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Los viajes de Gulliver
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Los viajes de Gulliver

Actualizado 25/04/2022 09:50
Francisco López Celador

Pido perdón de antemano por copiar el título de la obra del doctor Swift, pero me ha parecido el más apropiado para definir el programa de excursiones que está desarrollando nuestro Presidente, en esta etapa que puede viajar gratis total y en “official business”. Para no equivocarme, he acudido a las publicaciones oficiales de Presidencia de Gobierno y, hasta el día de la fecha, suman 96. Por supuesto, en esa relación no figura ninguno de los viajes turísticos y privados, sobre los que, por ser “materia casera secreta”, nunca sabremos toda la verdad.

Su alergia a facilitar la información que requiere el parlamento, y por tanto los ciudadanos, le ha llevado a enrocarse en el más absoluto silencio, amparándose en una vieja Ley de Secretos Oficiales aprobada hace más de 50 años. Esa constante actitud de desprecio y altanería llevó a un medio de comunicación a buscar amparo en el Consejo de Transparencia en relación con el viaje realizado a EE. UU. el pasado mes de Julio -más de promoción preelectoral que de gestión económica. Ninguno de los detalles que se solicitaban tenían relación con materias secretas o reservadas, razón alegada siempre por La Moncloa. Sencillamente, se trataba de saber cuál era la finalidad del viaje – organizado para borrar el ridículo de los 20 segundos persiguiendo a Biden solicitándole un autógrafo- , quiénes componían el equipo del Presidente con el importe de los gastos, relación de personalidades invitadas y de los organismos visitados. Es decir, todo lo que debía ser publicado sin necesidad de ser requerido. A pesar del “rapapolvo” del Consejo de Transparencia, Presidencia del Gobierno sigue haciendo oídos sordos, hasta que tenga que intervenir una instancia superior.

Como consecuencia de un prolongado estado de alarma –a la postre declarado inconstitucional- estuvimos más de un año con el parlamento cerrado, sin posibilidad de celebrar las obligadas sesiones de control del gobierno y, ahora que está abierto, más que sesiones de control, parecen reuniones de comunidad de vecinos mal avenidos, poco instruidos y no siempre bien hablados.

Llaman la atención las reacciones tan camaleónicas de nuestro presidente. El termómetro que mide sus constantes cambios de opinión se apoya en la oscilación de sus índices de popularidad. Cuando se produjo la reciente invasión de Ucrania, la Unión Europea decidió que cada uno de sus miembros acudiera en su apoyo aportando los medios que considerara oportunos. Ni que decir tiene que a Sánchez se le encendió su rojo piloto de falso pacifismo y le faltó tiempo para negarse a tal ayuda. En esta ocasión, no es que sus socios de gobierno le apremiaran a tomar esa decisión, es que el sanchismo pertenece a una nueva estirpe del PSOE que está más próxima a Stalin que al difunto Pablo Iglesias Posse. Una corriente que ha transformado la socialdemocracia en una especie de conglomerado marxista/bolivariano con todos los tics de una dictadura y muy pocos vestigios de una verdadera democracia. Visto el bochorno de quedarse solo en el menosprecio, rectificó sobre la marcha aportando material y personal de nuestras FAS, a pesar de la clara oposición de sus socios .de gobierno.

Ante el negro panorama que ofrecen todos los sondeos, cuando ya han acudido los gobernantes de varios países, y no pocos españoles a título particular o dentro de instituciones humanitarias han acudido en auxilio de las personas desprotegidas, Sánchez no quiere desperdiciar la ocasión de aparecer en los telediarios como redentor del sufrido pueblo ucraniano, el mismo al que decidió no socorrer cuando lo recomendó la UE. No seré yo quien critique este viaje de Sánchez –quizá uno de los más justificados-, lo que no deja buen sabor de boca es el “bombo” que se le está dando y el exagerado protagonismo de un Sánchez que se presenta en Kiev como si fuera el “mandamás” de la UE. Sus socios de gobierno, además de los de investidura, no se distinguen, precisamente, por su apoyo a Ucrania ni por su enfrentamiento a Putin. Practican un pacifismo asimétrico. Los países de la órbita de Rusia deben armarse hasta los dientes y sus oponentes deben apuntarse al “No a la guerra”; por eso se muestran más partidarios de la rendición de Zelenski y …borrón y cuenta nueva.

Hay más “perlas” en el debe del sanchismo. En reciente reunión del G-20 en Washington, la vicepresidenta Calviño permaneció sentada y no se sumó a los países que abandonaron la sala como señal de repulsa a la intervención del representante de Putin. La Vicepresidencia de Asuntos Económicos aprovechó las redes sociales para informar de la asistencia de nuestra ministra, pero se cuidó de no indicar su conducta en la sesión.

Para dar testimonio de que no son conductas aisladas o de carácter personal, conviene recordar que, en octubre del 21, para sacar adelante los Presupuestos con el apoyo de Bildu, el PSOE se opuso a condenar a ETA en el Congreso, después de haberlo pactado. Más recientemente, el Parlamento Europeo ha tratado de investigar los 376 crímenes de ETA, que están sin resolver, con el fin de ser considerados de lesa humanidad, incluso con anterioridad a 2004. Durante el debate de esta proposición, el grupo socialista no hizo más que entorpecer las discusiones alegando toda suerte de evasivas. Parecía que, para acompañar al grupo que se oponía, se habían olvidado de los compañeros de partido que fueron asesinados por la banda. De esta forma no creían oportuno que los responsables no alcancen los consiguientes beneficios penitenciarios y, de paso, que nuestro Parlamento pueda aprobar una ley que prohíba los homenajes a los terroristas que salen de la cárcel. Una vez más, al dejar sus vergüenzas al aire, apoyaron la propuesta con el mismo entusiasmo que se sentarían en el sillón del dentista.

Toda esta colección de conductas alejadas de la trayectoria que se espera de un partido democrático moderno son fruto de la doctrina que abandera el responsable de este gobierno. Sánchez se cree un gigante al lado de los diminutos políticos de su entorno. Es el nuevo Gulliver que se pasea por todo el mundo despreciando a sus iguales; que tiene a nuestro país hundido en la miseria, pero que trata de codearse de igual a igual con los verdaderos líderes, y está convencido de serlo.

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