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Desde el principio de los tiempos
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Desde el principio de los tiempos

Actualizado 10/06/2022 09:26
Manuel Rodríguez Fraile

El debate está servido. Yo, debo decir que estoy de acuerdo con la finalidad última de esta importante cuestión, pero tengo serias dudas sobre el método a utilizar y también sobre los argumentos que se dan, tanto a favor como en contra, con relación a la Ley para abolir la prostitución que se está tramitando. Y es que opinar sobre ello implica sumergirse en un terreno resbaladizo entre derechos, legalidad y moral.

El término «prostitución» proviene del latín prostitutio y se refiere al hecho de mantener relaciones sexuales con otras personas a cambio de dinero u otros beneficios económicos (vamos como en la actualidad) aunque ya se practicaba entre los sumerios desde el siglo XVIII a. C. en la antigua Mesopotamia, así que el tema viene de atrás, pero trataré de resumir.

Si el fin de la Ley es acabar con la explotación sexual y todo ese entramado de mafias, delincuencia y trata de personas, que está tras ello, pues sí lo comparto plenamente, pero como dije son los métodos y argumentos los que me generar dudas, porque a lo largo de los siglos han sido muchas las maneras de ‘mirar’ el tema, desde el servicio a los dioses hasta considerarlo una lacra social.

Regular, prohibir, abolir o legalizar, son los métodos empleados más empleados para enfrentarse la cuestión. El primer modelo considera que luchar contra la prostitución es una batalla perdida, por tanto, si es imposible erradicarla al menos hay que regular su actividad de forma que prostitutas, proxenetas y locales, paguen sus impuestos y se sometan a exámenes sanitarios rigurosos y obligatorios para prevenir la transmisión de enfermedades y así proteger a los clientes, lo que culpabiliza claramente a las mujeres que son en su mayoría las que la ejercen.

Prohibir, supone tratar de erradicación por completo la prostitución, por ser esta una actividad degradante y una vulneración de los derechos humanos, ya que aquellas personas que la ejercen siempre lo hacen de manera forzada. Se trata, por tanto, un atentado contra la moral social y un delito, las prostitutas serían consideradas delincuentes, aun reconociéndose que nos lo hacen de forma voluntaria, lo que tiene una fuerte carga de hipocresía, ya que además, no se proponen alternativas viables.

En una postura muy diferente está el abolir la prostitución. Su ejercicio no está penado pero se persigue y castiga tanto a los clientes como a los proxenetas, por considerar que ambos violentan los derechos desde una posición de dominio sobre las mujeres. El último modelo es el de legalizar que diferencia entre la prostitución forzosa y la voluntaria, considerando esta última como un trabajo por lo que todas las personas que forma parte del negocio tiene derechos y obligaciones laborales, son en definitiva empresarios del sector servicios, pero nada se dice de aquellas que son forzadas a ello.

El Gobierno parece haber optado por el método de abolir, por lo tanto de perseguir a los clientes y los proxenetas, al considerarlos delincuentes. Pero si esto es así no haría falta una nueva norma ya que en la Ley Orgánica 11/1999, de 30 de abril, que modifica el Código Penal de 1995, podemos leer en su artículo 188:

1. El que determine, empleando violencia, intimidación o engaño, o abusando de una situación de superioridad o de necesidad o vulnerabilidad de la víctima, a persona mayor de edad a ejercer la prostitución o a mantenerse en ella, será castigado con las penas de prisión de dos a cuatro años y multa de doce a veinticuatro meses.

2. Será castigado con las mismas penas el que directa o indirectamente favorezca la entrada, estancia o salida del territorio nacional de personas, con el propósito de su explotación sexual empleando violencia, intimidación o engaño, o abusando de una situación de superioridad o de necesidad o vulnerabilidad de la víctima.

Y por último los argumentos.

En Europa hay dos posiciones claramente enfrentadas. Los que defienden que la prostitución es una flagrante violación de los derechos humanos de las mujeres, porque lo que demuestran los hechos en países como Holanda y Alemania, donde está despenalizada, es que la mayoría de las personas que ejercen la prostitución lo hacen obligadas de una u otra forma[1], por lo que son tratadas como mercancía de consumo que produce muy buenas rentas al Estado.

Enfrente están los representantes de 23 países de la Unión Europa, que presentaron en Bruselas el Manifiesto de los Trabajadores del Sexo en Europa, y en que se puede leer: Vivimos en una sociedad en la que los servicios se compran y se venden. El trabajo sexual es uno de esos servicios. En nuestra sociedad de consumo todo puede comprarse y venderse, y como las personas son propietarias de sus cuerpos pues pueden comerciar con ellos libremente. Como se puede observar en realidad el centro del debate no es la legalidad o la moralidad, tampoco el derecho, se trata de mercado y economía en ambas posiciones, en definitiva se trata de un debate entre ricos y pobres.

Y es que en mi opinión las dos posturas parten de premisas falsas. La primera porque una despenalización sin afrontar al tiempo temas como la emigración forzada, la trata de personas, la ausencia de oportunidad laborales, la protección social, etc.; lo único que hace es invisibilizar el problema, pero no hablar de él no hará que desaparezca como ingenuamente pensaba el Señor Rajoy.

En el segundo caso se parte de la creencia de que somos propietarios de nuestros cuerpos, lo cual es falso, como tampoco lo somos de nuestras almas. Si así fuera ¿por qué no podría uno vender en el mercado sus riñones, un brazo o una pierna? ¿por qué no podría una mujer alquilar su vientre o vender sus óvulos? ¿por qué es tan complicado el que alguien quiera renunciar a su cuerpo, a vivir en él, y optar por la eutanasia?

Como verán no lo tengo claro. Repito, el fin último sí, los métodos y argumentos, no. Así que hoy les dejare con dos frases de Carmen Calvo que actualmente preside la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados

"No me vale que me digan que la prostitución existe desde el principio de los tiempos, porque lo mismo ocurre con el asesinato, y no por ello alguien pide que se deje de castigar".

"Que cada hombre que diga que la prostitución es una profesión que hay que regular, que apunte a su hija a una academia".

La tarea del Gobierno es pues hacer cumplir la Ley, no sacar otras nuevas para enfangar mas un tema tan importante y también ofrecer oportunidades alternativas. Veremos.

[1] Según la Organización Internacional de Trabajo (OIT), el 72% de las personas que ejercen la prostitución en los países industrializados, muchas de ellas procedentes de países más pobres, lo hacen forzadas.

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