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La alteridad
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La alteridad

Actualizado 20/07/2022 07:55
Juan Antonio Mateos Pérez

Otro con una alteridad que constituye el contenido mismo de lo otro. Otro de una alteridad que no limita al Mismo, porque al limitar al Mismo, lo Otro no sería rigurosamente Otro: por la comunidad de la frontera, sería; en el interior del sistema, todavía el Mismo.

EMMANUEL LEVINAS

Quisiera escribir un pequeño texto sobre uno de los pensadores más importantes del siglo XX, aunque posiblemente no ha tenido mucha relevancia fuera del mundo académico: Emmanuel Levinas. Lituano de nacimiento, francés de adopción y judío de religión. Su filosofía esencial es el pensamiento como ética, su preocupación por el otro, la alteridad, atraviesa todos sus principales escritos.

Levinas discípulo de Edmund Husserl, aunque su pensamiento también bebe de la filosofía de Hegel y Heidegger. Su pensamiento es una oposición frontal al pensamiento de Hegel. Romperá también con la fenomenología de Husserl, debido a que el primado del “yo pienso”, es incompatible con la apertura ética a los otros. Será un gran conocedor de Heidegger, su pensamiento está en constante diálogo con él, radicalizando los planteamientos de éste y dándoles una nueva orientación. Esto permite responder a los interrogantes más profundos sobre la antropología, la ética y la metafísica.

La ética de Levinas quiere ser una reflexión sobre el humanismo del hombre, dándole primacía como filosofía primera. Eso significa que la metafísica se realizará en las relaciones humanas más que en las ontológicas, teológicas, estéticas, económicas o políticas, a las que es irreductible. Su ética está centrada den el ser humano, quiere ir más allá de la antropología, ya que en lugar de dedicarse a pensarse a sí mismo, el hombre debe preocuparse del prójimo, de los demás.

Para elaborar su ética, desarrolla el concepto de sustitución. Nos quiere decir que debemos sustituir al prójimo en la satisfacción de sus necesidades o en la resolución de sus problemas. Al mismo tiempo, el yo no deberá ocuparse más de sí mismo, sino de los otros. Corregirá el concepto moderno de responsabilidad, ligado a la propia libertad y a la propia conducta, al fin de hacernos responsables del prójimo. Levinas citará de forma continua la sentencia de Dostoievsky: "todos somos responsables ante todos, de todo y de todos, y yo más que todos". La responsabilidad humana es previa a la constitución del yo, en la llamada del bien que pide ser realizado.

Lo ético para Levinas es el altruismo, la búsqueda del bien ajeno, la dedicación a los demás, el cumplimiento del bien debido: la justicia. Lo humano es abrirse al prójimo hasta sustituirle en el cuidado de sí. Comentaba Levinas en una entrevista que somos responsables del otro, respondemos del otro. El otro hombre que forma parte de un conjunto que abarca todo y que me es dado como los otros objetos, como el conjunto del mundo, como el espectáculo del mundo, rompe de algún modo ese todo por su aparición como rostro. No solo del rostro, sino de una persona que en ese rostro se me aparece a la vez en su desnudez, sin medios, sin nada que le proteja, en su indigencia y, al mismo tiempo, como el lugar en el que recibo un mandato. Ese mandato Levinas lo define como la palabra de Dios en el rostro.

El pensador busca superar la separación radical entre sujeto y objeto promovida por el pensamiento cartesiano y, repensar los límites entre el yo que piensa y el contenido de lo que es pensado, llegando a la conclusión que esos límites no son tan claros como puede parecer a priori. Levinas ve una cierta continuidad entre el sujeto y el mundo, entre el yo y el contexto vital en el que está situado.

En el plano metafísico, la alteridad surge de la constatación de que existe una otredad radical, no asimilable a la lógica del Uno y de lo Mismo que ha predominado en la metafísica. Más allá de la identidad, hay una lógica de la alteridad que posibilita una comprensión del ser mucho más adecuada. Recurre a la idea de infinito, desbordando el pensamiento que lo piensa, proporcionando una alteridad entendida como Otro. Lo Otro está más allá de los límites de lo Mismo, su inconmensurabilidad es de carácter metafísico y antecede a todo relato ontológico. En esta metafísica del otro, el Yo es destituido en su posición dominante como ser transcendental y será un ser relacional que se posiciona con respecto a la alteridad.

En el plano religioso, la alteridad se manifiesta como infinitud, como totalidad, que el propio pensador lo relaciona con la dimensión religiosa, con la búsqueda de Dios en la persona que tiene fe. La idea de Dios es a la vez Dios mismo, pero en la separación, esa alternancia entre presencia y ausencia está en la base de la fe, abriendo al individuo a un nuevo modo de relacionarse con la alteridad del cosmos.

En el plano individual, la alteridad forma parte de la propia identidad, es aquello que nos particulariza y nos describe como individuos.

En el plano intersubjetivo, nos podemos abrir a la alteridad a través del lenguaje, es una llamada de que el otro siempre me interpela y yo respondo desde la realización del bien. La función comunicativa es muy importante y está relacionada la ética

En el plano ético, el otro es captado por mi como una alteridad que no poseo ni puedo poseer, esto me lleva a respetar al otro en su diferencia y especificidad. para Levinas la única relación posible y adecuada con el otro es de carácter ético, está mediada por el lenguaje y, se despliega en tres dimensiones: el absoluto respeto por la alteridad del otro, la compasión ante su sufrimiento, y la profunda defensa de su libertad. Para conseguir esa libertad, es preciso la dimensión solidaria respecto al sufrimiento del otro.

El encuentro con el otro en su alteridad propia se presenta como el acontecimiento central en la trama de la existencia de los seres humanos. En nuestra existencia, no hay un yo sin tú. En el yo del ser humano, hay muchos elementos de los otros, vestigia invisible de la alteridad de los otros. Este encuentro, más allá de ser una fuente de ilusiones y decepciones, proporciona la oportunidad por excelencia para realizarnos como seres humanos.

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