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No puedo ser extranjero
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No puedo ser extranjero

Actualizado 26/06/2022 11:24
Manuel Rodríguez Fraile

No me llames extranjero, traemos el mismo grito, el mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras. Antes que vinieran ellos, los que dividen y matan, los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños; los que inventaron un día, esta palabra, extranjero[1].

Así cantaba Rafael Amor, argentino de nacimiento y cántabro de adopción, que falleció de un infarto a los 71 años, un lunes 23 de diciembre de 2019. Así cantaba, allá por mediados de los años 70, esa canción que se ha convertido en himno en muchos países del mundo y cuya letra, desgraciadamente, sigue estando de plena actualidad. Una canción que versionaron Alberto Cortez, Facundo Cabral o Mercedes Sosa, entre otros.

Hoy el término ‘extranjero’ lo hemos cambiado por el de ‘inmigrante’, ‘ilegal’, ‘migrante’ o ‘sin papeles’, porque lo de ‘extranjero’ queda reservado a futbolistas, jugadores de baloncesto, figuras de la canción, escritores de éxito, funcionarios de otros países o ricos que vienen a invertir o adquieren sus grandes mansiones para disfrutar sus vacaciones. Los otros son los pobres, los desposeídos, los ‘nadies’ que diría Eduardo Galeano[2]: Los nadie, los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies, los ningunos, los ninguneados, jodidos, rejodidos. Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Yo prefiero seguir utilizando ‘extranjeros’, porque todos ellos lo son ya que los otros calificativos que les damos y con los que muchos quieren asociarlos hoy están emparentados con la pobreza, la marginación, la delincuencia, y otras cuestiones similares siempre discriminatorias.

Según la Ley Orgánica 4 de 11 de enero del 2000: Se consideran extranjeros, a los efectos de la aplicación de la presente Ley, a los que carezcan de la nacionalidad española. Pero si un extranjero quiere residir en España y gozar de todos los beneficios que esto supone sólo tiene que optar por uno de los siguientes métodos. Invertir 500.000 euros o más en activos inmobiliarios, tener acciones o depósitos bancarios por 1 millón de euros o más, comprar deuda pública por 2 millones de euros o más, y por último puede también crear proyectos empresariales considerados de interés general, así no tendrá ningún problema en ‘comprar’ su permiso de residencia, su ciudadanía, su ‘visa por inversión’. Por estos sistemas, la Administración española ha concedido 45.000 visados de residencia entre 2013 y 2020.

Mientras, aproximadamente 500.000 personas se encontraban en nuestro país en ‘situación administrativa irregular’ en 2021 (un nuevo eufemismo para pobres) y el número de migrantes fallecidos o desaparecidos en la ruta hacia España en 2020 se acerca a los 2.000. A todos ellos se les niega el derecho a tener derechos. Vuelos fantasmas, devoluciones en caliente o, simplemente, mirar hacia otro lado; son los procedimientos más habituales para invisibilizarlos. Pero, lo queramos o no forman parte de nuestra sociedad y han venido para quedarse.

Dicen que nos quitan los puestos de trabajo, que saturan la Seguridad Social, que incrementan la delincuencia, etc.; acusaciones para justificar el rechazo, pero a poco que uno se tome la molestia de informarse podrá darse cuenta de se trata de calumnias infundadas, fruto del racismo y la xenofobia.

Adela Cortina, en su libro 'Aporofobia, el rechazo al pobre', escribe: Lo que molesta, primero de los inmigrantes, y luego de los refugiados, no es que sean extranjeros, sino que sean pobres. ¡Qué gran verdad!

Bueno pues no queda mucho más que decir, aunque sí mucho por hacer, así que terminaremos como empezamos, a título de homenaje a Rafael Amor:

No me llames extranjero, mírame bien a los ojos, mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo. Y verás que soy un hombre. No puedo ser extranjero.

[1] Rafael Amor, cantautor argentino. https://www.youtube.com/watch?v=QJdQhUQuHjU

[2] Periodista y escritor uruguayo. Falleció en 2015

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