El acceso a ella es también un derecho humano; sin embargo, 2200 millones de personas carecen de este acceso. Casi un tercio de la población mundial carece de acceso al agua potable.
Autor: Jesús Piñuela. Activista por los derechos humanos.
La importancia para la vida del agua, unido a la cada vez mayor escasez de la misma como consecuencia del cambio climático y su contaminación derivada de los usos industriales y agrícolas, llevó a la Asamblea General de Naciones Unidas a reconocer el Derecho al Agua en el año 2010. Dicho reconocimiento suponía la obligación de los Estados y de la Instituciones internacionales de adoptar medidas para que todos los ciudadanos tuvieran acceso a los recursos hídricos. La gravedad de la situación climática por la que atraviesa el planeta llevó a la firma del Acuerdo de París en 2015, en el COP21, produciéndose el impulso para el establecimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el año 2030. El Objetivo 6, relativo agua limpia y saneamiento, establece la necesidad de garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y saneamiento para todos. La realidad actual es que millones de personas en todo el mundo viven sin servicios de agua potable, saneamiento ni de higiene gestionados de manera segura. La COVID-19 evidenció, aún más, la necesidad de un acceso universal a estos servicios para combatir la pandemia y promover una recuperación saludable, ecológica y sostenible. Entre los años 2015 y 2020, la proporción de la población mundial que utilizaba servicios de agua potable gestionados de manera segura aumentó del 70,2% al 74,3%, siendo el mayor número de personas que obtuvo acceso en Asia central y meridional. A pesar de estos avances, otros 2.000 millones de personas continuaban sin acceso a agua potable gestionada de manera segura en el año 2020 En relación al saneamiento, 3.600 millones de personas continuaban sin saneamiento gestionado de manera segura en 2020.
Los datos de los últimos cinco años también son favorables en lo que se refiere al acceso a la higiene básica, no obstante, al comienzo de la pandemia del Covid-19, aproximadamente 2.300 millones de personas en todo el mundo (uno de cada tres) todavía no contaban con una instalación básica para lavarse las manos con agua y jabón en sus hogares.
El acceso universal a los servicios de agua, saneamiento e higiene se extiende mucho más allá del uso doméstico. A nivel mundial, solo dos de cada tres escuelas contaban con servicios básicos de higiene en 2019. Esto significa que al comienzo de la pandemia de Covid-19, unos 818 millones de niños carecían de instalaciones básicas para lavarse las manos en sus escuelas. En los países menos adelantados, solo uno de cada dos centros de salud contaba con servicios básicos de agua, dos de cada cinco con servicios básicos de saneamiento y tres de cada cuatro con servicios básicos de higiene en el año 2019.
Los problemas de escasez de agua afectan a todos los continentes; además, debido a la alta densidad de población de las ciudades y el aumento de la urbanización, el suministro de agua urbana es particularmente vulnerable. Se estima que, a causa del cambio climático, para el año 2050 alrededor de 685 millones de personas viviendo en más de 570 ciudades, sufrirán una disminución adicional en la disponibilidad de agua dulce de por lo menos 10%. Algunas ciudades, como Ammán, Ciudad del Cabo y Melbourne, pueden experimentar declives en la disponibilidad del agua dulce de entre 30 a 49%, mientras que Santiago de Chile puede ver una disminución por encima del 50%. El calentamiento global exacerbará aún más esta tendencia, ya que la demanda de agua tiende a aumentar con la temperatura. Esto ejercerá una presión significativa sobre las autoridades para mantener el equilibrio entre la demanda y el suministro de agua. Es probable que el impacto social y las consecuencias sean graves. La escasez de agua, exacerbada por el cambio climático, podría costarles a algunas regiones hasta un 6% de su producto bruto interno bruto mientras se dispara la migración y se activan conflictos. Ante este panorama, el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres estima imprescindible que los gobiernos, las ciudades, las empresas y las industrias se comprometan a garantizar que la recuperación reduzca las emisiones de carbono, conserve los recursos naturales, cree mejores puestos de trabajo, promueva la igualdad de género y aborde la creciente pobreza y las desigualdades.
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