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Las cuentas de la lechera
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Las cuentas de la lechera

Actualizado 18/06/2022 18:31
Francisco López Celador

Por razones de maquetación, cuando escribo estas líneas aún se desconoce el resultado final de las elecciones en Andalucía. Si hacemos caso de las últimas encuestas, todo parece indicar una victoria clara del PP. Falta por saber hasta dónde llega esa claridad. Lo que sí es cierto es que sólo caben tres escenarios posibles: mayoría absoluta de uno de los dos partidos más votados, mayoría absoluta de todo la que está a la izquierda del PP, o victoria parcial de un PP que también necesite el apoyo de algún partido. En los dos primeros casos, sabemos cuál sería la hoja de ruta de los respectivos gobiernos. Tenemos ejemplos muy recientes y nadie podrá llamarse a engaño. Para seguir siendo diferentes, en España tenemos otro problema. Para una mayoría de medios de comunicación, no existe la extrema izquierda, todo es progresismo. En contraposición, tampoco existe la derecha, todo es extrema derecha

Con un gobierno en solitario de los populares, Andalucía, por mucho que la izquierda se esfuerce en acongojar a los andaluces, continuaría la mejora emprendida por el actual y acabaría haciendo de esa Autonomía la locomotora del sur, como lo es Madrid de la suya. Toda la verborrea que niega los avances conseguidos en estos cuatro años olvida los 37 que tuvo para conseguir una sola mejora, y se dedicó a saquear las arcas oficiales para llenar los bolsillos de gente sin escrúpulos, sin moral y, lo que es más grave, sin compasión de quienes estaban esperando esas ayudas para socorrer unos hogares castigados por un inaceptable desempleo. La gente sabe que con las cosas de comer no se juega y la derecha está accediendo inexorablemente a Autonomías tradicionalmente gobernadas por la izquierda.

Si el recuento final arroja una mayoría de escaños al batiburrillo de arribistas de la izquierda, tampoco sería una novedad. Estaríamos hablando de una mala copia de lo que sucede en la Moncloa. Es decir, Sánchez tendría un testaferro en el Palacio de San Telmo, con la categoría de Presidente de la Junta. y todos los consejeros deberían ser vicepresidentes, si debe contentar a todos los partidos. A la vista de lo mal que se llevan ahora –no hay peor cuña que la de la misma madera- cada uno tiraría para su convento y la “gobernanza” que preconiza Sánchez estaría muy lejos de ser una balsa de aceite. Pretender avances con semejante panorama es pura utopía.

Ya conocemos el procedimiento que empleó Sánchez para acceder a la Moncloa. Se pasa por el arco de triunfo cualquier indicio de sensatez, prudencia y responsabilidad si con ello garantiza el poder. Lo estamos viendo a diario. No le importa poner en solfa nuestro prestigio, incluso nuestros derechos, para intentar salvar unos muebles por los que nadie da ni un euro. Así pues, que nadie espere un milagro andaluz de quienes, antes de llegar al gobierno, ya se están apuñalando por la espalda. En su ciego empeño para arañar un puñado de votos, han recurrido al pánfilo Zapatero, capaz de mentar la soga en la casa del ahorcado. Que santa Lucía conserve la vista al fenómeno que ha dirigido la campaña socialista.

Por último, si la mayoría se consigue con partidos de la derecha, hay que hacer alguna matización. Dando por sentado que el mayor número de escaños caerá en las listas del PP, Moreno Bonilla necesitaría algún voto para ser investido. Si la ayuda puede facilitarla C,s, sería una prolongación de la situación actual, algo que aprueba una mayoría de andaluces. Si esta fórmula no fuera posible, el candidato popular necesitaría el apoyo de VOX. Y aquí viene el problema. Moreno Bonilla insiste en gobernar en solitario y la Sra. Olona advierte que VOX nunca apoyará su investidura si no entra su partido en el nuevo gobierno. Para no ser menos que la izquierda, la derecha se pierde también en la lucha por los sillones. Sabemos que las aseveraciones hechas a priori por los políticos suelen tener el mismo valor que un billete de tres euros. Debían saber que, dando marcha atrás en sus exigencias, pueden solucionar una situación más o menos crítica, pero también estarán traicionando a buena parte de sus votantes.

Si el PP necesita el apoyo de VOX para gobernar en Andalucía, todo dependerá del número de escaños necesarios. Ante un número considerable, los populares deberían olvidarse de sus pretensiones. Eso sí, una vez dejadas bien marcadas las líneas rojas que no deban rebasar ambos partidos. Si los escaños necesarios son insignificantes, VOX no estaría en condiciones de exigir algo que no haya ganado en las urnas. Sus votantes no verían con buenos ojos que pusiera en peligro la estabilidad de Andalucía por un plato de lentejas, en lugar de ejercer una real oposición basada en propuestas razonables. Es más, las consecuencias de una intransigencia podrían ocasionar nuevas elecciones y, en la peor de las hipótesis, la llegada de la extrema izquierda a la Junta de Andalucía. Ante ese panorama, el andaluz desilusionado haría más responsable al partido de Abascal

A medida que se iba acercando al día 19, los partidos políticos se han multiplicado para comparecer en sitios que nunca antes habían visitado. Han montado su tenderete y, en lugar de exponer las posibles soluciones a los problemas que preocupan a sus oyentes, se han dedicado a descalificar a los oponentes, poniendo el énfasis en los que aparecen mejor colocados en las encuestas. Es cierto que muchos vaticinios son tan interesados que están condenados al fracaso, pero, casualmente, siempre suelen vencer los que encabezan las encuestas más independientes.

Lo verdaderamente curioso sucede una vez finalizado oficialmente el reparto de escaños. Hay verdaderos especialistas en dar la vuelta a su tortilla de forme que exhiba el aspecto más favorecedor. Maravillas de la política. Nadie resulta derrotado, aunque la victoria tenga un solo ganador.

En cualquier caso, lo que suceda a partir del día 19, no será fruto del sueño de una lechera; será lo que hayan decidido los andaluces.

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