Viernes, 29 de marzo de 2024
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La melodía de aquel violín
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La melodía de aquel violín

Actualizado 07/06/2022 08:46
Raúl Izquierdo

Voy con mucha prisa.... y ya he mirado mi reloj de pulsera tres veces en el último minuto, como si pudiera detener el tiempo con la mirada, pero nada más lejos de la realidad. Camino con zancada generosa, y casi ni miro a los lados. Pienso en todas las cosas que tengo que hacer, en las que tendría que haber hecho, en las que tengo que planificar.... Mi cabeza es una cazuela hirviendo de planes, deseos, agendas y prisas, y encima, a fuego rápido, como eso que llaman comida basura... Deprisa, venga, vamos, ritmo marcial... Y al llegar a la mitad de la calle algo ocurre.... sí....empiezo a escuchar una melodía.... al principio suena lejana, distante..... pero a medida que voy avanzando, la escucho con más nitidez... y voy siendo más consciente de ella...parece como si me atrapara con una telaraña inesperada en medio de mis prisas...

No la reconozco, pero escucharla me produce paz, mucha paz. Y me paro delante del hombre que está haciendo sonar ese violín. Cierro los ojos. La melodía penetra en lo más profundo de mí y me evoca paraísos perdidos o nunca encontrados. Me siento transportado, elevado.... Esa música.... conecta con mi alma. Me parece bellísima la melodía. Abro los ojos y miro al señor que toca el violín....se nota que disfruta y siente lo que hace, acariciando las cuerdas con sus dedos, haciendo vibrar ese instrumento y sacando de él un cúmulo de sonidos que forman una unidad, con sentido, con precisión.... con mucha delicadeza..... las notas van entrando por mis oídos e invaden mi cerebro....acariciándome, besándome, sin más..... vuelvo a cerrar los ojos... Estoy disfrutando sin más, sin razones, sin planes, de forma inesperada...

Pierdo la noción del tiempo, pero me siento más vivo que nunca. He cerrado los ojos, pero veo con más claridad. No pronuncio una sola palabra, pero siento que mi cuerpo habla. Me quedaría ahí para siempre....

Termina la melodía y con resignación, despierto del sueño callejero . Hay algunos aplausos tímidos del poco público que se ha congregado allí. Quiero que el músico me mire a los ojos, porque quiero expresarle mi agradecimiento y quiero sonreírle. Pero el músico mira a todos y a nadie, y también sonríe, y mira el sombrero a ver si algunas monedas le salvan el día. Y vuelta a empezar con otra melodía...

Me voy marchando, pero ahora con paso más sosegado. Voy regustándome del festín en el que acabo de participar de forma fortuíta. A veces, en medio de la prisa y los quehaceres, surge la magia de algo inesperado que te hace parar y disfrutar. Estoy alegre. Por escuchar la melodía de ese violín ha valido la pena perder cinco minutos....en realidad los he ganado. ¡Cuántas maravillas me pierdo por ir tan deprisa! ¡Cuántos regalos para mis sentidos si estuviera más atento a los pequeños detalles, a las cosas que parecen más insignificantes!

No sé quién era ese músico. No sé nada de sus circunstancias. Él tampoco sabe nada de las mías. Pero su música me ha salvado el día y me siento agarrado a esa tabla de su melodía como el naúfrago que soy en medio del mundo y sus cosas....

Miro otra vez el reloj. Ciertamente, tengo muchas cosas que hacer, pero me importan menos....

Sigo caminando y vuelvo a cerrar los ojos y sigue sonando en mí aquella melodía....de aquel violín....¡hasta que me doy cuenta que con los ojos cerrados tengo muchas posibilidades de caerme al suelo o chocar con alguien!

Entonces los abro, pero la melodía no deja de sonar... incluso miro hacia atrás una vez más antes de perder de vista a aquel músico... como si no quisiera dejar de oírla...y la voy perdiendo....hasta que se confunde con el susurro del viento...

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