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'Pollos, tórtolas y perniles. Almuerzo en la casa de la Celestina' invitados por Isabel Bernardo y Eulogic Producciones
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'Pollos, tórtolas y perniles. Almuerzo en la casa de la Celestina' invitados por Isabel Bernardo y Eulogic Producciones

Actualizado 03/06/2022 13:47
Charo Alonso

En el marco del Festival “Salamanca, lenguaje universal de cultura” se estrena una obra que nos devuelve el sabor de un clásico

El arte culinario es cultura y la gastronomía se ha convertido en patrimonio de todos como bien sabe la escritora y estudiosa Isabel Bernardo, quien como coordinadora de los actos que celebran los veinte años de la capitalidad cultural de la Salamanca, ha querido darle protagonismo a la mesa. Por eso entre los actos programados, el mantel se coloca cuidadosamente en el teatro Liceo para que Santiago Juanes modere, con su sabiduría habitual, un coloquio con destacadas personalidades del mundo culinario salmantino y de sus instituciones para poner en valor el talento salmantino y sus escuelas de hostelería. Un activo turístico más que nos devuelve a una tierra de excelentes productos y tradiciones que deben ser potenciadas. Un coloquio que termina, no en vano estamos en el teatro, con una mesa puesta para disfrute de los comensales, público asistente.

Ha querido Isabel Bernardo dejar a un lado la prosa –que practica fantásticamente aunque todos la consideremos una de nuestras más destacadas poetas- y el verso para incursionar en el teatro y su mano maestra no podía sino ofrecernos un guiso perfecto: sobre las tablas de un Liceo prácticamente lleno, la compañía Eulogic bajo la dirección de un Carlos Vicente en estado de gracia, pone en escena un texto que nos remite a su trabajo recientemente publicado por el Centro de Estudios Salmantinos acerca de la gastronomía en la literatura y en el arte.

Una puesta en escena sobria en origen, con excelentes intérpretes, que muestra después una mesa a la manera de los cuadros barrocos frente a la pared antigua de lo que fuera un convento convertido en teatro. Lienzo de muro, piedra de la época que sirve de decorado a la mesa barroca, plena de una Celestina que vuelve a la vida en la espléndida actuación de Patricia Sánchez, bien rodeada de sus Areúsa y Elicia, Nuria Galache y Jara Aizpurua, y con la breve pero intensa y genialidad de Lucrecia, en la persona de Raquel Sevillano. Actrices bien conocidas por el público salmantino a las que se unen Carlos San Jorge, como Sempronio y un verdaderamente magistral Carlos Vicente, quien otorga al tartamudo Pármeno una hondura cómica y tierna que hace las delicias del público. Elenco excelente, repetimos, puesta en escena del propio Vicente impecable que nos regala un texto basado en el auto noveno de la Tragicomedia de Calisto y Melibea, la obra de un Fernando de Rojas que bien sabía del comer y el holgar en tiempos de modernidad tras la Edad Media, en una ciudad donde él era universitario dispuesto al placer y a la mirada cínica sobre su mundo.

Isabel Bernardo no solo ha recreado a una Celestina que sale de entre los nuestros para invitarnos a su pródiga mesa, también hace gala de su conocimiento de la época, sus gustos y costumbres en la mesa y también de un refranero popular rico en dichos relativos a la gastronomía: “En Salamanca por cualquier agujero se cuela el refranero” y la sabiduría popular de una autora de gran oído y mejor talento para dialogar logra imbricarse con el texto de Fernando de Rojas para cocinar un guion tan inteligente como hábil.

Recreación celestinesca, sí, conocimiento del habla popular de la época, sus usos y costumbres a la mesa, también, y sobre todo, homenaje a la Salamanca universitaria, la del Padre Putas, la del saber comer y disfrutar de la vida mientras quedan a un lado las tragedias y las comedias, el amor y el disfrute. Magníficamente aderezada con cuadros vivísimos que nos recuerdan a los bodegones quietos del barroco, a las mesas espléndidas que conjuran el hambre, la obra es un homenaje a Salamanca –magnífica la pieza musical que se oye de fondo- y una construcción muy hábil, desde el punto de vista dramático, en la que brillan los personajes, sus réplicas mordaces, su fantástica forma de interactuar y su talento sobre las tablas para poner en escena un guion que nos reconcilia con los clásicos y sobre todo… es un homenaje a la literatura salmantina, a unas gentes que Celestina desea bien comidos… Y llenos, satisfechos y brindando con aplausos, el público se levanta de la mesa, digo, del asiento con la satisfacción de un banquete inolvidable.

Charo Alonso.