, 05 de mayo de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
Belleza obstétrica
X
Calle de la Fe s/n

Belleza obstétrica

Actualizado 05/08/2022 18:22
Tomás González Blázquez

Una hora corta. Es lo que se desea tradicionalmente a las embarazadas cuando se avista la llegada del nacimiento, alrededor de esa fecha (im)probable de parto que, junto a la fecha de la última regla, son las estimadas alfa y omega de la gestación. En la Medicina, igual que en la Enfermería, no se pueden dar por hechas exactitudes que no les corresponden. Tan impropias como arrojar sobre nuestra profesión la sombra de la violencia. “Violencia obstétrica” es expresión recurrente en la opinión publicada, y desde determinados grupos en torno a un supuesto feminismo, junto a los innegables intereses de profesionales del derecho especializados en errores médicos (que obviamente existen y merecen ser juzgados), han conseguido altavoces mediáticos y políticos que, con insistencia, asocian violencia y obstetricia.

Su discurso, muy centrado en acusar a la profesión médica y tan descentrado que señala como actos violentos algunas prácticas fundamentales para disminuir la mortalidad y morbilidad puerperal y perinatal, paradójicamente ignora el grueso de la violencia obstétrica que se practica en España. A más de cuarenta mil mujeres se les interrumpe deliberadamente la vida cada año en nuestro país durante su desarrollo prenatal. Y a otros tantos varones, claro. Una interrupción sin vuelta atrás: en esto consiste matar. En el aborto, claro está, no hay sesgo de género del que acusar a los médicos y obtener indemnizaciones. Se elimina una vida humana y punto.

La inoportunamente denominada “violencia obstétrica” es también utilizada como arma arrojadiza entre diferentes corporaciones de profesionales, como las organizaciones colegiales y las sociedades científicas, y de vez en cuando alguna formación sindical. Sin embargo, existe una relación real, cotidiana, humana y sincera, entre médicos y enfermeros, entre profesionales sanitarios y pacientes, ajena a todas esas cuitas de gente notoria. ¡Y somos inmensa mayoría! Los que buscan convertir en una batalla el acto médico o enfermero, la relación de confianza que ha de nacer y crecer en una consulta, o en un paritorio, transformándolos en trinchera donde disputan la autonomía del paciente contra el fuego defensivo del profesional, deberían pensar un poco más y mejor el esfuerzo suicida en que andan enfangados.

Aunque venda mucho menos que una negligencia, o una bordería, o un reproche, o una dignidad herida, y sin negar el dolor de las madres (y padres) que los hayan sufrido, no quisiera pasar esta ocasión, con el nacimiento de mi hija pequeña tan reciente, de dar gracias por lo vivido el domingo 31 de julio en el paritorio número 2 de nuestro nuevo y confortable Hospital Universitario. “En España la ley se cumple”, como dice aquel sin predicar con el ejemplo, y allí estaba a punto de consumarse, porque no terminaba de obedecer el aparato de aire acondicionado a las órdenes de los técnicos. Nada que un abanico no pudiera remediar. La hora (realmente, unas nueve desde el principio hasta la “H”) la hicieron corta la cercanía y empatía de los profesionales sanitarios que atendían a madre e hija, en esa dualidad de asistencia que se venía produciendo durante las anteriores cuarenta y una semanas. No hay parto de la madre sin nacimiento de la hija. No hay embarazo sin crecimiento intrauterino. Dos cuerpos, dos vidas, dos personas con derechos. Cuando tal verdad se pierde de vista ya nada se puede entender.

Con cada postura que probaba la madre, se recababa el visto bueno de la hija, a través de la permanente monitorización de su frecuencia cardíaca. Cada decisión que se tomaba, se dialogaba y consensuaba con la esforzada parturienta, sin plan pero con la confianza imprescindible en los que allí estaban trabajando para ayudarlas a ambas en un momento crucial. Una lo recordará cada día de su vida y a la otra se le contará con alegría y gratitud. Cuando lo hagamos, le mencionaremos un nombre que parece elegido a propósito: Lucía, la matrona que la sostuvo entre sus manos por primera vez, y a la que siempre agradeceremos su calidez, su competencia profesional, su ternura. Belleza obstétrica.

En la fotografía, propia, el instante de cortar el cordón umbilical. La unión continúa ya por otros caminos.

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.