Mujer, guerra y sentimientos

Se ha avanzado mucho en el feminismo, pero aún queda camino por hacer. El pasado martes día 8 fue el Día Internacional de la Mujer. Cabe celebrar que la efeméride se va consolidando, cada vez con más fuerza, en su objetivo de promover y reivindicar la igualdad de género. Vaya por delante, mi reconocimiento a todas las mujeres, por su consideración como ser humano y por su aportación, silenciosa en la mayoría de los casos, a la construcción humana, social e histórica.

Defender los derechos de las mujeres, desde que son niñas, es un factor de vital importancia para el bienestar social y el progreso global. El compromiso que todos debemos asumir por alcanzar la igualdad de género es clave para la sostenibilidad global, la recuperación económica, la equidad, la construcción de sociedades más inclusivas, prósperas y justas.

La mayoría de los países están en el camino para lograr la igualdad de género, pero pocos parece que llegarán a alcanzar en 2030 el Objetivo 5. Igualdad de género, de la Declaración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), a pesar de ser uno de los compromisos adquiridos. Todo lo contrario, la emergencia sanitaria producida por el coronavirus, está suponiendo un retroceso en los avances que se habían dado en la promoción de los derechos de las mujeres y niñas.

Mención especial requiere la situación de la guerra en Ucrania y el cómo esta le afecta a la mujer, que se debate entre el combate y la huida, asumiendo en solitario la responsabilidad de la familia y los niños. Las mujeres ucranianas no se sienten seguras, ni en casa ni en la calle. En el Día Internacional de la Mujer del 2022 no han podido luchar por sus derechos, sino que han tenido que luchar al lado de los hombres, unidos por la defensa de su país, por su dignidad y por la justicia. No han podido reivindicar nada relacionado con la dignidad de género. La guerra les ha obligado a mantenerse protegidas de los proyectiles en los sótanos y refugios, llorando la amarga situación, las desgracias, los muertos y la destrucción de todo aquello que con su esfuerzo habían logrado.

Ante el feroz ataque e invasión hecho por Rusia, Ucrania declaró el estado de excepción y la Ley Marcial del 24 de febrero dictaminaba que los hombres ucranianos de entre 18 y 60 años no pueden salir del país, han de quedarse y combatir. A las mujeres ucranianas no les queda otra opción que quedarse y combatir o exiliarse en solitario, sin los hombres. Es por ello que el 75% del éxodo ucraniano que se está dando son mujeres. Más de 1.650.000 mujeres ucranianas se han exiliado, en los últimos días, a países vecinos o más alejados de Europa, solas, con los niños pequeños en el regazo o tomados de la mano. Por supuesto, muchas mujeres también se han quedado combatiendo, lo mismo que los hombres.

De un día para otro, las mujeres ucranianas se han convertido en el único cabeza de familia en tierra extraña, responsables de sí y de los niños. Los jóvenes y los padres se quedaron luchando, dando la vida frente al invasor. Se encuentran aisladas, desconcertadas, perdidas, solas, desconectadas de su familia y de su país, viviendo la tragedia del exilio. Con el drama psicológico y sentimiento de haber dejado a su pareja, hijos adultos, padres y amigos a los pies de un potente ejército invasor que, como un monstruo, avanza y destruye.

Por otra parte, más allá de esta lamentable situación, hay que tener en cuenta que, aunque la invasión a Ucrania comenzó el 24 de febrero de 2022, la guerra entre Rusia y Ucrania se inició hace ocho años, cuando en 2014 Putin se anexionó Crimea. Amnistía Internacional (AI) publicó, en noviembre de 2020, un informe sobre la violencia de género y sexual que sufrían las mujeres en el Este de Ucrania, desde aquella anexión, tanto por parte de las fuerzas militares como por parte de sus parejas, en público y en privado.

El citado informe de AI aportaba datos tan significativos como que “En 2018, hubo un aumento del 76% en los casos notificados (de violencia contra la mujer) en la región de Donetsk y un aumento del 158% en la región de Luhansk, en comparación con el promedio de los tres años anteriores”, señalando que “un porcentaje significativo de las mujeres identificadas como afectadas por el conflicto establecen la conexión entre el conflicto y la violencia que han experimentado”. Otra investigación realizada en 2019 por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) mostró que, las mujeres cuya pareja estaba o había estado combatiendo en conflictos armados, tenían más riesgo de sufrir violencia psicológica, física y sexual a mano de sus parejas: un 79% de mujeres con parejas combatientes, frente a un 58% de mujeres con parejas no combatientes.

La relación entre masculinidad, violencia y conflicto armado es directa. El frente de la guerra genera tal cantidad de frustraciones, adiciones, desesperanzas y convivencias con la violencia que esta se banaliza, se relativiza y, cuando el varón vuelve a casa, la víctima de la violencia es la mujer. Hay que tener en cuenta que, en contextos de guerra, todo cambia, desaparecen las redes de protección, el ambiente se crispa, aparece el dolor, la muerte se ve cercana, la ayuda humanitaria escasea y, también los hombres, sufren la violencia. Es que la guerra es eso, un desastre, una calamidad, el fracaso. Que la guerra no nos haga olvidar la igualdad de género y el respeto a todo ser humano.

Escuchemos y cantemos con Miguel Ríos el "Himno a la alegría"

https://www.youtube.com/watch?v=ciHdehzpomM

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© Francisco Aguadero Fernández, 11 de marzo de 2022