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"Si algún día no pudiera tocar me volvería loco...la música es mi vida y sin ella no la entiendo"
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MARIANO DÍAZ, MÚSICO AUTODIDACTA Y DULZAINERO

"Si algún día no pudiera tocar me volvería loco...la música es mi vida y sin ella no la entiendo"

Actualizado 08/08/2022 08:12
Raul Blazquez

Hoy esta a punto de soplar las velas de su 30 aniversario como profesional, haciendo de su pasión su vida, algo que comenzaba a gestarse desde los 10 años

La imagen y sobre todo los sones de Mariano Díaz son sin duda una banda sonora más que reconocida y querida por varias generaciones, tanto en la comarca de Peñaranda como en la provincia salmantina, ya que su amor por la música ha sido sin duda el gran motor vital para un profesional que sabe cómo pocos animar, arropar y ambientar las fiestas de nuestros pueblos, además de cuidar con mimo aquellos sones castellanos traídos desde el mismo origen de los tiempos.

Un hombre sencillo, de vocación temprana y que hoy allá donde va sigue dejando una huella bien definida y más que querida por todos. Pero hasta llegar aquí, el camino vital de este músico no ha sido fácil, aunque con una idea clara casi desde la cuna: la música.

“Nadie de mi familia estaba relacionado con música ni los instrumentos. La verdad es que no sé cómo me dio por ello” explica Mariano, quien viaja hasta los orígenes de lo que hoy es. “Empecé con 10 años a marear a mi padre con que quería una guitarra…finalmente, y no sin poca insistencia, accedió y me compro un laúd, que por aquel entonces utilizábamos los tres hermanos, aunque quien siguió adelante con el fui yo” asegura.

Con ese laúd, ya con 12 años, comenzaba a rondarle por la cabeza la idea de aspirar a más. Pero la economía familiar de aquel momento, como la de la mayoría, era muy humilde, por lo que tomo una dura determinación. “Las propinas que me daba mi madre cada semana me las ahorraba por completo hasta que conseguí reunir 1.000 pesetas, con las que me compre mi primera guitarra en Salamanca, instrumento con el que comencé ya más en serio en la música, dándome cuenta de que era mi verdadera vocación y pasión” explica.

Sin dejar de practicar acordes cumplía 15 años y su vida tomaba un nuevo rumbo hacia Vergara, lugar en el que estuvo trabajando 20 años, tiempo en el que pudo aprender algo más sobre la música, siempre de manera autodidacta, y apostando por nuevos retos, esta vez enfocados en el aprendizaje de la Dulzaina. “Su sonido me tenía absolutamente enamorado, por lo que no dudaba un instante en comprarme una Dulzaina castellana, algo que allí no podía desarrollar de ninguna forma, por lo que siempre que podía o volvía aquí me quedaba junto a dulzaineros escuchándolos con mucha atención para tratar de aprender. Eran tiempos en los que no había ni partituras” afirma Mariano.

“Me atrevería a decir que hoy hay muy pocos dulzaineros que aprendieran de esa forma, no había ni partituras. Iba aprendiendo a base de escuchar a los músicos y las cintas de casete de los dulzaineros. Con mucha constancia y oído pude llegar a un aprendizaje bastante amplio” añade emocionado, mientras relata como su aspiración por saber más y más sobre la música no tocaba techo con esto y, tras su vuelta a tierras charras, primero en Cantaracillo y luego a Peñaranda, adquiría un saxo alto o un acordeón, instrumento este último que le duro muy poco tiempo debido a los problemas musculares que le suponía su manejo. Nuevos sonidos, a los que sumaba un teclado con el que completaba una más que amplia variedad en conocimientos musicales, desarrollando con ellos piezas que hoy se cuentan por decenas.

“Profesionalmente llevo tocando 29 años y hago eventos por muchos sitios de la provincia, Zamora, Segovia, Ávila o alguna escapada a Madrid” explica Mariano, quien hoy continua con su esfuerzo en el aprendizaje, ensayando ocho horas diarias en un local que mantiene en Cantaracillo, algo que hace con agrado, manteniendo viva esa vocación de cuna que es toda una devoción más que obligación, algo que parece haber llegado también a las nuevas generaciones, ya que su hijo mayor también toca ya la Dulzaina, mientras que el pequeño es un apasionado del cajón, y junto a ellos actúa o simplemente disfruta.

“Lo paso fatal cuando vamos de vacaciones unos días y no toco. La próxima vez que me vaya de vacaciones me llevare instrumentos seguro porque lo paso fatal” explica sonriendo Mariano Díaz, quien además afirma que “si algún día me pasara algo y físicamente no pudiera continuar tocando acabaría conmigo...me volvería loco. La música es mi vida y sin ella no la entiendo”.