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La estudiante que representará a Salamanca en el certamen nacional ‘Carta a un militar español’
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Subdelegación de Defensa

La estudiante que representará a Salamanca en el certamen nacional ‘Carta a un militar español’

Actualizado 16/06/2022 11:34
Redacción

María González de la Torre cursa sus estudios de bachillerato en el colegio Calasanz

La Subdelegación de Defensa en Salamanca ha entregado en su sede los premios de las fases local y provincial del concurso escolar ‘Carta a un militar español’.

En esta novena edición, el premio de la fase provincial ha correspondido a María González de la Torre que cursa sus estudios de bachillerato en el colegio Calasanz, quien representará a Salamanca en la fase nacional que se fallará próximamente en Madrid.

Los centros participantes en esta edición han sido el Colegio Misioneras de la Providencia, Colegio San Juan Bosco, Colegio Maestro Ávila, IES Fray Luis de León, IES Ramos del Manzano (Vitigudino) e IES Senara (Babilafuente).

Esta iniciativa promovida por el Ministerio de Defensa y dirigida a los jóvenes españoles que están cursando actualmente 1º y 2º de Bachillerato y 4º de la ESO, está enfocada en esta ocasión a las “expediciones militares: contribución al conocimiento”, consistiendo el concurso en la redacción de un breve relato reflejando en su contenido alguna de las muchas aportaciones que ha dado nuestro país al mundo, gracias a las expediciones lideradas por protagonistas militares que con su tesón y valentía han hecho de España una nación singular con un legado de conocimiento y contribución a la ciencia que hoy en día sigue vigente.

El acto, que fue presidido por el coronel subdelegado de Defensa, Emilio García Herrera, contaba también con la presencia de la Subdelegada del

Gobierno María Encarnación Pérez Álvarez, del Director Provincial de Educación, Ángel Miguel Morín Ramos, y de los Jefes de las Unidades de las Fuerzas Armadas ubicadas en la ciudad de Salamanca: el Coronel Jefe de la BA de Matacán José Gallo Rosales y el Teniente Coronel Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil Pedro Merino Castro; además de los alumnos galardonados, profesorado representante de los Centros y familiares.

Trabajo ganador

María González de la Torre

1º Bachillerato - COLEGIO CALASANZ Salamanca (SALAMANCA)

Querida hija, mi Isabel:

¿Quién no te recibiera en brazos? No temo del mar nada, salvo los peligros de su inmensidad y violencia que pudieran tumbar el María Pita. Reza tu madre por ti desde los cielos, como lo hago yo, tenlo por seguro. Ella ruega que salves al mundo de la enfermedad que se la llevó de nuestro abrazo. He pedido, por eso, que se escriba por mi una carta para enviártela una vez estés en tierra, pues sé que desde las Canarias el camino será largo, e intuyo que apreciarás mi aliento, incluso si no te resulta tan reconocible con estos arreglos. Bien sabes, Isabel, que me es necesaria una ayuda con las palabras, sobre todo si están escritas. Quizás así se endulcen mis balbuceos brutos.

Ten clara otra cosa más, querida hija: el mundo no sabrá la lucha que hemos mantenido contra la muerte tú y yo. Primero tus hermanos, luego tu madre, y ahora el mundo… Creo que incluso cuando no exista el dolor de esta peste, que degrada el cuerpo y el espíritu, no cabrá tu triunfo, por mucho bien que hagas con tu amoroso corazón.

Todos gozaremos de los frutos de tu trabajo, pero como en el caso de los cultivos que plantamos, ¿quién recordará al sembrador? Te han garantizado honra, una mejor vida; a ti y a los niños a tu cuidado, de los que eres una madre. Pero yo ya sé que de eso tienes suficiente para estremecer a un santo. Por desgracia, en estos tiempos se ha de luchar por todo, pelear por ser humano. Incluso por vivir hay pugna, con esta peste al acecho. Sin embargo, sé que el miedo, el tedio o la dificultad no derrotarán a tu corazón, porque no lo han hecho antes ni los mayores sufrimientos, que te alentaron aún más al estudio.

Éste mundo nuestro no verá tu esfuerzo, tu sangre, sudor y lágrimas. Rezarán al mar y al cielo por el conveniente temporal. Incluso alabarán a tus compañeros. No rezarán así a tu favor, ni te adorarán con tanto esmero, pues tu labor resulta ficticiamente menos ventajosa por su feminidad, y en consecuencia, menos memorable para el senil seso popular.

Yo también sufro dolores por mi temor, me estremezco al imaginar a mi niña en un barquito frágil, frío, solitario y decadente. Aun así, sé que esas solo son divagaciones de tu padre. Por desgracia, determinada como estás a ofrecer salvación, y al saber de tu futuro triunfo opacado, sufro mucho también por eso. Sufro de cólera, miedo y tristeza. Pero recuerda, hija: debe hacerte orgullosa ante todo tu cometido. No lo dudes, porque es el bien

absoluto.

A su vez te pido que, para proporcionarme algo de sosiego, me digas cómo están tus veintidós angelitos, y el pequeñajo de Benito. Debo conocer además algunos detalles de tu viaje, y alguno de esos hombres que embarcaron contigo. Si lo prefieres, pon más interés en el doctor Balmis. Ese hombre ha estado en boca de todos, incluso antes de partir. Ha sido bañado en tantos halagos que me extraña que el océano no se haya inundado de

ellos. Fue su piedad la que le llevó a la corte de nuestro rey, según he oído, para convencerle de ver con buen ojo su ambicioso proyecto. Llevando viales vivos, casi parece una curiosa invención, y recorrer el mundo así, también.

Siendo víctima este rey como muchos del padecimiento infernal, en las propias carnes de su hija, nada menos, confirmó su afirmativa. ¿Quién podría imaginar ese dolor, al fin y al cabo? Yo ya lo he sufrido y no me atrevo.

El camino será duro, pero las recompensas, si no fueran valiosas en tu mano, lo serán en tu conciencia o en las manitas de los niños. Hoy salvas unas vidas, y mañana al mundo entero.

Jacobo Zendal