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La música en la calle “aporta un poco más a la belleza de la ciudad” según el bajista Francisco Rojo
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jazz en el corrillo

La música en la calle “aporta un poco más a la belleza de la ciudad” según el bajista Francisco Rojo

Actualizado 14/08/2022 08:58

Desde la pandemia "se normalizó que los músicos salieran a tocar en la calle porque realmente no podían dar conciertos en ninguna parte"

Francisco, Iván y Antonio tocan jazz en las calles de Salamanca. Como trío musical llevan menos de una semana en activo pero su carrera musical viene de largo. Iván toca el saxo tenor y Antonio la guitarra, ambos estudian música de forma profesional en el Conservatorio. Francisco Rojo, a cargo del bajo, comenzó a aprender por su cuenta, y en su entrada a la Universidad charra formó varios grupos. En esa misma época se estrenó como músico callejero.

“Cuando estás comenzando con algún proyecto o estás consolidándolo, conseguir un concierto no es tarea fácil, entonces es una manera de ganar dinero segura y sin necesidad de que alguien te conceda un concierto”. Otra vía de acceso al panorama musical son los ‘micros abiertos’ o sesiones en vivo que organizan muchos bares de la ciudad. Ambas se conectan en su caso, los tres se conocieron en las jam session del bar Centenera y decidieron preparar un repertorio para salir a la calle y, “de paso, estudiar”.

La práctica que está adquiriendo es una de las cosas que más gusta a Francisco, “lo más gratificante es estar juntos, estar agusto y ver que cada día que tocamos sonamos mejor”. También el disfrute de los salmantinos y turistas por la música en la calle, “la gente se para, comenta, la gente baila, te echan moneditas, se está muy bien en Salamanca la verdad”. Es mucho más permisiva con este tipo de arte que otras ciudades españolas, sobre todo desde que se impusieron medidas restrictivas en los espacios cerrados por efecto de la pandemia. “Se normalizó que los músicos salieran a tocar en la calle porque realmente no podían dar conciertos en ninguna parte”.

En su opinión, la relación es recíproca, ellos también aportan al ecosistema de una urbe “un regalo adicional que no esperabas y que aporta un poco más a la belleza de la ciudad. Cuando estás viendo los monumentos o estás haciendo un recorrido por el centro y encima tienes artistas que están haciendo buena música pues es una sorpresa agradable a lo que tú esperas ver de la ciudad”. Y defiende que cualquier músico pueda salir a sonar mientras no cause molestias a los vecinos. “Es un agregado para los turistas y la gente que visita la ciudad”.

Aunque reconoce que siempre queda el miedo de que la policía les eche o amenace con multar, “no nos ha ocurrido y esperamos que no nos ocurra”. Considera que tocar en la calle está bien visto, que nadie les infravalora o cree que sean peores músicos por hacerlo. Al fin y al cabo, “los músicos en algún momento salen a la calle siempre salvo que su trayectoria sea meteórica o en su ciudad no lo permitan”. En la profesión es un trámite más para conseguir actuar y un público, “de hecho profesionales de la música, que tienen la vida solucionada en ese aspecto, se han ofrecido a salir a tocar con nosotros por el gusto de hacerlo”.

En cuanto a lo recaudado en la funda de la guitarra, asegura que los salmantinos son generosos y aprecian la calidad musical. Recuerda que en sus años como universitario, el dinero que conseguía era “un ingreso muy importante” para su vida. Ahora que tiene un trabajo diferente, lo que gana lo utiliza para “tomarse algo”, pero cree que “si te lo tomas en serio y sales todos los días probablemente puedas vivir de esto con modestia”. Él tiene claro que seguirán saliendo cada día del verano, y a largo plazo: “tengo planeado seguir tocando el resto de mi vida hasta que pueda”.