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Te narro, de Marcos J. Tsegue, una desgarradora elegía para conjurar la pérdida
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LA ALACENA DE LOS LIBROS

Te narro, de Marcos J. Tsegue, una desgarradora elegía para conjurar la pérdida

Actualizado 26/05/2022 21:13
Charo Alonso

El escritor, profesor de matemáticas, y fotógrafo publica un conmovedor y sorprendente libro sobre la pérdida y el duelo

Tiene Marcos J. Tsegue una voz lenta, dulce y sinuosa y quisiera yo ser uno de sus alumnos de matemáticas para que me enseñe las parábolas con las que conjura esta escritura de páginas desgarradas, delicadamente editadas por Hilatura espacio editorial. Un libro inclasificable que mezcla la poesía, la prosa, el prólogo sentido, elegía frente a la muerte y celebración de la vida de quien se fue absurdamente pronto. Exquisita la portada de Marta Ruiz para el ejercicio doloroso de la pérdida, el desnudo duelo y la gracia con la que evoca Marcos J. Tsegue a aquel que no podrá responder a una narración que nos recuerda la dolorida memoria de Joan Didion

El año del pensamiento mágico, en el que la presencia de la ausencia es una constante a la que interpelan Didion y nuestro autor.

Charo Alonso: Ante la muerte prematura lloramos, negamos, gritamos ¿Cómo fue que tú escribiste un libro?

Marcos J.Tsegue: A partir del fallecimiento de Juan entré en depresión y me aferré a él. Necesité terapia y allí llegué a la conclusión de que tenía que hablar con él, no hablar sobre Juan, sino hablar CON Juan. Entonces mi terapeuta me dijo “escríbele”. Yo escribo desde los doce años, siempre hacia lo pesimista, porque cuando uno escribe con optimismo cae en la cursilería... Hice caso y empecé a escribir. Lo hacía desanimado, pero la terapeuta insistía: cuéntale a Juan lo que te está pasando.

Ch.A.: Eres gallego, vives en Madrid; Juan Luis Sevillano trabajaba en Salamanca ¿Cómo llevabais vuestra relación?

M.J.T.: Respetando mucho los tiempos. Pero fue el tiempo el que falló, por la enfermedad y la pandemia estuvimos tiempo sin poder vernos (Ojalá hubiera leído/a tiempo/lo que me habías escrito/al margen) Yo escribía y a la terapeuta cuando se lo enseñé le gustaba. Luego cuando conocí más a sus amigos de Salamanca se lo mostré y también les gustó. Me animaron a seguir y lo hice.

Ch.A.: Este libro es de un dolor desgarrador ¿Tú crees que puede ayudar a la gente que pasa por la misma situación?

M.J.T.: Si no ayudar, al menos este libro sirve para sentir algo. Sé que le ha servido a alguien porque me ha escrito un chico que ha perdido a un amigo suyo y me ha dicho: “Pones palabras a emociones que yo no sé cómo expresar”. Creo que puedo dar respuesta a ciertas situaciones para quien vive este duelo y para aquellos que le acompañan, que están a su lado, porque no

es fácil. A mí por ejemplo me molestaba que me preguntaran ¿Cómo estás? sentía que no les importaba o que era una manera de empezar a contarme sus cosas. Lo que pasaba es que me faltaba algo y ese algo no te lo puede llenar nadie.

Ch.A.: ¿Y a ti te ha servido? Por cierto, me gusta esa mezcla del verso y la prosa.

M.J.T.: Me ha servido. Mi terapeuta dice que sigo desordenadamente las fases del duelo, y ahí estoy. Es curioso, yo siempre escribí poesía, no dialogo bien y la prosa me da miedo. Pero la poesía es tan absoluta que necesité la prosa para explicar lo que era importante, la historia. Necesité poner la historia en prosa aunque antes había escrito poesía sobre ello. Hice el proceso inverso, escribí primero poesía y luego prosa, pero lo articulé al revés. Está estructurado de otoño a otoño aunque no sigue un orden cronológico.

Ch.A.: Tu lenguaje es en ocasiones complejo...

M.J.T: Estudié ingeniería, enseño matemáticas, necesito comprobar cada palabra para que diga lo que tengo que decir. Soy muy racional, muy selectivo con las palabras, quiero expresar algo y necesito conceptos concretos.

Ch.A.: Lo presentaste en un lugar emblemático de Salamanca ¿Cómo fue?

M.J.T.: Fue en uno de los lugares que más le gustaban a Juan, el Carmen Bar. La presentación fue una reunión de amigos de Juan. No quise que fuera nadie de Madrid, nadie de mi entorno. Yo a las amigas de Juan les agradezco el quererle y el conocerle y eso me transmitieron. Creo que Juan me allanó el camino para que ellas me abriesen la puerta, me enseñasen su pueblo, me contaran la historia de su vida antes de que yo apareciera. Y eso, sobre todo con Silvia, nos ha ayudado a los dos. Yo en Salamanca, con su círculo, me sentía el extranjero y necesitaba que alguien me pincelara los aspectos que me Faltaban.

Ch.A.: Este libro es una rememoración, un diálogo con la persona que no está, un recorrido por el duelo... ¿De dónde viene este título tan extraño?

M.J.T.: Escribo poesía, pero aquí narro, narro la poesía. Y otra cosa, Juan no me decía “cuéntame, dime” Decía “Nárrame”. No decía, “te voy a contar, te cuento que”... él decía “espera que te narro”. Me gustó mucho esa dualidad del título: él usaba ese verbo de forma muy especial y yo narro a través de la poesía. Necesitaba hablar con él y él hubiera dicho: “Nárrame” así como yo contestaría “te narro”.

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Ch.A.: Vas a firmar a la Feria del Libro de Madrid este fin de semana...

M.J.T.: Es un sueño cumplido, vivo en Madrid, he visto siempre la Feria del

Libro pensando que me gustaría estar ahí. Lo estaré un poco y eso se lo debo a

Juan.

Ch.A.: Es un libro hermoso. Y tú, aunque dices que eres pesimista has escrito un poema divertido y tierno: Me gustan tus rizos/ dijiste cuando nos encontramos./ Me gusta tu barba,/respondí con tu mentón entre los dedos/Así surgió lo nuestro/ Por los pelos.

M.J.T.: Juan era peluquero, maestro de peluqueros. No quería dejar que le viera sin pelo por el tratamiento contra el cáncer. Yo le decía que me lo dejaría largo para que me lo cortase. No pudo ser. Lo primero que me dijo Juan fue que le gustaba mi pelo. Tengo un sentido del humor un poco especial. Sin embargo Juan era una persona muy alegre y con él me salían cosas alegres.

Ch.A.: Juan Luis Sevillano fue alumno mío de lengua y literatura. Hace un tiempo, en el Carmen Bar, donde has presentado tu libro, me dijo algo sobre una bufanda rosa que yo llevaba. A él le parecía preciosa y a mí horrible... cuando empezamos a hablar me miró fijamente y empezó a darle gritos a Menchu ¡Es mi profesora de literatura! ¡Me habló de García Lorca! Yo esta maravillada de que me reconociera ¡Por la voz!

M.J.T.: Juan se acordaba de todo, tenía una memoria excepcional, un carácter muy positivo. En el hospital le preguntaba a todo el mundo como estaba, antes de que nadie le dijera nada. No había maldad en él. Eso lo pueden decir sus compañeros, sus amigos, sus hermanas y sobrinas... era una buena persona, nunca estaba triste, trataba de ver el lado positivo de todo. Te alegraba la vida.

Ch.A.: Cuando murió la mujer de Miguel Delibes alguien dijo de ella “Le aligeraba a todos la pesadumbre de vivir”.

M.J.T.: No conocía esa frase. Pero también se puede decir de Juan.

Ch.A.: ¿Y ahora qué? ¿En qué estás aparte de las clases? ¿Escribes?

M.J.T.: Estoy en ello. No sé si contento con este libro, no sé si me ha ayudado a superar, a asimilar la pérdida. Estoy agradecido pero también me ancla al pasado y tengo que salir adelante. Estoy muy contento con este libro, pero no es el libro que hubiera deseado escribir. Necesito soltarlo aunque no quiero Un libro para guardar en las gavetas del corazón, en el estante más secreto de la alacena. Donde los sentimientos tienen el peso que no pesa

...“En realidad no te has ido. Nunca lo harás. Tan solo tengo que aprender a escucharte de otra manera”.

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