Viernes, 03 de mayo de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Tomás García Merino, vocación de voz narradora
X
Béjar y Salamanca, escenarios de novela

Tomás García Merino, vocación de voz narradora

Actualizado 06/08/2022 12:52
Charo Alonso

Una novela que se sitúa en la Salamanca de la Transición salida de la pluma de un autor bregado en el Taller de Escritura de la Biblioteca de la Casa de las Conchas, impartido por Raúl Vacas

Caminamos por una Salamanca que recorren los personajes de Tomás García Merino, autor sereno, narrador tranquilo que tan bien sabe recrear el ambiente de una ciudad habitada, calles, lugares de encuentro, pulsiones que a finales de los años setenta sacudían a la adormecida, letrada, conservadora, pausada Salamanca. Evocación de un tiempo necesario para entendernos en tiempos de mirada al pasado acre y violenta. Sin embargo, en la prosa de Tomás, la fuerza del cambio, los personajes al borde de la historia, todo lo que debía cuestionarse, eclosiona como una serpiente de fuego para dictar lo que silenciamos. Y en este verano ardiente, qué soplo de aire fresco es leer su novela, oír sus palabras sinceras y sencillas. Narrar y narrarnos, tarea de Taller, humilde reconocimiento agradecido a un lector que aprende a defender y difundir lo nuestro.

Charo Alonso: ¿Es tu primera novela? ¿Cuándo empezaste a escribir?

Tomás García Merino: ‘El año de la serpiente de fuego’ es mi segunda novela, la primera se titula ‘Un claro en el bosque’. Empecé a escribir en el año 2019. Antes había escrito algunos relatos cortos, pero los guardaba en un cajón. No terminaba de confiar en ellos. Ese año mi situación laboral cambió, por lo que empecé a tener más tiempo libre para leer y para escribir. Pero el paso definitivo me lo brindó el Taller de Escritura de la biblioteca de la Casa de las Conchas.

Ch.A.: ¿Dónde está el click, ese momento en el que dices “voy a escribir, a publicar”?

T.G.M.: Fue verme con tiempo y empecé a escribir. Luego, en el Taller, perdí el miedo viendo la acogida que tenían los relatos.

Ch.A.: ¿Cuándo sabes que ya no es un relato, que vas camino de una novela?

T.G.M.: Cuando se me va de las manos. La primera novela era una historia que me llamaba, fue ponerme y escribirla de corrido. Habla de finales de los años cuarenta acerca del hijo de un asesinado en Béjar. Plasma las historias que has oído en la infancia, aquello que no se decía abiertamente por miedo. En mi primera novela yo iba a ciegas con todo. Monté un crowdfunding, una campaña de micro-mecenazgo, la gente confío en mí y puso el dinero, la publiqué y las críticas fueron buenas, con lo cual resultó una gran experiencia.

Ch.A.: ¿No hay otra manera de llegar a la publicación, recurrir a una editorial consagrada?

T.G.M.: No te queda más remedio que buscar tu camino. Las editoriales que llamas “consagradas” reciben tal cantidad de obras que es imposible que atiendan a todo.

Ch.A.: ¿Crees que se ha “puesto de moda” empezar a escribir tardíamente y publicar?

T.G.M.: No sé si se ha puesto de moda. Pero cuando hablo con los lectores, en las feria de libros o en alguna de las presentaciones de mis novelas, muchos me confiesan que ellos también escriben, aunque no se atreven a dar el paso definitivo para publicar. Para escribir necesitas poco: papel, bolígrafo y mucha imaginación, pero para publicar el tema está más complicado. El mundo editorial parece inaccesible para un novato, sin embargo ahora existen las llamadas «editoriales de autoedición» como Círculo Rojo, que te acompañan en todo el proceso y te lo ponen más fácil.

Ch.A.: Reconoce que hay cierta reticencia cuando uno se acerca a las novelas autoeditadas…

T.G.M.: Quizás, pero tienes que saber que antes hay un criterio, un filtro, una valoración previa en la editorial. Aunque yo la valoración ya la tenía hecha, tras dejar el manuscrito a gente con criterio como José Antonio Sánchez Paso o mis compañeros de “Viernes Trece”. Si me hace una buena crítica gente en la que confío voy hacia adelante, si no, no lo hubiera hecho.

Ch.A.: ¿Se puede verdaderamente aprender a escribir en un taller?

T.G.M.: Yo creo que sí, igual que puedes escribir sin necesidad de ir a un taller de escritura. Nosotros, en el Taller de la Biblioteca de la Casa de las Conchas, que dirige Raúl Vacas, no aprendemos técnicas de escritura. En el Taller creamos «la necesidad de escribir». Estoy convencido de que el Taller constituye una red de seguridad que te permite jugar con las palabras sin miedo a precipitarte al vacío. A veces pienso que allí hacemos terapia de grupo: «Hola, mi nombre es Tomás y soy escritor». El Taller te motiva, la gente te motiva y somos muy sinceros, caen las críticas sin problemas porque para que te digan que todo es bonito ya me lo digo yo.

Ch.A.: ¿Cómo ha sido para ti la experiencia del Taller?

T.G.M.: Como ves, muy satisfactoria. Me ha permitido adentrarme en este mundo de la literatura de la mano de escritores expertos. Me ha resultado más fácil romper el hielo para dar a conocer mis relatos. Y he tenido la suerte de conocer a compañeros y compañeras con los que disfrutar de las palabras. Junto con otros ocho escritores hemos constituido una asociación: “Club Viernes 13”. Una asociación que tiene como interés principal promover y difundir la literatura en todos sus ámbitos y manifestaciones. Está siendo una aventura fascinante. Por ejemplo, nos hacemos retos mensuales con una serie de reglas y presentamos los textos de forma anónima aunque ya vamos sabiendo cómo es el estilo de cada cual. Queremos difundir la literatura de todas las formas posibles, publicar el resultado de esos retos y hacerlo poco a poco porque todos tenemos nuestras obligaciones además de este deseo de disfrutar de la literatura.

Ch.A.: Habrá gente que se apunte a un Taller para socializar o pasar el rato.

T.G.M.: Hay de todo, claro: gente a la que le gusta escribir, gente a la que le gusta la literatura, gente que quiere socializar… pero al final queda quien verdaderamente está interesado.

Ch.A.: Tu novela se sitúa en Salamanca. ¿Qué importancia tiene este espacio, que es un personaje más?

T.G.M.: Toda porque es de donde surgen las ideas. A veces me preguntan en las presentaciones si sería capaz de situar una novela en un sitio imaginario o diferente. Creo que sí lo haría.

Ch.A.: Es una historia que engancha y se lee con facilidad, te lo he agradecido mucho.

T.G.M.: Eso me dicen los lectores, que la leen enseguida. Yo era de los que no dejaba nunca un libro sin terminar, pero ahora si no me gusta, lo dejo aunque luego lo retome. Cuando me dicen que esta novela se lee sin necesidad de usar un diccionario no sé si es bueno o malo. Pero que te engancha y sigues hasta que la acabas es estupendo.

Carmen Borrego: ¿Dónde está la originalidad de tu escritura?

T.G.M.: Eso lo tenéis que decir vosotros, los lectores, puede que sea esa idea de que no necesitas el diccionario, de que es una lectura cercana. No quiero caer en localismos, quiero precisamente ser directo, contar lo que quiero… En la primera novela, situada en Béjar, claro que tenía que haberlos, pero en esta quiero respetar esa sencillez.

Ch.A.: Hay una tendencia actual a denostar los años de la Transición y tú los ves como algo heroico… ¿Qué les dirías a aquellos que no lo sienten así?

T.G.M.: Yo veo como héroes a personas que, como los personajes de mi novela, tienen la valentía, en esos momentos tan difíciles, de luchar por sus derechos y por la libertad. Eso sí lo veo como algo heroico. ¿La Transición? Pues ya llevamos muchos años viendo que no fue la mejor solución. Fue un parche que sirvió para lo que sirvió. Pero es difícil pensar que se hizo bien cuando en el año 2022, 45 años después, todavía quedan cadáveres enterrados en cunetas.

Ch.A.: ¿Qué ha sido lo mejor de este proceso de escritura? ¿El personaje que más te ha costado, el que más te ha sorprendido...?

T.G.M.: Lo mejor ha sido el proceso, en todas sus fases: desde el primer borrador hasta el diseño final, incluso la elección de la portada para mi novela ‘El año de la serpiente de fuego’, que está sorprendiendo gratamente a los lectores. La diseñadora es Esther García Ventosa y ha realizado un trabajo espectacular. Ha sido también bueno decidirme a dar el paso, conseguir ver publicada mi primera novela y recibir las opiniones de los lectores, sentir su cariño y su apoyo en primera persona ha sido un proceso maravilloso.

Ch.A.: Eres un autor muy agradecido, dime de este trío de personajes cuál es el que más te ha costado…

T.G.M.: El personaje que más me cuesta siempre es el protagonista, no porque sea difícil, sino porque como tú dices, a veces te sorprende y te lleva por caminos desconocidos. En ocasiones le hago caso, me dejo llevar de su mano y descubro nuevas historias.

Ch.A.: ¿Seguirás escribiendo con Salamanca como escenario? ¿Con los mismos personajes?

T.G.M.: Sí, seguiré escribiendo. ¿Con Salamanca como escenario?, pues seguramente. De momento estoy terminando la segunda parte de ‘Un claro en el bosque’, mi primera novela, que se desarrolla en Béjar. Los personajes de ‘El año de la serpiente de fuego’ no sé si formarán parte de otra aventura, pero seguro que cuando menos nos lo esperemos saldrán a la luz de nuevo.

Ch.A.: Juanma Comerón, Jorge García, por poner algunos ejemplos de narradores salmantinos… ¿Somos malos para apreciar lo nuestro? Porque hay narradores en Salamanca, y buenos.

T.G.M.: Somos malos para apreciar lo nuestro, sí. Cuesta mucho que lo vea la gente, la gente lo desconoce y cuando se entera, les gusta. Hay que promover lo local, no sé si es bueno favorecer lo nuestro abiertamente o no, pero lo que no se conoce no se puede apreciar, no hay un canal que nos lo muestre y es complicado romper ese techo de las personas que pueden asistir a las presentaciones. Eso sí, lo que sé es que yo disfruto escribiendo y después, disfruto oyendo las impresiones de mis lectores.

Ch.A.: Me has hecho recordar, con esta novela, aquel movimiento que protestaba contra la energía nuclear… ¡Cuántas cosas ya son historia!

T.G.M.: Hay muchas cosas que tenemos que contar, muchas historias que están ahí. Parece mentira que ahora se diga que lo nuclear es energía verde. Aquel momento tuvo mucha importancia, estábamos estrenando un tiempo diferente, aquí, en Salamanca.