Muestra dedicada al trabajo del estadounidense Lee Friedlander y organizada en colaboración con Fundación MAPFRE, dentro del 20 aniversario de la Capitalidad Cultural Europea
El alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, y el comisario Carlos Gollonet presentaban este martes, en el DA2, la exposición fotográfica ‘Lee Friedlander’, organizada en colaboración con Fundación MAPFRE e incluida en el programa del 20 aniversario de la Capitalidad Cultural Europea. Se podrá visitar hasta el 25 de septiembre, en las salas 6 y 7 del citado museo.
La exposición Lee Friedlander hace un recorrido cronológico completo por su extensísima obra. Un trabajo que casi siempre agrupa en series, conjuntos de fotografías que desarrolla a lo largo de varios años.
En la muestra se subraya la importancia de estos proyectos, que, con frecuencia, se concretan en libros, otra de sus pasiones: The Little Screens, The American Monument o America by Car son sólo algunos de ellos. Pero también se muestran asociaciones temáticas o estilísticas que agrupan cerca de trescientas cincuenta fotografías entre retratos, autorretratos, fotografías familiares, naturaleza, paisaje urbano, etc.
Entre estas se incluyen diecisiete pertenecientes a las Colecciones Fundación MAPFRE, además de otros materiales - como vinilos de jazz y alrededor de cincuenta publicaciones-. Todo ello nos acerca a la compleja obra de uno de los más influyentes fotógrafos norteamericanos del siglo XX.
Reconstruir la heterogénea obra de Lee Friedlander supone sumergirnos en un mundo cargado de elementos cotidianos y reconocibles pero que, tras una segunda reflexión, adquieren un significado distinto, más completo. Considerado uno de los artistas fundamentales del siglo XX y tras más de sesenta años fotografiando a diario, continúa renovando su lenguaje. En esa búsqueda de metáforas visuales de difícil comprensión, pese a su aparente cotidianidad, su mirada crítica, ha reflejado, aun con unos propósitos estrictamente formales, la enormidad y el caos de la sociedad americana.
El artista nació en Aberdeen, en el estado de Washington el 14 de Julio de 1934 y comenzó a fotografiar durante sus años de instituto. Tras graduarse, viajó hasta California para estudiar en el Art Center School of Design de Los Ángeles. Desencantado con las clases, asistió en cambio a las del pintor y fotógrafo Alexander Kaminski, que se convertirá en amigo y mentor.
En 1956, se establece en la ciudad de Nueva York, donde trabaja para distintas revistas como Esquire, Holiday o Sports Illustrated. Además, realiza por encargo, retratos de algunos de los músicos de jazz más importantes de la escena norteamericana para portadas de discos de vinilo. Paralelamente, desarrolla su obra de forma independiente, en un momento en el que la fotografía todavía no había adquirido su estatus definitivo como expresión artística.
En 1962, con tan solo veintiocho años, Friedlander había alcanzado la madurez como fotógrafo; tal y como mostró en su primera exposición colectiva en el MoMA de Nueva York, celebrada entre mayo y agosto de 1964, The Photographer´s Eye. Poco antes le habían pedido que hiciera una declaración sobre su obra y él señaló que el objeto de su trabajo era “el paisaje social americano”. A pesar de esta definición, no hay que olvidar que los nuevos documentalistas están sobre todo interesados en conocer más sobre sí mismos y sobre los hechos visuales de su entorno que en los problemas sociales que preocupaban a sus antecesores.
En 1966 participó en la George Eastman House de Rochester en Toward a Social Landscape, junto a Bruce Davison y Garry Winogrand y al año siguiente, en la modesta, pero emblemática muestra New Documents, organizada por John Szarkowski, también en el MoMA de Nueva York. En ella, Lee Friedlander estaba acompañado por Garry Winogrand y Diane Arbus. La exposición los reunió por sus innovaciones formales y conceptuales y por sus diferencias con los fotógrafos documentalistas anteriores.
En su obra, Friedlander contrarresta los ideales de la práctica moderna mirando hacia la cultura popular en busca de inspiración, de forma parecida a como lo hacía el arte pop, rompiendo así los medios de representación tradicionales. Para ello incorpora un repertorio banal, crea argumentos visuales confusos y sacude al espectador con un sentido de la ironía derivado de yuxtaposiciones de objetos e ideas aparentemente inconexas que contrasta con la seriedad de los antiguos profesionales.
Fotos de Vanesa Martins