"Volvamos a esos días felices en los que habia héroes" (Bette Davis)
Aún se deja ver por los mercadillos, amontonados entre muchos otros tebeos, también aparecen en las viejas librerías, y en las ferias que ofrecen antiguas revistas y viejas publicaciones. Pero para este comentarista, de entre todos ellos sobresalen las aventuras del “Capitán Trueno”, mi héroe. “No sé si ustedes lo recordaran: seguro que sí. El año 1956 se presentaba para los españoles más o menos como los diecisiete anteriores. Ya había pasado tiempo desde que la guerra civil había terminado, pero daba la sensación de que en este país siempre iba a ser posguerra. Los chavales crecíamos en la calle jugando con cosas elementales y palabras como “móvil”, radio-casete, Tv, o plasma, etc. Tan usuales hoy en día, tenían otro significado. No se respiraba racismo, al menos con la raza negra. Los veíamos en las películas ambientadas en África y dibujados en los botes de Cola-Cao o en los envoltorios y cromos. Incluso algunos críos les envidiaban, pues creían que su color se debía a que se pasaban el día atiborrándose de chocolate. No teníamos negros, ni chinos, ni árabes. no teníamos inmigrantes. Éramos nosotros los que teníamos que emigrar. Las niñas querían ser princesas y si alguna estaba excesivamente delgada, no era por moda, sino porque el miserable sueldo de su padre no daba para alimentar debidamente a la prole que tenía en casa. En el mes de junio de ese año 1956, apareció por primera vez en nuestras vidas "El Capitán Trueno”. - Servidor ya leía bien, incluso algún libro de aventuras que los Magos, dejaban en la ventana de casa, el catecismo y poco más-. En aquellos tiempos, dos de las mejores diversiones posibles eran los tebeos y los juegos en la calle.
Sería en los primeros meses de ese año cuando Editorial Bruguera encarga al guionista barcelonés, Víctor Mora, estudiar la creación de un personaje que pudiera convertirse en un gran éxito comercial. En aquel momento, esta editorial publicaba "El Cachorro" y quería algo que, al menos, pudiera parecérsele. Víctor Mora ha confesado muchas veces que de todos los mitos en que podía basarse para la creación de un nuevo héroe, el mito de la Tabla Redonda era el que más le podía inspirar. Aunque Editorial Valenciana llevaba años vendiendo muy bien un personaje medieval como "El Guerrero del Antifaz", tenía muy claro que su nuevo cuaderno de aventuras, salvo en la época en que se ambienta, no debería parecérsele en nada. Además, iba a nacer en el mismo momento en que las pantallas de los cines proyectaban con gran éxito de taquilla, films histórico-medievales como: "Los Caballeros del Rey Arturo", "El Príncipe Valiente", "Coraza Negra" o "Ivanhoe".
El primer cuaderno de "El Capitán Trueno" en formato apaisado (17 x 24), sale a la venta el mes de junio de 1956, al precio de 1,25 pesetas. Evidentemente para muchas familias, aún era un precio fuera del alcance de los niños de barrio, y había que ingeniárselas y ahorrar para juntar las 1,25 pts. El comienzo de sus aventuras se sitúa en el siglo XII, a las puertas de Jerusalén durante la Tercera Cruzada, presentando al nuevo héroe como jefe de un grupo de españoles que lucha junto a Ricardo Corazón de León. No obstante, la característica más importante de la serie será el continuo desplazamiento de los personajes protagonistas por todos los rincones del mundo, a los que llegaba rápidamente gracias al ingenio de un sabio de la época, amigo de Trueno (Mago Morgano) que, adelantándose notoriamente a su tiempo, había inventado un globo aerostático. En el primer cuaderno aparecerían ya su fiel escudero, Goliat, forzudo bonachón, y el joven Crispín, que avanzada la serie se descubrirá como hijo de un fallecido compañero de armas del Capitán. Muy pronto, en el tercer cuaderno, aparecería la otra gran protagonista de la serie, Sigrid. Ella fue la dama y eterna novia del Capitán Trueno. Hija de un rey vikingo.
Es imposible saber el número de lectores que pudo alcanzar en sus mejores momentos. Hay datos que hablan de 175.000 ejemplares vendidos, pero hay que tener en cuenta que en aquellos años cincuenta era habitual el intercambio de tebeos sobre todo en los Quioscos, que por entonces poblaban esta ciudad, incluso el alquiler, por lo que hay quien asegura que algún número de la serie pudo llegar a ser leído por más de un millón de personas.
La colección alcanzaría los 618 ejemplares y, Víctor Mora, que firmaba como Víctor Alcázar, sería su único guionista. En cuanto a los dibujantes, pasarían muchos, pero Ambrós fue el más importante de todos ellos con diferencia. Después, entre el lógico cansancio de Víctor Mora y la poca calidad de los sucesores de Ambrós, la serie degeneraría hasta un final que se prolongó demasiado. En resumidas cuentas, "El Capitán Trueno" generó grandes beneficios a sus editores, aunque, como suele ocurrir, no repercutieran en sus autores, porque además de esas series originales, se llegaron a hacer numerosas reediciones y se publicó en varios países. La publicidad también aprovechó la fama del personaje (recuérdense las tres aventuras del Capitán con el Paje Elgorriaga para la firma de su Chocolate. Se lanzaron también escudos adhesivos, hojas recortables y panoplias de espada y escudo, así como la recreación de figuritas de plástico con los principales personajes de la serie, sus barcos, animales, etc.
En cualquier caso, "El Capitán Trueno" permanecerá siempre en el recuerdo de los millares de jóvenes que pasaron emocionantes horas en su compañía”.
(Datos de Rafael Castillejo)
Fermín González, salamancartvaldia.es, blog taurinerías
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