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Agradecimiento a la Junta de Castilla y León, San Martín revive
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Agradecimiento a la Junta de Castilla y León, San Martín revive

Actualizado 09/03/2022 10:40
Antonio Matilla

Tengo un poco de pudor en escribir sobre un tema alegre cuando toda Europa occidental y todos los países democráticos estamos en guerra en Ucrania. Pero pienso que lo mejor que puedo hacer, aparte de rezar por la paz, ayudar a los ucranianos víctimas de la invasión y apoyar a las instituciones democráticas que nos protegen, lo mejor que puedo hacer es ejercer mis tareas como ciudadano, como cristiano y como sacerdote párroco, con la máxima dedicación y responsabilidad. Todos somos responsables de crear y mantener una Europa unida en torno a los valores democráticos que nos hemos dado desde los Tratados de Roma firmados en 1957 –precedidos unos años antes por el tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero- hasta ahora. Cierto es que el Reino de España se unió después, el 1 de Enero de 1986, pero somos miembros de pleno derecho de la Unión.

La unión de Europa viene de muy lejos. Durante milenios lo que nos unió fue la guerra. Pero la última de ellas, terminada en 1945, fue la inundación que colmó y arrastró el vaso y, una vez calmadas las aguas, dio lugar a nuestra actual Unión Europea.

Yendo al tema del titular, la iglesia de San Martín de Tours, San Martín del Mercado o de la Plaza, siempre ha sido una iglesia abierta, empezando por su patrono, un joven veterano soldado romano de 20 años, nacido en una aldea de la actual Hungría. Converso al Cristianismo por la vía de los hechos –la mitad de la capa militar que regaló al pobre aterido de frio con el que se encontró en la noche gélida de Amiens (Francia)- y cuyo rostro adivinó en el de Jesucristo, que se le apareció en sueños aquella noche. Esto de los sueños tiene varias interpretaciones: o bien es un exceso de imaginación, un “cuento”, vaya; o bien es expresión de lo más granado de nuestro inconsciente que, a fin de cuentas, es lo que nos mueve y que todos los sabios han intentado “interpretar”, incluido Sigmund Freud, que por ateo no entendía nada de ellos, pero por judío debía de saber bastante.

La apertura de San Martín se ve también en la decisión de su fundación por parte del líder de los toreses, que tuvo la intuición de levantarla en lo más alto de la Plaza central de la ciudad –cinco veces más grande que la actual- derramada hacia el Norte, en torno a la cual fue creciendo la vida de la Salamanca nueva, centrando su pluralidad en torno al templo entonces románico, aunque con apuntes protogóticos.

Andando el tiempo, el templo se abrió a la nueva clase social en auge, la burguesía, encarnada por los dueños del Inditex salmantino de la época (finales del siglo XVII), D. Juan Muñoz y Dª María Cruz Guerra, empresarios comerciantes del textil de alto standing.

Dando un gran salto en el tiempo, el templo de San Martín acoge un reloj de torre cuya maquinaria, de la segunda mitad del siglo XIX, sigue funcionando, al parecer la más antigua en funcionamiento de la provincia. Igualmente pueden admirarse en sus muros las catorce estaciones del Vía Crucis de hierro forjado, bella muestra de la industria del hierro, tan pujante a principios del siglo XX en Salamanca.

El templo ha dado acogida durante siglos a la Cofradía del Santísimo, tan importante en la historia de la ciudad, pero que está a punto de desaparecer tal vez por la mala fama que tuvo de ser la Cofradía “de los ricos”, en un siglo tan convulso como el XX, en el que todo el mundo quería ser rico, pero nadie deseaba reconocerlo.

San Martín es una iglesia viva, bien que actualmente envejecida en sus piedras y en sus feligreses, como pasa en todos los centros de las ciudades. Pero sigue abierta en todos los sentidos: además de a los feligreses residentes en ella, acoge a la comunidad de peruanos que viven en Salamanca y alrededores, Los hijos y nietos y amigos de los valientes pilotos militares de la base aérea de Matacán, que sufragaron el altar de la Virgen del Loreto, tal vez porque vivían en su propia piel el título de aquella película “Aquellos chalados en sus locos cacharros” (1965), del británico Ken Annakin, siguen viniendo a rezar ante “el altar de Aviación”.

Es un templo vivo también por la cantidad enorme de humildes visitantes de la vecina Portugal que, sin ruido, a su estilo, tan distinto del español, vienen a orar un ratito y encender una vela ante la imagen de la Virgen de Fátima. Dentro de San Martín se suceden los grupos de oración, las charlas y conferencias de formación cristiana, la oración de Laudes en Cuaresma, los retiros espirituales y los conciertos de música sacra. Cada mañana siguen entrando a rezar 38 personas y varias docenas acuden a misa cada día de la semana, a las 10 de la mañana. Perdido un poco el miedo a la Covid-19, hemos recuperado el culto Minerva (Adoración del Santísimo) los terceros domingos de mes y grupos de peregrinos extranjeros anuncian ya su llegada a partir de la primavera para celebrar la Eucaristía en inglés, portugués, coreano, vietnamita, polaco,…

La iglesia de San Martín fue declarada monumento nacional en 1931, ya en tiempo de la República. Ahora, además, es BIC (Bien de Interés Cultural). Pero la historia del templo está llena de tribulaciones y dificultades: falta de consistencia en el terreno, errores de los maestros constructores, derrumbes, obras de restauración poco respetuosas, incendios y, sobre todo durante el siglo XIX, falta de fondos para hacer un mantenimiento decente, lo que seguramente llevó a los párrocos a dar permisos para construir alrededor a cambio de donativos para el mantenimiento, convirtiendo así a San Martín en una iglesia “rodeada por la ciudad”, en sentido físico literal, que tanto la caracterizan desde el punto de vita paisajístico.

Esta historia tan convulsa ha traído consigo la necesidad de una urgente consolidación y restauración. Después de muchos lustros de trabajo de la comunidad parroquial en la época de D. José Andrés Mato, apoyado en todo momento por el arquitecto D. José Elías, es de agradecer que la Junta de Castilla y León, superando dificultades técnicas del dañado edificio y, sobre todo, embridadas un poco las crisis económicas del 2008 y esperemos que la actual, ha podido invertir una buena cantidad de dinero en la consolidación, culminada el año pasado, y en la limpieza y restauración y embellecimiento del interior, intervenciones que esperemos se puedan iniciar en el presente año, antes de que otra crisis económica nos arrolle.

Llegados a este punto, como co-párroco de San Martín debo desmentir una opinión, mejor diría un rumor, que está corriendo sin fundamento entre un grupo de feligreses. Dicen estos rumores que es verdad que se va a emprender la restauración y que para ello será necesario cerrar el templo durante un tiempo para poder trabajar sin estorbos. Hasta ahora tiene lógica, pero el rumor insiste, y en esto está equivocado, en que el templo ya no se abrirá al culto y, cuando se abra, se convertirá en museo. Esa no es la intención de la comunidad parroquial, ni de la diócesis, ni de la Junta de Castilla y León. Pero ya sabemos que los rumores son difíciles de desmentir, ni siquiera cuando se puede demostrar que son falsos. Al respecto recuerdo una discusión con una feligresa que aseguraba que la iglesia estaba cerrada. Y, entonces, le pregunté, si está cerrada ¿cómo es que ha podido Vd. entrar? También me tocó desmentir hace 6 ó 7 años otro rumor; según él, yo había fallecido. El proceso del rumor fue: D. Antonio tiene cáncer, el cura está grave, el párroco está en las últimas, D. Antonio ha muerto. Difícil de desmentir. No permitas que la dura realidad (está vivo) te estropee una noticia emocionante (ha muerto).

Antonio Matilla, co-párroco de San Martín de Tours, en Salamanca

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