Como tenía tiempo, dio un delicado masaje con champú a su pelo, distribuyendo la espuma regularmente, desde su raíz a las puntas, dejándose envolver por el frescor de su aroma.
Se puso debajo del rociador eligiendo el modo lluvia, sin prisa, permitiendo al agua recorrer todos sus contornos, desde la nuca hasta las plantas de los pies, invitando al relax.
Cuando acabó, salió del vaho que nublaba la mampara, y empezó a secarse con la caricia de su toalla, enjugando las lágrimas de agua cálida que la ducha había dejado por todo su cuerpo.
Dijo a su asistente digital que conectara la música con los temas previamente elegidos y, tarareando cada una de las canciones según iban sonando, se fue extendiendo una crema por todo el cuerpo, dejando reposar otra, en ligera capa, sobre su cara, cerrando cada envase y situándolos, exactamente, en el lugar que les correspondía sin siquiera mirar, respondiendo a la mecánica diaria.
Resaltó sus rasgos dando algunos retoques a sus facciones de forma muy natural, delineador, algo de sombra, máscara de pestañas, un toque de color y brillo a los labios…
Eligió la ropa interior. Se puso un traje pantalón de verano, blanco, ligero, fluido, de tacto suave, con agradable caída, que se iba moviendo a la vez que lo hacía su cuerpo, y con la misma delicadeza.
Dio un leve cepillado a su cabello dejándolo secar al aire, pues el corte que llevaba le daba volumen.
Se envolvió en una bruma de perfume que la iba siguiendo en todas direcciones por la habitación hasta posar sus pies en los zapatos, guardó cuatro cosas en una cartera de mano a juego, de un verde más oscuro, y al coger el móvil recibió un mensaje: Ya he llegado. Ya salgo, escribió.
Dio una palmada para desconectar la música. Cerró con llave.
Al salir a la calle la estaba esperando, de pie, con la puerta abierta. Dio un beso, recibió otro, oyó Feliz aniversario, adornado con una sonrisa, Lo mismo digo, comentó con otra dibujada en su cara, y se sentó.
La puerta se cerró. Desde el asiento de la izquierda se arrancaba el motor y comenzaba a moverse el vehículo; escuchó Qué tal el día, en tono de pregunta, Liada, respondió, Y tú, A tope, le dijo. Por cierto, prosiguió, He reservado en aquel restaurante en el que cenamos la primera vez, hace hoy justo… En ese preciso instante sonó una llamada en el Bluetooth del coche. Al descolgar, una voz melosa dijo por los altavoces: “¡Hoooola amorciiitoooo!, ¿noss vemoss por fin essta nocheeee?”
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.