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Subida de carburantes, colapso de suministros
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por el Comité Antinuclear y Ecologista de Salamanca

Subida de carburantes, colapso de suministros

Actualizado 24/03/2022 11:04
Redacción

La economía mundial ha sufrido un brutal proceso de globalización obedeciendo los dogmas de fe del neoliberalismo. Ello da lugar a que la mayor parte de los productos de consumo final que adquirimos ha recorrido miles de kilómetros desde que se produce hasta que se vende en mercado de minoristas. Como ejemplo una patata italiana recorre 3.900 km hasta llegar a la mesa en el Reino Unido, hay corderos cuyo proceso productivo y de distribución, troceado absurdamente por distintos países para exprimir al máximo la explotación de mano de obra, recorre hasta 6.000 km.

El actual paro patronal (que no huelga de trabajadores) del transporte, de transportistas, muchos de ellos atrapados, y arruinados, en la figura de falsos autónomos, ha puesto en evidencia la extrema vulnerabilidad en la que se basa nuestro sistema alimentario. Es habitual que consumidores de Salamanca compren leche una conocida marca de Granada o Galicia mientras en esas zonas consuman leche de otra señera marca de Castilla y León. Previamente ambas compañías se cuidaron mucho de comprar, para cerrar y eliminar competencia, empresas locales como la desaparecida LEDESA de Salamanca. Diariamente camiones de la otra punta del país se cruzan con leche que va en sentido contrario en cualquier área de servicio de nuestras autovías. Esta reflexión puede parecer “viejuna” pero la realidad es que países nada atrasados como Suiza promueven en sus supermercados la marca de cercanías y suelen incentivar la venta de leche del propio cantón para evitar insumos de energía.

La fijación de los precios, de los que se lucran especulando las grandes productoras y distribuidoras, se basa en una despiadada competencia, para compensar los sobrecostes de transportes absurdos, estrujando literalmente al agricultor o ganadero. Todo ello funciona en un delicado equilibrio de tal manera que cualquier distorsión en los costes puede provocar una crisis o la ruina de algún eslabón de la cadena. Generalmente el más débil.

Habiendo optado este país por un modelo tan absurdo e insostenible en los circuitos de producción y distribución, basado sobre todo en larguísimos rodeos y recorridos de los transportes de los productos, una desbocada escalada de los precios de los carburantes ha dejado las estanterías vacías y el fantasma de la escasez asoma a nuestras cómodas mentalidades de felices consumidores. Lo que viene a demostrar que nuestro sistema alimentario y productivo en general sufre una excesiva carbonización por adicción a los combustibles fósiles.

No será porque no haya habido científicos y ecologistas que lleven varias décadas advirtiendo que nos dirigimos hacia el colapso de la civilización industrial y a los desastres climáticos que ponen en peligro nuestra supervivencia como especie.

Nuestra sociedad, especialmente nuestro país, tiene que replantearse su actual modelo económico y reorientar el mercado priorizando, bien por concienciación y si no será por imposición de la cruda realidad, la compra de productos de proximidad evitando alimentos y otros bienes que recorran absurdamente miles de kilómetros. Tenemos nuestra tierra “vaciada”, tierras hasta no hace tanto cerealísticas abandonadas sin cultivar, pastos asilvestrados, y huertos abandonados, porque es más barato llenar los carros con fruta de Nueva Zelanda o de Sudáfrica, que del paisano de la sierra o de la Armuña. Quizá cuando los transportistas consigan trasladar a las tarifas de sus fletes el aumento de los carburantes, (la rebaja de impuestos sería neutralizada en la enésima escalada que vendrá), acaso entonces, empecemos a comprender que es más sostenible, ecológica, pero sobre todo económicamente, comprar productos que no hayan mareado tanto la perdiz a través de miles de kilómetros de nuestras carreteras. Quizá entonces alguien desde ministerios y consejerías de transportes y energía entiendan que es más barato llevar 100 contenedores con una máquina de Renfe que 100 camiones por las autovías. ¿Ideas viejunas? Al tiempo!.

Ángel Sánchez Corral, Comité Antinuclear y Ecologista de Salamanca