La familia es uno de los pilares fundamentales de cualquier ser humano. Nacemos con la necesidad de relacionarnos con el resto de seres humanos, pero también con la de crear un hogar y sentirnos uno más junto a las personas que han contribuido a nuestro crecimiento y también a nuestro desarrollo. Amar a una persona es quizás la sensación más bonita que el ser humano pueda sentir a lo largo de su vida y el vínculo familiar no es más que otro tipo de amor.
Hay muchos tipos de familia y la mayoría no requiere un vínculo directamente carnal. Muchas personas consideran familia a ese hombro que les vio llorar o a esa persona que les tendió la mano en momentos escabrosos. Otros consideran familia a una institución que les salvó del abismo o a esa persona que siempre creyó en ellos y que les ayudó a superar sus miedos. La familia no es quien te da la vida en muchos casos, la familia es el lugar en el que puedes ser tú libremente, sin ataduras, sin miedos, sin prejuicios. Aquel lugar donde amas y eres amado en la reciprocidad y sin ningún tipo de límites.
Jesús en su tiempo, y en su enseñanza de amor, ya quiso crear una familia, una inmensa y sin vínculos directos pero que reprodujese ese amor desinteresado de “padre” a “hijo” y ese amor de “hermanos”. La familia debería ser el símbolo del amor infinito.
Por eso, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Familia la semana pasada, desde Cáritas Diocesana de Salamanca reivindicamos el papel que tiene la familia en la formación de los hijos desde la primera infancia, así como fomentar los lazos y la unión familiar. El núcleo familiar es propicio para la transmisión de valores y el establecimiento de lazos afectivos. En palabras del Papa Francisco en un encuentro sobre las familias: “son el punto de referencia más firme, el apoyo más fuerte, el guardián insustituible para la estabilidad de toda la comunidad humana y social”.
En Cáritas Diocesana de Salamanca, desde el área de Animación Comunitaria, seguimos trabajando para estar con las familias necesitadas, previniendo las consecuencias negativas de esta situación a través del apoyo emocional, relacional, de resolución de conflictos y refuerzo de capacidades. En los próximos años queremos seguir dando respuesta a las personas necesitadas con apoyo, escucha y cercanía a través de soluciones que den respuesta a derechos fundamentales, como el acceso a una vivienda digna y a sus suministros domésticos, a garantizar una alimentación sana y equilibrada dentro de un modelo de ayuda dignificada, hasta ofrecer formación y orientación laboral para acceder a un empleo digno.
Ayúdanos a recordar que hay una manera incondicional de amar y ser amado, ayúdanos a recordar que invertir en familia es invertir en nuestras sociedades. Que no se nos olvide.
María Inmaculada Regadera Martín
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