Forma parte de las actividades programadas para celebrar el 20 Aniversario de la capitalidad cultural europea (2002-2022)
El próximo lunes 2 de mayo, finaliza la exposición ‘Leones en el jardín’, de la artista salmantina Isabel Villar, en el Centro de Arte Contemporáneo de Salamanca, DA2, que se expone en todas las salas de la primera planta. Esta exposición forma parte de las actividades programadas para celebrar el 20 Aniversario de la capitalidad cultural europea (2002-2022) y ha sido visitada por cerca de 10.000 personas desde su inauguración.
La exposición no es una retrospectiva al uso en la que las obras se cuelgan siguiendo un orden cronológico, sino que está articulada en torno a los temas que han centrado la producción de Isabel Villar a lo largo de toda su carrera. De este modo, en la muestra se hacen evidentes algunas de sus estrategias, como la repetición, y se podrá observar muy claramente la evolución de su estilo, que no responde en absoluto a lo naïf, sino a una intención clara de distinguirse.
Tras su paso por Salamanca, se expondrá en el centro de arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada, ya que el Ayuntamiento de este municipio madrileño ha coproducido la exposición junto con el Ayuntamiento de Salamanca.
Isabel Villar (Salamanca, 1934) es una artista fundamental para entender el modo en el que la figuración pictórica evolucionó en España en las últimas décadas del siglo XX. Su forma de pintar se podría enmarcar dentro de las corrientes vinculadas con esa forma particular de entender el pop aquí. Compañera de generación de muchos de esos artistas, su proyecto, sin embargo, se distingue por la creación de un mundo personal que parece fuera del tiempo y que, en su carácter casi mágico, se abre a múltiples interpretaciones, a infinitas lecturas, a ser parte de mil y un relatos. Sus jardines, bosques, parques y playas se convierten en lugares de la posibilidad. Están habitados, casi siempre, por mujeres, niñas y ángeles que, en soledad o en compañía, conviven con animales, algunos exóticos, otros más conocidos. Cuando se trata de animales salvajes, no huyen, ni atacan, aunque tampoco parecen estar domesticados, sino que son sus compañeros. No parece que haya ningún conflicto, que corran peligro ni que una amenaza las aceche.
En esos cuadros parecen resolverse algunos conceptos que se han considerado contrarios, aunque quizás, como ella demuestra, no lo sean del todo: arte y naturaleza, artificial y natural, civilización y salvajismo, cultivado y silvestre… Esos animales también sirven para generar extrañeza, como cuando los incluye en otro tipo de escenas que son también muy habituales en su producción, los retratos de familia. Aquí son animales de compañía y a la vez los mirones que observan lo que está ocurriendo. Estos retratos de familia remiten a un pasado que siempre parece volver, que nunca se marchó. Aquí las citas directas a la fotografía son fundamentales, no solo en los fondos, esos escenarios falsos que interrumpen a veces sus paisajes, sino también las referencias al álbum familiar, en este caso, al suyo propio. Se añade así una capa más de significado: podrían ser las fotografías de cualquiera, pero son los suyas, las propias, creando una suerte de inusual autobiografía, una galería de retratos que son a la vez familiares y extraños.
Sus pinturas, lejos de ser ingenuas, ocultan siempre un mensaje que responde a una crítica o un comentario social. A veces son muy obvios, como el triple retrato de Fernando de los Ríos, Pablo Iglesias y Julián Besteiro, pintado en pleno período de la transición. En otros casos, hay que mirar con más detalle, ver lo que sucede en los márgenes de las imágenes o leer entre líneas. Por ejemplo, a Villar se la ha considerado una de las artistas pioneras en la genealogía feminista del arte español. Sus imágenes de mujeres embarazadas de comienzos de los 70 son excepcionales. Villar también ha sido fundamental para generaciones algo más jóvenes. Supo adelantar en su obra algunos presupuestos que desarrollarían después los artistas que pertenecieron a la generación de la Nueva Figuración.
Isabel Villar comenzó a dibujar a los siete años estudiando pintura, en la Escuela de Bellas Artes de San Eloy de Salamanca y posteriormente, en la Escuela de San Fernando en Madrid. Formó parte de los grupos de artistas “La Cepa”, “Koiné” y “Tomes”, contrayendo matrimonio, en 1963, con el también pintor Eduardo Sanz. En 1958 realizó su primera exposición individual, constituyendo, desde su exposición en Madrid en 1971, una revelación artística y realizando un gran número de exposiciones en las cuales la mujer, en solitario o en compañía de otros personajes, es protagonista principal, reflejando su gran interés por la presencia y la situación de la mujer.
En el año 2012 su obra fue incluida en la exposición Genealogías feministas en el arte español comisariada para el museo MUSAC de León por Juan Vicente Aliaga y Patricia Mayayo.
En el 2018 recibe la Medalla de Oro de la ciudad de Salamanca.
En ese mismo año la galería Fernández-Braso de Madrid le dedicó una amplísima exposición individual con su obra más reciente titulada “Ese otro bosque dentro del bosque”, con textos de Estrella de Diego y Sabina Urraca.
En el 40º aniversario de la feria ARCO, Isabel Villar era seleccionada por la galería Fernández-Braso como Solo Project.
La obra de Villar está en una veintena de museos y colecciones españolas, desde el Reina Sofía hasta la Biblioteca Nacional. También ha colaborado en la creación de portadas de discos, como el de Caminemos, de María Dolores Pradera, o en carteles de películas como la de Fernando Trueba (Mientras el cuerpo aguante) y Basilio Martín Patino (Los paraísos perdidos).