Cerca de un centenar de jinetes procedentes de toda la geografía española en la vuelta a la actividad de este evento tras la pandemia.
La octava edición del Caballo de Béjar se hizo esperar, pero no defraudó a nadie. Una jornada de fiesta y convivencia para los amantes de este animal tan arraigado a la tradición de esta tierra al sur de la provincia de Salamanca.
Un sábado que comenzó con una ruta a diferentes puntos del entorno natural de Béjar, con parada intermedia en Candelario antes de finalizar en El Castañar, donde el centenar de caballistas pudieron disfrutar de una comida de convivencia y un sorteo de regalos.
Y tras ello, llegó el plato fuerte de la jornada, el espectáculo ecuestre a cargo de los hermanos Domínguez que dejó boquiabiertos a los presentes y en que los protagonistas hicieron gala de su arte en la doma de los caballos, ejecutando movimientos de gran belleza y dificultad que arrancaron los aplausos de los presentes en las gradas de la Plaza de Toros de Béjar.