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¿Por qué los proyectos ecológicos de Salamanca no entusiasman a casi nadie?
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¿Por qué los proyectos ecológicos de Salamanca no entusiasman a casi nadie?

Actualizado 27/06/2022 08:58
Francisco Delgado

Hay diversas causas por las que todos los proyectos, sobre todo los de los últimos años, de mejora del medio ambiente salmantino no causan apenas la menor ilusión y alegría entre la población. Empezaré por el más peculiar de las causas; mi impresión es que los promotores, el Ayuntamiento salmantino, por más que intente vender la magnificencia, utilidad, importancia del proyecto, a través de numerosa publicidad, no consigue convencer de que ese proyecto va a cambiar positivamente el ocio, el deporte, el disfrute de la naturaleza, el bienestar de los salmantinos. Y me parece intuir que los propios responsables y promotores tampoco se creen la utilidad de esos proyectos, la mayoría financiados por la Unión Europea.

Ocurre como si la idea de mejora y cuidados de la naturaleza de la ciudad del Tormes que tiene el Ayuntamiento chocara decisivamente con la idea que la mayoría de los usuarios tiene sobre mejorar, ampliar, conservar los espacios verdes. Y lo malo de este choque o diferencia no es un asunto de diferentes estéticas, gustos, prioridades, ni siquiera es un asunto de posibilidades económicas; es más bien una diferencia sobre cómo se mejora el medio ambiente que protege, crea salud y embellece la ciudad.

La esencia de esta diferencia la encontramos en prácticamente todos los últimos proyectos ya realizados o aprobados: los que integran el proyecto EDUSI TORMES+, los nuevos Huertos en sus orillas, los nuevos itinerarios ecológicos de las riberas, las obras del Cerro de San Vicente, las de peatonalización y ciclismo de la plaza del Mercado Viejo, etc. La diferencia radical es que nuestro Ayuntamiento visualiza y ejecuta esas “mejoras” a través de mucho asfalto, excesivas desbrozadoras y “limpiezas”, además de novedades arquitectónicas en medio de lo que se desea mejorar, mientras que los usuarios de costumbres y criterios ecológicos prefieren ver y sentir una naturaleza mayor, mejor cuidada, más diversa en plantas y animales, no ver las orillas del Tormes, los cerros o las plazas sacadas al tráfico, llenas de asfalto, de bancos de piedra o de arbolitos escuálidos recién plantados que no duran ni hasta las primeras lluvias.

El asunto de la mejora y ampliación de la naturaleza es más serio que un juicio estético, una belleza pasajera, un mayor presupuesto municipal. Es una cuestión de supervivencia. El catastrófico calentamiento global ya ha llegado, está encima de nuestras cabezas y el presente y el futuro inmediato dependen de las medidas que adoptemos.

Los árboles pueden ser uno de nuestros grandes salvadores; esta no es una frase poética o retórica sino una realidad ya demostrada: entre una calle con arbolado y otra, al lado, sin árboles, se juegan asuntos muy serios: como el rendimiento escolar y la capacidad de atención de sus moradores; la diferencia de grados de temperatura puede ser crucial para muchas vidas y estados de salud. Hay múltiples experiencias en numerosas ciudades europeas de ampliación y mejora de las zonas verdes. El hecho de que París, Barcelona, Londres o Amsterdam se estén convirtiendo en ciudades llenas de masas ajardinadas, zonas peatonales y carriles bicis no es una moda; es una estrategia de supervivencia. Las ciudades del tamaño de Salamanca tienen soluciones menos costosas pues el espacio para proteger es menor; lo que no quiere decir que el problema sea menos grave.

En definitiva, no se trata de llegar más “cómodamente” con el coche o la bici a la orilla del río o del huerto individual, ni se trata de poner bancos que nadie usa pues no hay un árbol al lado que proteja del peligroso sol, ni de “embellecer” el camino de subida para contemplar los restos del primer núcleo habitado salmantino, ni de tener un río en el que los niños no se puedan bañar ni durante las mortíferas olas de calor, ni de cortar viejos árboles porque impiden ver el Puente Romano a los turistas…se trata de un asunto de supervivencia: los expertos saben que a la Naturaleza no se la domestica, sino que se la respeta, se la cuida, se la ayuda en su espontáneo proceso de expansión.

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