Desde bajar la calefacción a comprar las marcas más baratas, y por supuesto se han recortado gastos de ocio, como dejar de salir a bares y restaurantes
El incremento del IPC y el impacto de la guerra de Ucrania están influyendo en los hábitos de consumo, en distintos ámbitos, tanto en el consumo energético, como en la movilidad, las compras e incluso la alimentación. Así lo pone de manifiesto una encuesta realizada por OCU, y que refleja que el 75% de los encuestados han modificado sus hábitos de consumo de energía, agua, sus hábitos de movilidad o lo relativo a sus compras.
El obligado cambio de hábitos por el encarecimiento de los precios va desde bajar la calefacción o dejar de usar electrodomésticos, a comprar las marcas más baratas, dejar de comprar alimentos no esenciales o comprar menos pescado o carne. Por supuesto, se han recortado gastos de ocio, como dejar de salir a bares y restaurantes, cambiar planes de vacaciones o aplazar viajes…
Además un 29% de los encuestados ha dejado de comprar ropa (y un 13% tampoco compra ropa para sus hijos). Obras, reparaciones, cambios de electrodomésticos... esos gastos del hogar son otras "partidas presupuestarias" que también se han dejado para mejor momento.
Lo cierto es que en esta situación, 2 de cada 10 encuestados dice que está empezando a tener dificultades para pagar facturas de energía, en torno a un 10% han dejado para otro momento afrontar gastos relativos a la salud: ir al dentista, comprar gafas, ir al médico o al psicólogo… y un 7% está teniendo dificultades para hacer frente a gastos relacionados con la educación de los hijos.