En agosto de 2014 y posteriormente en abril de 2015 se publicaron 2 colaboraciones mías sobre el mismo tema que no era otro que el Campeonato de Mundo de Fútbol que el año 2022 se celebraría en Qatar. Pues tras 8 años llegó el momento y hoy mismo se ha celebrado el sorteo para de los grupos.
Yo sigo pensando que es una inmoralidad, claro que es sólo la opinión de un Ciudadano Cero, pero me alegró saber que no estoy sólo al escuchar esta mañana por la radio las declaraciones la presidenta de la federación noruega de fútbol[1], Lise Klaveness, que vistió la camiseta de la selección de su país en 73 partidos entre el año 2002 y 2011 y sabe de lo que habla, al decir, ante toda la asamblea en pleno en la que estaban presentes todos los presidentes de la federaciones participantes: "Este Mundial fue concedido en condiciones inaceptables y con consecuencias inaceptables”. ¿Qué que le respondieron? Pues que era una man educada y que aquel no era el foro para hablar de esos temas. ¿De que temas? Pues les reproduzco un breve resumen de la colaboración que se publicó hace ya 8 años con el título ‘No en mi nombre’…
Porque Qatar no es un país al uso, es una “propiedad privada” que pertenece a unas pocas familias que ostentan un poder absoluto. No tiene, ni firmados ni ratificados, prácticamente ninguno de los instrumentos internacionales sobre protección de Derechos Humanos, ni sobre derechos de la mujeres – que son “invisibles” social y políticamente -, ni de los niños, ni contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, ni sobre la protección de los derechos de los trabajadores emigrantes y de sus familiares, ni sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial. Es una ‘propiedad privada’ donde continúa vigente el sistema kafala, que permite a los jefes controlar los pasaportes y los visados de los obreros que trabajan allí y prohíbe cualquier asociación sindical.
Dadas las extremas temperaturas de los meses del verano en dicho territorio, las Federaciones Internacionales de Fútbol han aceptado – a cambio de ingentes cantidad de dinero – que el Campeonato de 2022 se celebre los meses de noviembre y diciembre, lo que no había sucedido nunca en la Historia.
Esto obliga a modificar de forma drástica los calendarios deportivos de todas las competiciones de futbol no sólo nacionales, también europeas e internacionales, pero parece que los petrodólares pueden más que la sensatez y la coherencia. ¿Dónde está ese juego limpio que tanto predican los dirigentes y los jugadores? ¿Qué quieren decirnos con esas campañas contra la violencia de género o con esa frase que figura en la página Web de la Asociación de Futbolistas Españoles y que dice: Protege nuestro deporte, se honesto? Ellos deberían ser los primeros en dar ejemplo, porque ser honestos es también ser justo y defender los derechos de los demás. Pero dicen que ese no es el foro adecuado ¿entonces cuál lo es?
Consentir esta situación sin hacer nada supone, no sólo aceptar por omisión la existencia de un régimen que claramente viola los más elementales valores democráticos y principios de justicia social, también es asumir que el dinero puede comprar cualquier derecho, cualquier logro social que tanto nos ha costado conseguir.
Según el señor Platiní, ex futbolista francés, celebrar el acontecimiento entre el 18 de noviembre y el 18 de diciembre es la única solución viable para proteger la salud y la seguridad de los jugadores ¿Y la salud y los derechos de los trabajadores y las mujeres que allí residen y trabajan? ¿Qué pasa con ellos?
No hay libertad sindical, no hay salario mínimo y no hay ningún sistema de control efectivo para garantizar el cumplimiento de las normas laborales. Ninguna de las leyes parece aplicarse a las trabajadoras del hogar. No se ha anunciado ninguna medida en respuesta al alarmante número de muertes y accidentes laborales que se registran entre la mano de obra migrante[2].
Presidente, Directivos, futbolistas y poderes públicos tiene una grave responsabilidad en todo esto, pero también los ciudadanos porque callar supone una vergonzosa colaboración y una indigna complicidad silenciosa con un régimen social y político, a todas luces impresentable.
Si las cosas no cambian, y no han cambiado, como dije entones digo ahora, no veré ni un solo minuto de ese mundial. Me sentiría mal aplaudiendo un evento construido sobre violaciones de derechos, desigualdad de género y sumisión al poder del dinero. Tampoco lo veré porque no me sentiré representado por nuestra selección de fútbol, porque no estarán allí en mi nombre. Y me reconfortaré recordando las palabras de mi siempre admirado Eduardo Galeano:
Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo. Amén.
[1] Aquí aún no hemos llegado a esos niveles, aunque recientemente se ha reconocido la profesionalidad al fútbol femenino. Y por primera vez en la historia de España una mujer, María José Rienda, está al frente del Consejo Superior de Deportes e Isabel Fernández preside el Comité Olímpico Español. Algo es algo
[2] http://www.ituc-csi.org/csi-la-kafala-esta-mas-viva-que?lang=es
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