, 22 de diciembre de 2024
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Amor y Paz vuelve a encender los faroles para guiar a la procesión del Arrabal
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EL VIERNES DE DOLORES REALIZAN EL TRASLADO DEL CRISTO DE LA LIBERACIÓN

Amor y Paz vuelve a encender los faroles para guiar a la procesión del Arrabal

Actualizado 06/04/2022 08:11
Isabel Rodríguez

“Ganas y mucha ilusión” de volver a cruzar el Puente Romano con el Cristo del Amor y de la Paz, con guiño al medio siglo de la Hermandad en la procesión del Jueves Santo

“Ganas es poco y, sobre todo, mucha ilusión”, reconoce el Hermano Mayor de la Hermandad del Amor y la Paz, Manuel González, “porque cada uno de los hermanos y hermanas siempre tenemos en nuestro interior algo por lo que salir, y por eso también salimos con estas imágenes tan bellas que tenemos”. De hecho, como recuerda, a los dos años sin procesiones por la pandemia se suma que en 2019 la lluvia les obligó a dar la vuelta sin poder completar el recorrido. “Este año es algo más especial, y parece que hay ganas, así que espero que podamos salir”, añade.

El Santísimo Cristo del Amor y de la Paz volverá a cruzar el Puente Romano para subir por la cuesta de Tentenecio, una de las imágenes más emblemáticas de la Semana Santa de Salamanca. Las cruces y los faroles encendidos que portan los cofrades, de riguroso y monacal blanco, guían el camino de la conocida como procesión del Arrabal. La tarde del Jueves Santo las puertas de la iglesia del Arrabal se abren para dar paso a las imágenes escoltadas por la Cofradía del Cristo del Amor y de la Paz, en un recorrido que los llevará hasta la Catedral, donde tiene lugar el acto penitencial en el atrio, para proseguir por la Plaza de Anaya en dirección a la Rúa Mayor y Plaza del Corrillo.

Junto al Santísimo Cristo de la Paz (obra anónima del XVII) procesiona Nuestra Madre Nuestra Señora (obra del imaginero zamorano Hipólito Pérez Clavo, 1987), portada por las hermanas de la Cofradía.

Este es un año especial por partida doble para la Hermandad del Amor y de la Paz, ya que este año están celebrando los 50 años que cumplieron en 2021, pero que ante la situación todavía de pandemia no se pudo celebrar. “En cada uno de los actos estamos haciendo algo diferente”, y también la procesión del Jueves Santo van a hacer un guiño a su 50 aniversario, rescatando elementos procesionales que dejaron de sacarse pero que han formado parte de su historia.

Cristo de la Liberación

La Semana Santa arranca para la Cofradía del Cristo del Amor y de la Paz el Viernes de Dolores, con el traslado del Santísimo Cristo de la Liberación (Vicente Cid Pérez, 1988), desde la capilla del Cementerio de San Carlos Borromeo hasta la capilla del Colegio del Arzobispo Fonseca, desde donde saldrá poco después de la medianoche del Sábado Santo.

Historia

La Cofradía, fundada en 1971, toma su nombre del día de su procesión, Jueves Santo, día del amor fraterno, y son varios sus hitos más notables, como la inclusión de la mujer como hermano de pleno derecho en 1972, el procesionar a cara descubierta con hábito monacal para dar testimonio público de fe, así como la realización de notables obras sociales y culturales.

La estética de esta Hermandad, aunando una concepción moderna de la procesión de Semana Santa con elementos antiguos apenas utilizados o de ámbito rural, como las matracas, esquinas y tablas, hicieron único y especial el desfile procesional, a la que vez que discurría por las calles del barrio antiguo de la ciudad. En la madrugada del Sábado Santo de 1988 organizó por primera vez la procesión del Cristo de la Liberación.

Imágenes titulares

El Cristo del Amor y de la Paz presenta la particularidad de un perizoma en aspa, lo que permite admirar las caderas del crucificado. Es portado a hombros por más de 90 hermanos, siendo el paso más largo de la Semana Santa salmantina.

La imagen de María Nuestra Madre representa a la Madre del Señor con gesto de amargura, presintiendo el fatal desenlace. Viste de blanco, como símbolo de pureza, anuncio y alegría por la inminente Resurrección de Jesucristo.

El Santísimo Cristo de la Liberación es una imagen de gran realismo, una imagen de Cristo Yacente que presenta al Señor tumbado, con la cabeza inclinada hacia un lado y la mano derecha abierta en actitud de perdón a todos los hombres antes de su muerte.