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Los unionistas que hemos visto crecer la hierba
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Los unionistas que hemos visto crecer la hierba

Actualizado 14/08/2022 10:17
Tomás González Blázquez

De alguien que “oye, siente o ve nacer o crecer la hierba” dice la Real Academia Española que tiene gran perspicacia o que es muy advertido (capaz, experto, avisado). Los más entendidos en el séptimo arte habrán pensado en el director francés Eric Rohmer y sus películas, a las que otro colega, el norteamericano Arthur Penn, llevó al guion de La noche se mueve. Fue para que el detective Harry Moseby, personaje interpretado por Gene Hackman, dijese que ver un largometraje de Rohmer equivalía a contemplar cómo se secaba la pintura, aunque el doblaje al castellano optara por esta otra forma, “como ver crecer la hierba”, que no concuerda con el significado habitual de la expresión coloquial en nuestro idioma.

Dejando a un lado sutilezas cinéfilas y el sentido figurado de la locución verbal, puede decirse que, sin haber hecho guardia presencial alrededor del sembrado en el estadio Reina Sofía, los que alentamos a Unionistas de Salamanca hemos ido empujando cada milímetro de altura del verde exigido por la Real Federación Española de Fútbol para jugar en la primera de las categorías que organiza. El esfuerzo realizado por el Ayuntamiento de Salamanca en la reforma del estadio, después de la inhibición deliberada en su momento ante la posibilidad de adquirir el Helmántico (cui prodest?), se ha visto completado ahora por la inversión de Unionistas en las instalaciones municipales. Fue rápida la consecución de los fondos necesarios (300.000 euros), a través de donaciones con gran alcance mediático a nivel nacional y, sobre todo, la palanca de los socios que hemos decidido adelantar cinco o diez años nuestro compromiso de cada verano desde el triste 2013 en que desapareció la Unión Deportiva Salamanca y se fundó este club en su homenaje. Así se ha procurado que la hierba crezca y que ya vean los ojos lo que en primavera eran sombras de descenso administrativo tras una notabilísima campaña deportiva, en la que volvió a tocarse con la punta de las botas la fase de ascenso al fútbol llamado profesional, aunque los salarios mínimos acordados por la Federación con el sindicato de futbolistas para Primera RFEF no permiten otorgar otro apellido a este tercer escalón.

Al hilo de esta empresa común por la que se ha logrado plantar el césped, “Una cosecha de todos” es el reclamo de la campaña de socios, renovaciones y nuevas altas que desde hace varias semanas se van sucediendo, después de que la asamblea aprobara las cuotas el pasado 4 de julio. Por la página web del club y por la sede de la Rúa Mayor se dejan caer los simpatizantes, que sostienen la manguera y cuidan el bien escaso del agua, como se refleja en sus carnets, a menudo repartidos por regiones y naciones muy lejos de Salamanca pero muy cerca en el calor de un sentimiento regado con constancia. Los infantiles acudirán al campo con un carnet en el que pequeñas semillas son entregadas a la tierra, en la confianza de que habrán de aprender a crecer y así lo harán: con la deportividad que exige ir a un campo de fútbol, con el entusiasmo y la curiosidad en los que nadie les iguala. Los junior, por su parte, ya son un brote que asoma, todavía tímido pero firme, fiel a sus colores, orgulloso de estar y permanecer. En el carnet de los jóvenes la hierba lo copa todo: está ahí, lista para que laterales y extremos corran la banda, para que la cal delimite las áreas y estremezca con sus límites, para tocarla y santiguarse al saltar al campo.

El carnet adulto es, al fin, dorado trigo del que busca el verano, cuando hagamos cuentas de si entró o no la pelota, de si funcionaron los fichajes o se cumplieron los objetivos. Hasta ahora así ha sido pero la gracia (y desgracia) del fútbol es que cada temporada (y casi cada domingo por la noche) se parte de cero. Para hacer granero están los silos del carnet colaborador, almacenaje imprescindible en estos tiempos de supuesto control financiero en los que la burbuja aún no se ha pinchado, las lavadoras siguen funcionando y todavía imperan viejas costumbres al más puro estilo peñista “Lo que diga Don Manuel”, que aquí en Salamanca es con ele. Finalmente, el tractor Pro se lanza a la aventura, a preparar nuevas tierras para futuras siembras y cosechas si Dios quiere, incluso a hacer cortafuegos contra las vacas flacas que nunca faltarán y contra las pérdidas de rumbo que siempre se han de evitar.

Todos mezclados, junto a los que se animen a acudir al Reina Sofía de vez en cuando, podremos ver cómo crece esa nueva hierba que olerá de una manera especial los días de partido, que entregará briznas al balón cuando se juegue bajo la lluvia, que hemos sembrado entre todos porque ad astra per aspera.

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