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Vergüenza
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Vergüenza

Actualizado 27/06/2022 09:08
Charo Alonso

Hombres heridos, muertos, detenidos… amontonados como ya no somos capaces de amontonar a los animales. Rodeados, observados, vigilados. Una masa informe, débil, amenazadora en su desesperación, una masa detenida que se amontona como los cuerpos en el crematorio de la desdicha. Dicen que mueren los supervivientes del Holocausto, corre el reloj de la memoria, perdemos al testigo del horror… pero siguen los horrores, y se amontonan los cuerpos vivos o muertos para solaz de una policía infame y de una Europa vergonzante que aplaude el espectáculo.

Siempre he sentido más asco por los que miran una pelea que por los contrincantes. Y ahora mi repulsa es infinita hacia quienes tienen la misión innoble de vigilar nuestras fronteras, aquellas a las que se pone un puñado de funcionarios sobrepasados, desesperados en su impotencia que recorren el perímetro del privilegio mientras en el Monte Gurugú, de nombre infantil y montoneras de escombros humanos, se hacinan los desheredados de la tierra, dispuestos, de nuevo, a asaltar el castillo.

No debería haber más que repulsa y vergüenza ante esta imagen. Niños soldados, indígenas expulsados, pueblos acosados por la fuerza de las armas, guerras en tantos puntos del mundo que Ucrania no es más que una gota de la ciénaga de la ignominia ¿Qué nos queda por ver? Folletos de vacaciones en el mar donde se ahogan las pateras, metros de tela convertidos en vestidos de verano, agua en la que los niños mojan el verano, los primeros días sin clase, su alegría de cachorros empapados.

La sangre, sin embargo, moja la tierra mientras al otro lado abren a toda prisa las fosas que tapen lo que los cuerpos gritan: maltrato, indignidad… y desde nuestra atalaya, ignominia. Ignominia, asco, repulsa, grito… Más allá de la inusual belleza de Melilla, más allá del sol que la acaricia como este mar que acuna las pateras, los hombres que son sombras se esconden del horror esperando la avalancha.

No tengo ni siquiera el consuelo de las palabras para nombrar el horror. El horror con el que doblo el periódico y evito la imagen. Aquí no amontonamos así ni a los animales. Y que el silencio pese sobre la tierra en la que los poderosos han levantado un muro defendido por las fauces de la fiera. No se trata así a los hombres ni a las bestias.

Charo Alonso.

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.

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