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Pasión y Resurrección - Contemplar para actualizar
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Pasión y Resurrección - Contemplar para actualizar

Actualizado 13/04/2022 16:33
Raúl Izquierdo

Pasión y Resurrección

Contemplar para actualizar…

La resurrección de Jesús fue vivido como un hecho histórico por las mujeres y los hombres que lo seguían. Para nosotros, es también un acontecimiento que requiere la mirada de la fe. Para todos, una Esperanza de que la Vida puede abundar aún en medio del mayor desierto.

La Iglesia nació en el tiempo de la Pascua, aunque forjó sus cimientos en la cruz del Maestro. Aquel primer grupo de mujeres y hombres que formaron el grupo de los discípulos de Jesús vivieron en sus carnes el miedo, la frustración y la soledad de la pasión de aquel a quien amaban y seguían, pero la Resurrección de Jesucristo y posteriormente la experiencia de la venida del Espíritu Santo les hizo percibir la realidad en clave de alegría, paz y esperanza. El dolor y la humillación de los clavos y la corona de espinas tenían sentido como un paso previo al éxtasis y la sobreabundancia de la vida. Pronto, y tras esas experiencias personales y reales, aquel grupo de mujeres y hombres empezó a entender que era Dios, a través de Jesús, quien había tenido la iniciativa con ellos y les amaba de forma distinta y radical. La conciencia de ser amados y llamados a una misión, incluso con un sinfín de fragilidades y heridas, fue formando el cuerpo del primer grupo de mujeres y hombres que seguían a Jesús. Como les pasó a los discípulos de Emaús, a la luz del acontecimiento de la Resurrección y de Pentecostés, los gestos y enseñanzas del Maestro empezaban a tener sentido y a ser comprendidos de otra forma.

CONTEMPLAR: Mirar, escuchar, tocar, oler… la pasión y resurrección de Jesús hace no tantos años en aquella ciudad llamada Jerusalén. Contemplar sin querer cambiar nada, tan sólo hacer silencio mirando para ver y oyendo para escuchar. Y empaparnos de las palabras, las miradas, las personas que los evangelistas han situado en aquellos días. Contemplar a la gente recibiendo a Jesús con palmas y luego gritando que lo crucificaran. Contemplar a Pilatos y a los soldados romanos, con sus juicios, sus decisiones para no perder poder y a también a Caifás y al estamento sacerdotal, manipuladores y dueños únicos de la verdad. Contemplar el miedo y la cobardía de sus discípulos. Contemplar cómo Jesús se abaja más y lava los pies a sus discípulos como si fuera un esclavo, marcando un camino de servicio. Contemplar a aquel hombre nazareno sufriendo, desmoronado, humillado, solo, torturado, y finalmente clavado en un madero para escarnio del pueblo. Contemplar a aquella madre desgarrada de dolor, abrazando sin consuelo el cuerpo de su hijo. Contemplar el fracaso, el sinsentido que te hiela la sangre, las lágrimas sin consuelo. Y seguir contemplando la espera y el hecho de la Resurrección. Contemplar la esperanza y la alegría de aquellos que van experimentando que Jesús está vivo. Contemplar los rostros de aquellas y aquellos que lo iban experimentando. Contemplar cómo Jesús resucitado transmite paz y cómo encomienda misión y pastoreo a aquellas primeras mujeres y hombres.

Pasión y Resurrección. Dolor y Vida abundante. La muerte no tiene ya la última palabra.

ACTUALIZAR, que es contemplar el mundo hoy en esa clave. La pasión y Resurrección de Jesús no como una historia de hace dos mil años, sino como algo que ocurre hoy. Y actualizar el sufrimiento y muerte de Jesús en el sufrimiento y las muertes de tantos seres humanos hoy. ¿Dónde sigue siendo crucificado hoy Jesús? Actualicemos su pasión contemplando a las personas que buscan una medida mejor y tienen que emigrar de sus países con riesgo de sus vidas y de sus familias, a los que sufren las guerras y son asesinados y masacrados, a las personas que no encuentran su lugar en el mundo, a las que se plantean terminar con su vida porque no tiene sentido, a las que son juzgadas, acosadas, humilladas, despreciadas, condenadas (¡de tantas formas!) por su género, su raza, su orientación sexual, su ideología política, su aspecto físico… Y contemplemos a Pilato y a Caifás hoy, en aquellos grupos y personas que quieren tener la verdad absoluta, que marcan diferencias y jerarquías, que manipulan y se aprovechan de los demás, que abusan, que acosan, que ejercen la violencia, que cosifican a las personas… en todos aquellos hipócritas que están seguros con la ley y el reglamento en la mano para decidir lo que se debe o no hacer, pero que son tan benévolos con ellos mismos… Quizá estemos ahí cualquiera de nosotros y hayamos sido parte del tribunal o del séquito que ha crucificado a alguien alguna vez. Actualicemos nuestras cobardías hoy, y nuestros miedos, los mismos que aquellas mujeres y hombres que conocieron personalmente a Jesús. Sus miserias, carencias, fragilidades…¡son las nuestras hoy! Pero también sus esperanzas y su disposición a darlo todo, aunque la realidad de la vida de cada día se imponga con sus mezquindades y mil quehaceres.

Y finalmente, actualicemos la Resurrección, siendo capaces de reconocer a Jesús vivo y resucitado en tantas mujeres y hombres, que aún conscientes de sus heridas y pobrezas, siguen adelante y ponen de su parte para que otros vivan mejor. Localicemos los acontecimientos y las personas que hoy transmiten vida y esperanza. Aquellas personas que trabajan por la paz, que transmiten alegría y buen humor, que son capaces de hacer autocrítica, que te miran a los ojos, que piden perdón y dan las gracias, que luchan por cambiar las cosas, que se ríen a carcajadas, que juegan y son como niños. Aquellas personas que tratan de vivir con criterios, que hacen más de lo que dicen, que transmiten ganas de vivir, que contagian ilusión, que sueñan con una sociedad y un mundo mejor y que además, ponen algo de su parte. Aquellas personas que se quejan poco y se lamentan menos. Jesús ha resucitado y vive en el mundo, especialmente en los grupos y personas que contagian vida y esperanza, sean católicos, musulmanes o sin identidad religiosa. Jesús vive y ha resucitado en medio de la vida, como los brotes de las flores y los tallos verdes al comenzar la primavera. Jesús vive en las personas, y en cualquier lugar más allá de los templos y las ermitas. Y su vida es tan abundante, que sobrepasa nuestros límites, controles y razonamientos. Y es que en el fondo, se trata de que Dios ama el mundo con sus criaturas, aunque éstas seamos a veces tan mediocres. Y nos ama no por nuestra perfección, sino porque somos sus hijas e hijos. Ya hay una Esperanza inquebrantable, ya nada nos puede separar del Amor de Dios, ni siquiera la muerte. Tanto, tanto, ¡¡¡TANTO!!! ama Dios al mundo, que mandó a su Hijo, para que todas las personas tengan vida eterna, sentido y felicidad.

Vuelvo a contemplar los brotes verdes y las flores nacientes….¡nada puede parar el estallido de la vida!

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