Viernes, 29 de marzo de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
La ruina personificada
X

La ruina personificada

Actualizado 18/04/2022 07:26
Francisco López Celador

Cuando estas líneas vean la luz, será Lunes de Pascua, prolongación del día más glorioso del año litúrgico para todo cristiano creyente. La Pascua es triunfo, es vida nueva, es esperanza, es, en suma, alegría. Para el cristiano, la Pascua de Resurrección también significa nuestra propia liberación porque Jesús sigue con nosotros y nada debemos temer. Para nuestra desgracia, los españoles llevamos una larga temporada con tan pocos motivos para estar alegres que debemos aprovechar al máximo los que se nos presenten.

Lo que comenzó siendo el resultado de una moción de censura legalmente ejecutada, pero fruto de un ardid jurídico, ya dura casi cuatro años de constantes sobresaltos acompañados de toda suerte de conflictos, adversidades y calamidades. Quienes pensaran que la llegada de Sánchez al poder significaría más progreso, mayor crecimiento, más libertad, más democracia y más concordia, si no están dominados por un sectarismo excluyente, un nacionalismo insaciable o un odio a todo lo español, deberían recapacitar sobre su actitud. Nos ha mirado un tuerto, mejor dicho, un redomado ambicioso que vendería a su propio padre si con ello le prometieran más poder.

Aquella generación que, sin olvidar viejas heridas producidas por nuestra guerra civil, fue capaz de sellar un pacto de generosidad hasta alumbrar en 1977 una Ley de Amnistía buscando el perdón mutuo y la concordia, está asistiendo a su acoso y derribo, precisamente por muchos de los que entonces la aprobaron.

Nuestra economía está atravesando unos momentos de verdadero agobio que requieren una actuación urgente. Para Sánchez, sin embargo, lo verdaderamente urgente es el plan trazado para modelar las mentes de los españoles y adaptarlas a su propia ideología. Está visto que para ese falso progresismo es mucho más urgente ajustar cuentas del pasado que recomponer el armazón del edificio que amenaza ruina. Se han perdido las formas y desde el mismo gobierno ya no se esconden a la hora de ningunear la institución de la Corona o hacer descarada propaganda de una República de la que los españoles nunca salimos más amparados.

Es cierto que la situación actual está muy influenciada por circunstancias externas que han venido a dificultar gravemente nuestro caminar. La pandemia y la guerra en Ucrania son dos de las que han variado la marcha de todo el mundo agravando las particulares dificultades de cada nación. Pero, por mucho que se pretenda hacernos comulgar con ruedas de molino, hay que reconocer que la habilidad de algunos gobernantes ha bastado para que unos países hayan salido de la crisis mucho más airosos que otros. Una vez más -y ya son demasiadas- aquí hemos fallado.

Si al menos hubiéramos visto desde el primer momento un gobierno con iniciativas encaminadas a buscar soluciones, podríamos culpar del fracaso a la mala suerte, la inexperiencia o los torpes asesoramientos. Nada de eso ha sucedido en nuestro caso. No podemos hablar de mala suerte sino de mala fe. Sánchez siempre ha sido consciente de los pasos que estaba dando, de los compañeros de viaje elegidos y de las consecuencias de esa aventura. A pesar de ello, ha seguido adelante saltándose muchas de las reglas que establecen las buenas costumbres e. incluso, algunas disposiciones oficiales.

Entre los postulados del sanchismo, uno de los objetivos marcados ha sido el establecimiento de un nuevo sistema de educación que transforme totalmente lo que se asume en todo el mundo ilustrado. Si para ello es necesario alterar la historia, habrá que comenzar ofreciendo a los niños unos primeros conocimientos que justifiquen su inmersión. Ahí está, por ejemplo, la Ley de la Memoria Democrática. En democracia, la historia no es progresista ni conservadora, es, por encima de todo, fidedigna. No se puede escribir prescindiendo de acontecimientos que fueron conocidos por todo el mundo, enseñando versiones que se alejan de la realidad, pero favorecen a quien está en el poder. Nuestra guerra civil fue, como todas las guerras civiles, un ejemplo de lo que nunca debe suceder. Lo que se debe analizar es lo que motivó el estallido porque, una vez iniciada, se producen barbaridades en los dos bandos y, al finalizar, siguen quedando heridas en esos dos bandos.

Transcurridos cuarenta años, en España fuimos capaces de cicatrizar esas heridas y han tenido que pasar otros cuarenta para que alguien quiera volver a abrirlas. Por este camino, Sánchez, además de que llegará el momento en que la situación le expulsará del poder, será después de haber hipotecado el futuro de varias generaciones y haber enfrentado a los españoles en algo que queríamos olvidar. Se pretende homenajear a unas víctimas a base de olvidar a otras. Se sueña con una igualdad -en el nivel más bajo de la escala- basada en un progresismo que precisamente impide el verdadero progreso. Es un progresismo forzado, que se pasa por el forro la separación de poderes; que se une con los que odian a España, pero odia a los que la defienden; que legisla a favor de quienes rechazan la propiedad privada, pero en contra los que defienden esa propiedad y la más preciada: la libertad de vivir.

No se puede hablar de progresismo cuando se gobierna enfrentando a los ciudadanos en lugar de hacerlo para aumentar su bienestar. Tampoco se puede considerar progreso una política exterior que, sin consultar con nadie, cambia diametralmente de opinión a base de incumplir compromisos adquiridos y, de paso, causar importantes perjuicios económicos. En un mundo globalizado, nadie puede gobernar aislado y Sánchez ha conseguido que España, sin salir de los organismos a que pertenece, cada vez tiene menos peso dentro de ellos. Llamemos a las cosas por su nombre; ese es el progreso del sanchismo, y su capitán, la ruina personificada.

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.