El periodista Noel Campo sobre el momento del Salamanca UDS en la sección de este medio con colaboradores
Muy sabio nuestro refranero castellano. Los refranes o dichos de origen popular siempre tienen respuesta para todo o casi todo. Tal vez porque son fruto de la experiencia y la sabiduría de nuestros antepasados. Siempre me ha gustado ese refrán que dice “De aquellos polvos vienen estos lodos”. Es una forma de avisar a navegantes de hacer las cosas bien, limpiar a tiempo y evitar males mayores. Por desgracia, en la zona noble del Helmántico no parece que sean mucho de refranes.
Es cierto que los que mandan no meten goles, pero sí son los que planifican y, por tanto, los responsables, en gran medida del éxito o el fracaso. Esta angustiosa temporada tiene firma de autor: Antonio Calderón. El gaditano fue la persona encargada de fichar y armar un equipo que en teoría iba a estar en la parte media alta de la clasificación y al que no supo sacar rendimiento, ni tan siquiera, consiguió que marcara goles. Fichó lo que quiso y dejó un equipo descompensado y en descenso directo con uno de los bagajes ofensivos más pobres de todo el continente europeo. Lo que no puede ser es que cada año fiche una persona diferente lo que quiera sin tener ni puñetera idea. La figura del director deportivo en un club es indispensable. También ahora.
El no actuar a tiempo ha hecho que, a día de hoy, al Salamanca UDS le llegue el barro al cuello y esté a punto de sepultarlo en forma de descenso a la 3ª RFEF. La incapacidad para conseguir la victoria en tierras asturianas frente al Langreo hace que virtualmente se complique mucho la salvación. Fue el partido clave. Y lo siento, pero no me sirve la excusa del césped, el calor o la humedad. Al final es la misma para ambos equipos. Y no culpo tampoco al entrenador, todo lo contrario. La labor de María está siendo digna de elogio. Sus números, desde que ha llegado, son de equipo de la parte alta. Otro gallo cantaría si el técnico salmantino hubiera tenido poder de decisión en el mercado de invierno. Independientemente de lo que ocurra, María debe ser parte importante en el organigrama del futuro inmediato del club.
Matemáticamente, claro que hay posibilidades de salvación. Pero siendo realistas y sinceros, es algo muy difícil e improbable. Entre otras cosas, porque este equipo no ha sido capaz de ganar dos partidos seguidos en toda la temporada. Sabemos cómo son los finales de liga, incluso que a estos jugadores últimamente se le da mejor los equipos en teoría fuertes y que habrá duelos directos en la parte baja de la clasificación. Tal vez, haya algún resquicio, incluso de playout en el mejor de los casos. Por si acaso, nos agarraremos a un clavo ardiendo. No obstante, vayámonos mentalizando con un posible descenso y el trauma será menor. Eso no significa -por supuesto- que haya que tirar la toalla hasta el último segundo. Rendirse es de cobardes y la afición blanquinegra ha demostrado con creces que es todo lo contrario.
El descenso no sería el fin del mundo. Ni tampoco el fin de la entidad, siempre y cuando, de una santa vez, se hagan las cosas bien o al menos, con coherencia. Como decía Enrique Miguel, mítico jugador y gerente de la UDS, que en paz descanse: “En el futbol está todo inventado”. Razón tenía por mucho que yo a veces le llevara la contraria. Solo se necesita ver otros modelos de éxito. No hace falta mirar al Córdoba o el Recreativo de Huelva, que ya preparan la próxima campaña tras certificar el ascenso. Tenemos bien cerca el caso del Guijuelo, que en una sola temporada se ha paseado por los campos de la región, consiguiendo un merecido ascenso un mes antes de que terminara la competición y sin apenas estructura.
Lo peor que puede pasar y a lo que más miedo tiene a día de hoy la afición no es al descenso. Lo que más se teme es seguir en la misma dinámica que hasta ahora otra temporada más. Espero que el Salamanca tomé nota, ya que al igual que cuando deseamos algo difícil, está bien encomendarse a Dios o a Santa Rita, patrona de los imposibles, pero haciendo a la vez todo lo posible por lograr lo que pretendemos o cómo dice el refrán: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Pues eso.