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Crisis y Guerra Fría
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Crisis y Guerra Fría

Actualizado 17/06/2022 22:52
Francisco Aguadero

Vuelve la guerra fría. La geopolítica imperante nos ha traído la guerra caliente a suelo europeo y la guerra fría al Magreb. Oficialmente, la Guerra Fría terminó con la caída del Muro de Berlín en 1989, la desintegración de la Unión Soviética y el fin de la hegemonía del Partido Comunista en Rusia, allá por los años noventa del pasado siglo. Pero el pensamiento único y el fin de la historia que preconizara Francis Fukuyama (1992) aún está lejos de ser una realidad.

La lucha de ideologías continúa en la historia. Persiste el enfrentamiento encarnizado entre Estados Unidos y Rusia por el poder, siendo el escenario más reciente la guerra desgarradora que se mantiene entre Rusia y la OTAN, enfrentadas en territorio ucraniano. Esta última como brazo armado de occidente con Estados Unidos (EE. UU.) a la cabeza. Vuelven los eslóganes que se utilizaron durante más de medio siglo por toda la urbe, con la dicotomía entre “comunismo y liberalismo”, “democracia liberal y socialismo democrático”, “autoritarismos y populismos”. Vuelve a manifestarse la polaridad de bloques y vuelve la guerra fría.

Lo que está ocurriendo en el Magreb (norte de África) representa el renacer de la guerra fría. La rivalidad y posicionamiento entre el Reino de Marruecos y la República de Argelia, se debe no solo a sus respectivas visiones enfrentadas sobre aquellos territorios y el porvenir de los mismos, también a la incompatibilidad y falta de entendimiento entre ambos regímenes tan distintos y al alineamiento de Marruecos con EE. UU. y el bloque occidental y de Argelia con Rusia y sus aliados, más o menos estratégicos. Ambos países representan ser cabeza de puente para los respectivos bloques en el continente africano.

Magreb es la forma tradicional española, procedente de la adaptación de una voz árabe que significa «lugar por donde se pone el sol», para nombrar a la parte más noroccidental del mundo árabe y de África. Comprende Marruecos, Argelia, Túnez, y, más ampliamente, también se consideran Libia, Mauritania y el Sáhara Occidental. Es, también, la terminológica geopolítica que se le aplica a esta región, bañada por el mar Mediterráneo al Norte y el Océano Atlántico al Oeste.

Los movimientos sociales ocurridos en el Magreb en 2011 conocidos como la “primavera árabe”, buscaban la apertura y participación ciudadana en la vida política de la región, que requerían cambios constitucionales. En Túnez, el proceso revolucionario culminó con la instauración de un sistema democrático, mientras que en Libia aún persiste la inestabilidad y el conflicto armado, de baja intensidad.

Más de 86 millones de personas viven en el Magreb, la mayoría son árabes, aunque existen minorías bereberes, los autóctonos de la zona antes de la llegada del imperio islámico. Los países del Magreb tienen como lengua oficial el árabe, si bien, los bereberes poseen su propia lengua. Población de mayoría musulmana y de confesión Sunní, con minorías judías y cristianas. Los países del Magreb están integrados en la organización panárabe conocida como la “Liga Árabe”. Pero la región está dividida por el contencioso del Sahara, ocupado por Marruecos y en proceso de descolonización, siendo Marruecos y Argelia quienes, como los dos países más grandes del Magreb, lideran las posiciones de anexión o de independencia.

Para las grandes potencias el futuro del Sahara no es más que la excusa para el posicionamiento geopolítico en aquel continente. El enfrentamiento entre Marruecos y Argelia viene de lejos y las potencias mundiales se posicionan en la encrucijada del Magreb, con un juego de interese cruzados que sacude el mapa geopolítico, siendo España uno de los países más afectados por las consecuencias de esta guerra fría, debido a su pasado en cuento que potencia colonizadora que fue del Sahara Occidental, su lugar geográfico que le posiciona como vecino y como frontera sur de la Unión Europea.

Migraciones, terrorismo, gas y la cuestión del Sáhara son intereses vitales para España de aquella región y, por tanto, pilares fundamentales de su política exterior. El Magreb está experimentando profundos cambios que conllevan oportunidades, desafíos y convulsiones para las relaciones y los intereses españoles, por su vinculación histórica, proximidad geográfica y los muchos intercambios humanos, culturales y económicos que se llevan a cabo.

España es, desde el 2012, el primer socio comercial de Marruecos con más de 20.000 empresas españolas operando allá. La relación económica con Argelia es relevante, especialmente en energía por el suministro de gas desde aquel país. Es una zona estratégica para España, nada nos beneficia la guerra fría que en aquel escenario mantengan las grandes potencias y que para España representa ser una crisis bilateral con ambos países.

El flujo migratorio y la seguridad en la región son de interés compartido para los países del Magreb, para España y para la Unión Europea. Además de la estrecha cooperación bilateral con los países noroccidentales de África, España facilita el acercamiento entre los países del Magreb y la Unión Europea, buscando el desarrollo, política de buena vecindad y procesos de cooperación regional como la Unión por el Mediterráneo y el Diálogo 5+5 que favorecen la cooperación entre las dos orillas del Mediterráneo.

Casi medio siglo lleva el conflicto del Sáhara Occidental, iniciado el 6 de noviembre de 1975 con la invasión marroquí de lo que entonces era la provincia española del Sahara, usando como instrumento “La marcha verde”, compuesta por unos 300.000 civiles y unidades militares armadas camufladas entre aquellos.

La lejana tensión existente entre Marruecos y Argelia se agravó ante el proceso de descolonización del Sáhara Occidental, por el liderazgo en la región. Argelia apoyo al Frente Polisario, el movimiento que buscaba la independencia, frente a Marruecos que buscaba la anexión del territorio. Ante la imposibilidad de resolver el conflicto, en 1991 se encomendó a la ONU la búsqueda de una solución.

España apoya la búsqueda de una solución pacífica en el marco de las resoluciones de la ONU, pero estas no acaban de llegar. Mientras, mantiene su compromiso humanitario con el pueblo saharaui y, no pocas veces, es motivo de broncas y conflictos entre los partidos políticos que, lejos de forjar la unidad hacia el exterior en asunto tan delicado, el tema es utilizado como arma para el desgaste político. Algo parecido a lo que hacen EE. UU. y Rusia apoyando a Marruecos y Argelia, respectivamente, y que está tomando tintes de guerra fría. Esperemos que se rebaje la tensión y caminemos por cauces razonables.

Les dejo con VALIRA y la Guerra Fría

https://www.youtube.com/watch?v=15i9shkwsoY

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© Francisco Aguadero Fernández, 1 de julio de 2022

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