Las cuestiones relacionadas con la guerra son difíciles de tratar. Gracias, quizá, a tener poco que ver con ella. Hay muchas pequeñas guerras, pero gracias a Dios no hemos vuelto a tener una guerra importante desde la segunda guerra mundial.
Y precisamente esta guerra es la que, al terminar, y con la idea de que no se volviera a repetir algo parecido, puso en marcha el acuerdo de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), al frente del cual estaban los Estados Unidos y el resto lo formaban los países que habían formado la alianza de guerra frente a la Alemania Nazi.
Es una alianza político militar entre países de América del Norte y Europa, creada durante la llamada guerra fría. Tiene sus orígenes en el Tratado de Washington de 1949, un documento mediante el cual diez países de ambos lados del Atlántico (entre ellos, Estados Unidos, Francia, Italia y Portugal) se comprometieron a defenderse en caso de conflicto bélico en sus territorios. España no se sumó hasta el 30 de mayo de 1982, y desde entonces, se ha comprobado la efectividad del organismo en distintos enfrentamientos armados a nivel internacional.
La OTAN funciona como un enlace único entre Europa y Norteamérica, pudiendo consultar y cooperar sus países en el campo de la defensa y la seguridad, realizando juntos operaciones internacionales de gestión de las crisis.
El tiempo ha pasado y se hacía necesaria una revisión de la situación actual y proponer una nueva estrategia. Es lo que ha tenido lugar en Madrid a lo largo de la presente semana. Para la OTAN de 2022, Rusia vuelve a ser la gran "amenaza" ante la que los estados tienen que defenderse de forma colectiva, como cuando la Alianza Atlántica nació en 1949. En cuanto a China, aparece por primera vez en la estrategia de defensa común.
La Alianza Atlántica ha presentado en Madrid su nueva estrategia para los próximos diez años, en la que Rusia es definida como "la amenaza más significativa y directa para la seguridad de los aliados", mientras China es presentada por primera vez como un "desafío".
Los tres pilares estratégicos siguen siendo los mismos: disuasión y defensa, prevención y gestión de las crisis, y seguridad colectiva, pero, según los líderes de la OTAN, la invasión rusa de Ucrania ha cambiado radicalmente el entorno mundial de seguridad, dando a luz un mundo "mucho más peligroso".
En consecuencia, la Alianza Atlántica vuelve a definirse, como en sus orígenes, como un pacto de defensa entre naciones occidentales.
Se acuerda una ayuda a largo plazo para Ucrania, el refuerzo militar en Europa y la ampliación de la OTAN con la entrada de nuevos países, en concreto Finlandia y Suecia. Eso se traduce en un compromiso a largo plazo de ayuda militar y financiera a Ucrania, asociado a un reforzamiento de la OTAN en su flanco este, y un refuerzo militar estadounidense en Europa, que incluye un despliegue de destructores navales adicionales en España, en concreto en la base naval de Rota, y compromete más tropas en otros países.
Además, la Alianza se extiende, con invitación formal, a Suecia y Finlandia, para que se unan a la organización militar, que paralelamente aplaude el espíritu de colaboración mostrado por Turquía, al levantar su veto a esta ampliación.
En cuanto a China, irrumpe en la estrategia de la OTAN como un país que desafía sus "intereses, seguridad y valores", y al que acusan de alinearse con Moscú en contra de la política de puertas abiertas de la Alianza. De esa manera, la alianza militar deja claro que le preocupa la creciente influencia de Pekín en el mundo y su relación floreciente con Rusia. “China no es nuestro adversario, pero debemos estar al tanto de los graves retos que representa”, afirmó el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Madrid se felicita por el éxito de la organización del encuentro y de las nuevas conclusiones que actualizan y adaptan su estrategia para los próximos diez años.
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