicio profesional directo al término de los mismos.

Volvemos con Gonçalo Almeida, que cursa el módulo de Gestión Turística en la Escuela de Hostelería y Turismo del Oeste, situada en Caldas da Rainha, perteneciente a la red de centros oficiales de Turismo de Portugal. Natural de la localidad costera de São Martinho do Porto (Alcobaça), donde reside, está realizando prácticas en la recepción del Hotel Hospes Palacio de San Esteban, uno de los mayores cinco estrellas (51 habitaciones) de los cuatro con que cuenta la ciudad de Salamanca.

La tutora de su clase le informó que el centro disponía de cuatro plazas para realizar prácticas internacionales a través del programa Erasmus+ y no dudó en apuntarse.

¿Y qué hace Gonçalo en su día a día en el hotel? “Acompaño a los clientes, desde su llegada hasta la partida, y lo hago en cuatro idiomas”. Sergio Bruno, subdirector del Palacio de San Esteban, reconoce que el alto nivel de inglés con el que vienen los alumnos portugueses es una cualidad que los distingue.

Además de Gonçalo, en este cinco estrellas salmantino están realizando prácticas otros tres alumnos portugueses, en el servicio de restaurante y en la cocina: Marco Ferreira (21 años), Catarina Marques (17) y Mariana da Silva Reis (20).

Marco ha cursado estudios de Técnico en Turismo Ambiental y Rural. Es de Bombarrral, la misma localidad donde ha estudiado. Ya había trabajado como camarero de mesa en su tierra, el mismo servicio que presta en el Restaurante El Monje, el espacio gastronómico del Palacio de San Esteban.

En un año donde se están celebrando muchos eventos atrasados por la pandemia, Sergio Bruno reconoce que no dan abasto. Las adaptaciones del complejo a las nuevas tendencias poscovid incluyen el comedor al aire libre creado dentro del patio interior, contiguo al bonito comedor intramuros, antiguo refectorio de los frailes dominicos que habitaron este histórico edificio, un espacio con solera, de alto techo abovedado.

“El 50% de nuestros ingresos proceden del servicio de restauración y la otra mitad del alojamiento”, comenta para Salamanca al Día el subdirector. Hasta ese punto es relevante para el establecimiento la comida que se prepara en la cocina a las órdenes del chef Agustín Rodríguez.

El día que visitamos el Palacio de San Esteban tienen el comedor interior preparado para la llegada de un numeroso grupo procedente de Portugal. Sin embargo, ninguno o casi ninguno serán portugueses. Son turistas anglosajones o centroeuropeos de viaje por el norte del país, que realizan el crucero fluvial de lujo por el Duero que les ofrece Douro Azul.

El más conocido turoperador de cruceros fluviales en el Duero portugués, propiedad del empresario Mário Ferreira, hace años que mantiene convenios con los cinco estrellas salmantinos, donde recalan sus pasajeros después de atracar en el muelle de Barca de Alva y realizar en autobús los 120 kilómetros que separan la frontera por Arribes de la capital, trayecto para el que emplean cerca de una hora y tres cuartos.

Aproximadamente el 60% de los huéspedes del Palacio de San Esteban son nacionales, informa la subdirección. El resto lo conforman británicos, franceses, belgas y ciudadanos del norte de Europa. ¿Cuál es el motivo más habitual de los clientes internacionales para su estancia cinco estrellas en Salamanca? Porque es localidad de paso hacia su segunda residencia en el Algarve o el sur de España y constituye la última parada larga antes del destino. Vienen, por tanto, con mucho equipaje y permanecen varios días en el hotel, descansando y paseando por la ciudad, también aprovechando para realizar algunas compras.

Frecuentemente, viajan con los animales que forman parte de la familia, motivo acrecentado para que el Palacio de San Esteban sea un pet friendly hotel.

Algo parecido nos comenta José Luis Jiménez, el coordinador del Hotel Eurostars Las Claras, que también destaca los muchos huéspedes internacionales en tránsito que recibe este hotel cuatro estrellas, bien hacia su residencia de vacaciones, bien en viaje de largo recorrido por España o por Europa.

En el Eurostars Las Claras encontramos a una portuguesa en recepción: Rita Silva (18 años), procedente de São Mamede, en el concejo de Bombarral, donde estudia un nivel 4 de Turismo Ambiental y Rural.

Rita destaca el rodaje adquirido a través de la convivencia con el resto del equipo de trabajo como lo más positivo de estas semanas de prácticas, añadiendo, además, que “solo por la oportunidad de perfeccionar el español, la experiencia ya vale la pena”.

Su tutor en el establecimiento hotelero destaca también de ella su buen nivel de inglés como la mayor ventaja para su desenvolvimiento diario.

¿Y qué echa de menos Rita? “El mar y la comida”. ¿Y de más? “No esperaba que hiciese tanto calor”. Ambos comentarios son comunes a los cinco Erasmus portugueses con los que ha hablado este medio.

Para Tatiana Santos (18 años), lo suyo es el deporte y la animación sociocultural de base deportiva. Estudia un módulo de Educación Física en Torres Vedras. Nunca antes había estado tanto tiempo fuera de casa, solo cuando trabajó durante 20 días en un parque temático existente en Mafra. Está realizando sus prácticas en Cinco y Más, empresa salmantina de servicios socioculturales. Se encarga de los niños del campamento urbano estival que dinamiza la entidad. ¿Qué es lo que más le gusta de sus tareas diarias? Las manualidades que prepara para los niños y las salidas al parque. ¿Qué es lo que lleva peor? “Cuando tengo que regañarles, por la impotencia de no dominar la lengua”.

Aunque el contenido de las prácticas no está completamente relacionado con su especialidad, Tatiana asegura que está aprendiendo mucho y practica el pensamiento positivo: “Ahora hago lo que mi madre, que trabaja en una guardería”. Y tiene una máxima provechosa: “No sé, pero no desisto. No me gusta, pero lo hago igualmente”. Interesante. Sobre todo, para tratarse de una centennial de 18 años.

“Ella es muy responsable, le da miedo estar con los más pequeños, prefiere los mayores, porque los controla mejor”, quien habla ahora es Mercedes Sánchez, una de las tres socias de Cinco y Más, entidad privada que desde el año 1995 se dedica en Salamanca a prestar todo tipo de servicios de ocio y tiempo libre, talleres, animación, formación y entretenimiento. Mercedes asegura que para entenderse con Tatiana el idioma no es un problema, ya que comprende perfectamente las indicaciones que se le dan y es capaz de hacerse entender por los niños. “Pone buena voluntad, Tatiana es muy adaptable”, concluye Mercedes.

El programa Erasmus+ se encarga de todos los gastos de la estancia de estos alumnos: desplazamiento de ida y vuelta, alojamiento y dos comidas diarias. Además, los chicos reciben una beca de 2.000 euros para los tres meses, según nos cuentan ellos mismos.

Durante el tiempo que dura el programa no pueden regresar a Portugal, pero sí viajar por España. “Ya hemos hecho algunas excursiones a ciudades cercanas, como Madrid o Ciudad Rodrigo”, afirma Tiago Craveiro (20 años), estudiante de Pastelería, que realiza prácticas en el obrador de La Tahona Delicatessen.

Tiago procede de Póvoa de Varzim, en el norte de Portugal. Sin embargo, estudia un nivel 5 en Pastelería en la Escuela de Hostelería y Turismo de Caldas da Rainha, ya que, asegura, “la Escuela de Caldas da Rainha es la mejor del país en Pastelería”.

Ahora divide sus semanas entre el Oeste y el Norte. De lunes a viernes estudia y vive en Caldas y los fines de semana viaja a la Póvoa, “a matar saudades”.

En el obrador de La Tahona participa en todos los procesos y elaboraciones y dice llevarse bien con sus cinco compañeros de trabajo. La Tahona Delicatessen fabrica pan, pasteles y bollería fina desde hace más de 30 años y tiene un prestigio consolidado como marca salmantina. Cuenta con tres establecimientos en la ciudad, Tiago realiza prácticas en el obrador situado en la tienda de la céntrica calle Azafranal.

Ha aprendido a hacer hornazo, uno de los exlibris de la gastronomía charra. Le llama la atención la cantidad de carne que se utiliza en el obrador diariamente.

¿Diferencias entre la repostería portuguesa y la española? Aquí se pone menos azúcar. También la forma de trabajar la masa de algunas viennoiseries, como los croissants, y la existencia de algunas piezas de bollería, por cierto, especialidad de la casa, como las raquetas. “En Portugal no hay”, comenta, pero, a cambio, tienen pastel de nata. “Una pastelería portuguesa, de cualquier parte del país, es inconcebible sin pastel de nata”, apostilla Tiago.

En septiembre, los 17 tendrán unos días de descanso, que coincidirán, aproximadamente, con las Fiestas y Ferias de la ciudad.

Trabajan unas cinco o seis horas al día, en turno fijo o variable en el caso de los de la hostelería. Este periodo forma parte de las prácticas obligatorias de la formación profesional que están estudiando.

Portugal, el turismo y los idiomas

Habitualmente, los alumnos que vienen sin nociones previas de español, reciben un curso de dos semanas. Sin embargo, estos alumnos portugueses, cuya estancia se gestionó en tiempo récord, en apenas dos o tres semanas, comenzaron sus prácticas sin ningún conocimiento teórico previo del idioma. Tampoco lo habían estudiado nunca a lo largo de su sistema educativo, ni como primera ni como segunda o tercera lengua extranjera.

Una diferencia notable respecto a lo que sucedía hasta hace solo unos años, cuando era habitual que los jóvenes portugueses estudiasen español, al menos, durante un curso, en primaria o en secundaria, generalmente como segunda lengua extranjera por detrás del inglés.

“Todos los portugueses saben algo de español”, afirma Gonzalo Hierro, coordinador de Tellus Spain, la filial salmantina de Tellus Education Group, compañía británica de la que procede y con la que continúa manteniendo un nexo de unión, a pesar de trabajar autónomamente desde que Tellus Spain se transformó en sociedad limitada en 2017. Su función es encargarse de la intermediación entre las escuelas y las empresas, así como de toda la logística de los alumnos en la ciudad y monitorizar su proceso de adaptación.

Esta afirmación respecto al idioma perpetúa uno de los estereotipos que los españoles tenemos sobre Portugal, pero que no deja de tener un fondo de verdad. Los portugueses nos entienden, por tanto, ¿para qué realizar el esfuerzo de intentar comunicarnos en su idioma, incluso estando en Portugal?

La facilidad de los portugueses para el aprendizaje de idiomas es proverbial, la idiosincrasia de su lengua se presta a ello y costumbres como consumir productos audiovisuales en versión original, ayuda. Llama la atención que todos los alumnos con los que Salamanca al Día ha hablado no habían estudiado español nunca de manera formal, pero todos se defienden en castellano debido a “las series de televisión”, comentan.

“El idioma no suele ser un problema para el desempeño de las tareas dentro de las empresas, ni siquiera para los alumnos polacos, eslovenos o rumanos, solo al principio, pero luego, no”. Gonzalo Hierro asegura que estas escuelas del este de Europa son las que se adhieren al programa en mayor grado y que muchos de aquéllos jóvenes ven este periodo de prácticas como una oportunidad de quedarse a trabajar en Salamanca, expectativa que en pocas ocasiones se materializa.

Confiesa Gonzalo Hierro que, de las más de 160 empresas salmantinas que forman parte del programa Erasmus+ y con las cuales trabaja Tellus, la mayoría pertenece al sector de la hostelería. Hoteles, restaurantes, obradores de pastelería y empresas de catering ocupan la mayor parte de la oferta. También empresas de animación turística y afines. No obstante, Gonzalo Hierro destaca que tienen alumnos en empresas de todo tipo, desde talleres mecánicos, hasta carpinterías, residencias de ancianos o tiendas. Pero “lo más fácil es la hostelería”, concluye.

Gonçalo Almeida, el alumno que realiza prácticas en recepción, admite que creyó que sería destinado a un hotel de la costa andaluza o levantina, dada la abundancia de éstos en el litoral mediterráneo español. Le sorprendió que fuese una ciudad de interior y cercana a la frontera.

Pero es que Salamanca amplió enormemente el número de establecimientos hoteleros a raíz de la capitalidad cultural europea del año 2002. No solo aumentó el número, durante estas últimas dos décadas ha aumentado la calidad y la variedad del alojamiento, al mismo tiempo que la ciudad se sumergió en un proceso de excelencia turística, por el que se han puesto al servicio del público local y visitante muchos monumentos cuya historia, función y presencia antes pasaban desapercibidos, siendo ahora visitables.

Del mismo modo, Portugal se halla inmerso en un boom turístico cuyo final no se vislumbra. “Portugal tiene un potencial y un desarrollo enorme, es valorado por muchos inversores extranjeros”, opina Sergio Bruno, buen conocedor del ámbito hotelero, que cree que estos alumnos no tendrán ningún problema para conseguir empleo en su región, siempre que quieran seguir esta opción.

Este romano, cuya familia política posee raíces salmantinas, cambió una carrera de altura en un exclusivo hotel de Venecia por la conciliación entre las aspiraciones personales, profesionales y familiares que le permite una ciudad como Salamanca, donde “llego a pie al hotel cada día, trabajo en pleno centro histórico monumental y mi familia tiene calidad de vida en una ciudad muy cómoda”.

El proceso de desarrollo turístico realizado por Portugal ha sido objeto de varios premios internacionales recabados en los últimos años. Varias veces ha vencido en los World Travel Awards (WTA). También el método de los centros académicos de la entidad Turismo de Portugal ha sido reconocido por la Organización Mundial del Turismo (OMT).

Las escuelas oficiales de Turismo de Portugal

A través de una red de 12 escuelas repartidas por la geografía lusa, Turismo de Portugal (TP) forma unos 3.000 alumnos al año, según la entidad, con un método académico denominado Tourism Training Talent (TTT), reconocido por la OMT con el premio a la innovación en políticas públicas por su enfoque en el talento, en la potenciación de soft skills (las habilidades sociales aplicables al ámbito laboral) y en la internacionalización. También destaca la formación en humanidades y en comunicación, como abordaje novedoso para conformar las capacidades de los nuevos profesionales del turismo.

Turismo de Portugal asegura que la tasa de empleabilidad es del 90% al término de los seis meses posteriores a la finalización de estudios, aunque la mayoría encuentra su primer empleo en menos de tres meses.

Las Escuelas de Hostelería y Turismo de TP son las de Viana do Castelo, Porto, Douro-Lamego (Lamego), Coímbra, Oeste (Caldas da Rainha), Portalegre, Lisboa, Estoril, Setúbal, Portimão, Algarve (Faro) y Vila Real de Santo António.

Región del Oeste: playas, agricultura, pesca, turismo militar y la impronta cisterciense

La zona de Portugal de donde proceden estos chicos se sitúa unos 75 km al norte de Lisboa y sus concejos se extienden entre el mar y una treintena de kilómetros tierra adentro. Los vientos atlánticos y las colinas suaves propician un suelo fértil.

Los monjes del Císter dejaron una importante huella en la zona, patente en el Monasterio de Alcobaça, pero también en los avances en técnicas agrícolas, que facultaron a la comarca para distinguirse, sobre todo, en producción de vino y en una especialidad frutícola: la Pera Rocha, la fruta que sitúa a la región en el mapa a nivel nacional.

Bombarral y Torres Vedras son particularmente vitivinícolas, con bodegas de importantes casas comerciales. Caldas da Rainha destaca por sus dulces conventuales, el termalismo y la cerámica de Bordalo Pinheiro, con fábrica, museo y tienda abiertos en la ciudad.

Este territorio del oeste fue decisivo en la estrategia militar del duque de Wellington, llevada a cabo en el marco de la tercera invasión francesa, en base a la cual fue creada toda una línea defensiva para salvaguardar la capital, Lisboa, así como los puertos que servirían para una eventual huida en caso de derrota. Esta estructura militar, aún hoy visible, es conocida como ‘Líneas de Torres’ y se extiende a lo largo de más de 85 km, entre el Atlántico y el Tajo, dividida en tres franjas. Recientemente ha sido revalorizada, convirtiendo a Torres Vedras en uno de los ejes del turismo militar en Portugal.

Peniche es un notable puerto pesquero, con una gran oferta de restaurantes especializados en pescado y marisco. Además, es un conocido destino para surfistas nacionales e internacionales junto con Nazaré, que vienen a coger las grandes olas de Baleal, Supertubos o la Praia do Norte, santuarios del surf a nivel mundial.

Lugares de baño protegidos de la ferocidad del Atlántico son São Martinho do Porto, villa de veraneo con playa en forma de concha, y Foz do Arelho, en la Lagoa de Óbidos, un lago de agua salada muy apreciado por bañistas y refugio de muchas especies de aves acuáticas.

Gastronomía portuguesa vs. Gastronomía castellana. La paradoja de la carne

¿Y que echan de menos estos chicos y chicas portugueses en su periplo por tierras charras? ¿La familia, los amigos, el novio/ la novia,…? Bueno sí, eso también, pero, por encima de todo, dos cosas: el mar y la comida. Muy especialmente la comida.

¿Cómo es posible que en la tierra de la Carne de Morucha, del Jamón de Guijuelo, de los mejores embutidos de España, estos chicos hayan pedido a sus familiares que cuando les visiten les traigan carne? Es como llevar pescado comprado en Salamanca a Peniche, a cuya lonja llega cada día pescado recién capturado.

“Aquí la comida está cocinada diferente, usáis menos especias y condimentos, en Portugal nos gusta un poco más elaborada, aquí comemos demasiados fritos”, es la respuesta general cuando se profundiza en el asunto de la comida. Eso y que la carne escasea en sus menús diarios. “Bueno, ya sabes, es que los portugueses prácticamente podemos comer una bifana para el desayuno”, afirma Tatiana, intentando suavizar un poco la paradoja de que unos portugueses provenientes del litoral echen de menos la carne y no el pescado en Salamanca. Precisamente en Salamanca, cuna de las mejores carnes de ternera, cerdo ibérico y cordero del país.

Debe ser que una cosa es la teoría y los clichés y otra la práctica y la realidad.

Una ciudad muy limpia y segura

Tatiana asegura que echa de menos la playa de la Santa Cruz y las puestas de sol frente al mar. Otros rememoran sus días playeros en Baleal.

Estos chicos y chicas han tenido la mala suerte de encontrar un verano excepcionalmente caluroso en Salamanca. Les dio la bienvenida una ola de calor el 10 de julio y, aunque después el calor aflojó un poco, se han mantenido temperaturas altísimas durante semanas. Para ellos, que vienen de una tierra donde al atardecer el ambiente se torna ventoso y fresco, donde no es raro vivir amaneceres con bruma y donde las máximas de la época estival rondan los 25ºC, depararse con el calor seco de la meseta, que ha sobrepasado los 35ºC muchas jornadas, les ha hecho sufrir un poco.

Las piscinas del Parque de la Aldehuela y los paseos al atardecer por el Parque de los Jesuitas han sido su refugio. Unas zonas verdes que a algunos como a Gonçalo y a Marco les han llamado la atención por abundantes y cuidadas. La tranquilidad con que se puede caminar por la noche es algo que comentan todos. “La ciudad está muy limpia y es muy segura”, comenta Marco. “Se ve que aquí prestan atención a los animales, nos ha llamado la atención que hay muchos terrarios para perros, por ejemplo”.

Recorrer Salamanca es uno de los alicientes de este tiempo en la capital charra. “Ya hemos conocido casi todos los monumentos importantes”, afirma Tiago, a lo que Rita añade que “la primera semana los de Tellus organizaron un tour para presentarnos los puntos fuertes de la ciudad”.

Gonzalo Hierro, de Tellus, comenta que, dentro del acompañamiento que realizan, organizaron visitas guiadas al Pozo de Nieve, al Cerro de San Vicente o al Ieronimus.

¿Y el futuro próximo?

A algunos de estos alumnos les queda solo un semestre para finalizar su módulo y elaborarán el trabajo de fin de estudios sobre esta experiencia. Al margen de eso, todos están obligados a presentar un informe sobre estas prácticas en su respectiva escuela.

A partir de ahí, ¿qué planes tienen? Rita quiere seguir formándose, piensa cursar el módulo de Gestión Turística. A Marco le gustaría estudiar Gestión y Organización de Eventos. Gonçalo tal vez visualiza un futuro como Auxiliar de Vuelo y Tatiana podría prepararse para entrar en las Fuerzas Aéreas.

En cuanto a Tiago, él lo tiene meridianamente claro: “volver a mi tierra, al norte, y trabajar en un obrador. Con el tiempo, quiero abrir mi propio negocio de pastelería, eso es lo que tengo pensado y me encantaría”.

A los salmantinos nos encantaría que Gonçalo, Marco, Rita, Tatiana, Tiago y sus otros doce compañeros se lleven una experiencia valiosa del verano que pasaron en Salamanca, con aprendizajes en múltiples campos, en lo personal y en lo profesional, y que surja con la ciudad un cierto vínculo, que les haga hablar de Salamanca allá donde vayan y a querer regresar a ella un día. Al lugar donde, ojalá, fueron felices.