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Miguel Ángel Malo y los cuentos de una vida que está aquí
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Colaborador de Salamanca al día

Miguel Ángel Malo y los cuentos de una vida que está aquí

Actualizado 17/06/2022 10:48
Charo Alonso

Presentación del libro 'Nuestra vida está aquí' de Miguel Ángel Malo, colaborador prestigioso profesor de Economía del Trabajo presenta un excelente volumen de relatos en la librería Víctor Jara

Una editorial nuestra que lleva 40 años apostando por el cuento, Castilla Ediciones, una colección magníficamente dirigida por el escritor y crítico José Ignacio García, un autor dedicado al cuento que da muestras de su constancia, de su entrega a este género solo menor en número de palabras, Miguel Ángel Malo y una librería que abre sus puertas a todas las propuestas, Víctor Jara. El resultado es un encuentro feliz en la tarde bochornosa que estalla en tormenta de palabras en esta vida nuestra tan extraña en la que los protagonistas de los relatos de Malo se esfuerzan por estar “aquí” aunque no quieran, aunque no sea su sitio o precisamente porque lo es aunque no lo sepan.

“Casi todos los cuentos de este libro tienen un hueco. Alguien que falta, alguien que ya no está o un deseo que se perdió y ya no puede otorgar sentido. Estos huecos acaban definiendo a quienes quedan y los transforman para bien o para mal”, afirma Miguel Ángel Malo, profesor de economía de la USAL, colaborador de SALAMANCA AL DÍA, prestigioso estudioso que ha vivido y trabajado en Norteamérica y Ginebra, lugares que también aparecen en su escritura. Castellano, pero de La Mancha, supo siempre de letras y relatos y su empeño constante en contar la vida ha encontrado ya en Salamanca eco en nuestro periódico, cuyas páginas en papel disfrutan, todos los meses, de un cuento inédito suyo. Mes tras mes, constancia y denuedo, tesón tenaz de un hombre tranquilo que observa la vida y la convierte en relato.

Ganador de varios galardones, partícipe en antologías de relatos autor de un libro Los trigos tan azules que nos mostró su capacidad para practicar el género narrativo menor, Miguel Ángel Malo es un absoluto defensor de este, un conocedor que se vincula con Chejov en su deseo de hacer del relato una unidad en sí mismo. Un lector voraz que, desde su enamoramiento primero por un libro de Ignacio Aldecoa, a los catorce años, supo que quería escribir cuentos.

Ante el público que ha desafiado la intensa lluvia para oírle, Miguel Ángel Malo nos recuerda que el cuento es el arte de la elipsis, porque lo más importante es lo que no se dice, por ello defiende el arte de ver lo que no está. Y lo que vemos, en esta presentación con aroma de lluvia recién caída, es un libro muy hermoso en su factura, de cielos azules con cierta retranca –imagen de una Salamanca de Nueva York que le mandaron unos colegas norteamericanos- que contiene la vida diaria desde la voz de un hombre que afirma que estudió economía para tratar de entender el mundo y escribe para sentir el mundo.

Tiene Miguel Ángel Malo un tono de voz sosegado, cercano, de una serenidad maravillosa que se contagia y que nos enamora cuando lee sus propios relatos. Una voz que acompaña, que apoya, que anima sin empujar. Una voz que deja caer hermosas frases como si no dijera nada importante y sin embargo cuánta profundidad y silencio posterior: Estudio economía para tratar de entender el mundo y escribo para sentir el mundo. Y el eco de sus palabras se mantiene no solo cuando habla, cuando lee, cuando nos cuenta de la necesidad de independizar al cuento del final sorprendente. Miguel Ángel Malo, se acerca al lector y al interlocutor con calma, con respeto y con infinita sabiduría. De ahí que sus personajes sean cercanos, tan próximos a la vida diaria, ahí donde pasa todo, como dice el autor. Una voz que deja caer la seguridad de la reflexión serena: La vida se vive hacia adelante pero se entiende hacia atrás. Por eso sus personajes son un retazo de vida que palpita entre las manos del lector, por eso sus palabras nos son necesarias. Y un hermoso silencio nos habita entre libros, dispuestos, una vez más, a disfrutar de la lectura de todo lo bueno: Miguel Ángel, paradójicamente, Malo.

Charo Alonso.

Fotografía: Carmen Borrego.