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¡Adiós, clase media!
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¡Adiós, clase media!

Actualizado 11/04/2022 08:54
Francisco López Celador

Como consecuencia de la invasión de Ucrania, estamos asistiendo a la publicación de unas imágenes que ya creíamos desterradas. En contra de lo que determinan todos los tratados sobre derecho internacional humanitario, vemos a diario escenas dantescas en las que se reproducen actos de verdadera barbarie. En la Convención de Ginebra se recogen los preceptos que amparan a las personas no combatientes y a los militares que resultan heridos, prisioneros, a los que se entregan o a los que pertenecen a servicios sanitarios y religiosos.

Para resolver por medio del derecho Internacional los litigios entre naciones, está la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya. Pero el órgano judicial nacido bajo los auspicios del Convenio de Ginebra es el Tribunal Penal Internacional (TPI) encargado de juzgar a las personas acusadas de cometer genocidio, crímenes de guerra o de lesa humanidad. Es de carácter permanente, no depende de la ONU y también tiene su sede en La Haya. Actualmente lo han suscrito 124 naciones, pero aún quedan otras 60 sin hacerlo, entre ellas, Rusia, China, EE. UU. e Israel.

Acostumbrada a utilizar su derecho al veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Rusia tampoco quiere someterse a las decisiones del TPI y Putin ha dejado bien claro que no tiene intención de ratificar el Tratado de Roma, que fue donde se constituyó dicho Tribunal. Si fue concebido para evitar que posibles inculpados tuvieran otra forma de eludir su responsabilidad aplicando un nuevo derecho al veto, no ha servido de mucho. La dura realidad es que su posible eficacia se ha visto muy mermada, En una palabra, que será muy difícil sentar a Putin en el banco de acusados.

Para justificar lo injustificable, la desinformación está jugando su papel en Ucrania. Rusia está dando la vuelta a la realidad –hay que reconocer que en eso son unos maestros- Para enmascarar la operación de invasión, se dirigió a la población rusa como si fuera el liberador del oprimido pueblo ucraniano sometido al genocidio por parte del gobierno de Kiev. Toda clase de videos trucados son divulgados por el potente aparato de propaganda del régimen. Han bastado los primeros análisis independientes para echar por tierra esos montajes.

Bombardear bloques de viviendas o simples viandantes sólo puede deberse a la maquiavélica intención de acrecentar el pánico y precipitar la rendición. La gota que ha colmado el vaso son las imágenes que llegan desde las ciudades de Bucha y Borodyanka, una vez abandonadas por las tropas rusas, con montones de cadáveres de civiles asesinados después de haber sido maltratados. Eso, desde luego, no es un montaje. La posibilidad de obtener imágenes por satélite ha demostrado que los cadáveres que se encuentran ahora ya aparecían cuando la ciudad estaba ocupada.

La esencia de la dictadura comunista de Putin descansa sobre la total intervención de la información que llega a los ciudadanos. Así, hay personas que creen estar asistiendo a una operación de rechazo de las “fuerzas nazis ucranianas” que pretenden invadir Rusia, porque esa es la única información que reciben. Los dirigentes que conocen la realidad nunca permitirán que llegue al pueblo

El pasado martes, el presidente de Ucrania se dirigió a nuestros parlamentarios para agradecer el apoyo que recibe desde España y animar a los pueblos democráticos a seguir estrechando el cerco al dictador Putin. La disertación, por varias veces repetida en distintos parlamentos no deja de estar cargada de razón. De cara a la galería, diversos representantes de nuestros partidos efectuaron declaraciones subrayando las peticiones del presidente Zelinski. Ya sabemos que, entre las artes que adornan la oratoria de algunos políticos, abunda la facilidad de pensar lo contrario de lo que se dice. Algunas de esas declaraciones encierran el cinismo de mostrar apoyo a un discurso que no mereció el sincero aplauso de una minoría, ni el respeto de ponerse en pie. Tampoco quiero ocultar que muchos de los que si ovacionaron lo hicieron, más que por imperativo legal, por cubrir las apariencias.

El hecho de tener un gobierno presidido por un individuo que no tiene definida su filiación política, acompañado por unos miembros que están más cerca de Putin que muchos de los paisanos de éste, puede justificar ese” desplante a lo Zapatero”. No debe olvidarse que la primera respuesta de Sánchez a la invitación que hizo el Parlamento Europeo a sus miembros para enviar armas a Ucrania fue negarse en redondo, sin necesidad de presionarle sus compañeros de viaje. Cuando vio el rechazo general que mereció su actitud, cambió rápidamente su decisión, olvidándose, otra vez, de las quejas –con la boca pequeña- de Podemos. Cuando se trata de asegurar los apoyos necesarios para continuar en La Moncloa, Sánchez se olvida de las ideologías políticas. A la hora de pisotear los usos democráticos, ya tiene poco que aprender de Putin. No puede esconder su prepotencia ni rebajarse a contar con la oposición. Al contrario, después de tomada una decisión de forma unilateral, chantajea a quien le niegue su apoyo, tildándole de falta de democracia y de no colaborar con quien sólo busca el bienestar de sus ciudadanos ¿No es esa la misma fórmula que emplea Putin con los suyos?

Acaba de recibir al líder de la oposición y, según declaraciones del mismo, la reunión ha sido” poco fructífera”. Como es de suponer, Feijóo no le habrá exigido que aplique todo su programa. Es lógico que discrepen en no pocas materias, pero no sería la primera vez que partidos de distinta ideología ceden en sus propósitos con el fin de solucionar situaciones muy comprometidas. Basta mirar a nuestro alrededor para ver varios ejemplos. La fórmula ya está inventada. Ante crisis económicas –supongo que ese capítulo no se trató es su tesis doctoral- hay que aplicar rápidamente medidas duras, pero eficaces. Con nuestra deuda, las negras previsiones de crecimiento, un desempleo superior al resto de miembros de la UE y la desbocada inflación todas las medidas deben dirigirse a mejorar esos indicadores. Es deber del Estado socorrer a quien carece de lo imprescindible para subsistir y nadie le criticará esa conducta. Lo que ya no está tan claro es repartir ayudas, más que a personas necesitadas, a colectivos de “ninis” intentando atraer su primer voto.

Con una crisis como la nuestra, todo lo que no sea aumentar nuestra producción será política equivocada. Ha llegado el momento de apretarnos TODOS el cinturón, empezando por el propio Gobierno. Alemania, miembro más importante de la UE, tiene 85 millones de habitantes y un gobierno que tiene asumidas todas las necesidades de un país moderno a base de quince ministerios. Aquí tenemos veintidós y no digamos secretarios de estado, subsecretarios, directores generales, asesores, etc. así hasta casi un millón de funcionarios –sólo del Estado-; si sumamos Autonomías y Administración Local casi llegamos a tres millones. Todos tienen una nómina, que cobran religiosamente, a veces por no hacer nada.

Sres. Del Gobierno, hay que disminuir el gasto, pero ¡Ya! Este tren de despilfarro no hay país que lo aguante. De hecho, nadie nos imita, y por eso van mejor que nosotros. ¡Aún no quieren reconocer que los equivocados somos nosotros? A este paso, la clase media desaparecerá en España. Cuando llegue ese momento ¿a quién podrá aumentar los impuestos este Gobierno? Sólo habrá millonarios, pobres e indigentes.

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