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Belleza positiva
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Belleza positiva

Actualizado 28/02/2022 09:12
Maeva Peraza

La representación del cuerpo femenino viene a ser una de las expresiones artísticas más antiguas, ligada a prácticas rituales y al desarrollo del biopsicosocial humano. La Venus de Willendorf inauguró una tradición de más de 25 000 años que continua indetenible hasta nuestros días. Pero la forma de retratar a la mujer ha experimentado cambios notables con el avance de los siglos, pues la tendencia en el arte antiguo pasaba por la voluptuosidad y exageración de las proporciones siguiendo códigos que ligaban el ideal de belleza a la reproducción sexual, la fecundidad y el estatus social. Ese concepto se mantuvo en el arte clásico, donde la expresión del cuerpo se sublimó con el estudio de la anatomía y la observación del natural, hecho que se hace ostensible en las venus grecorromanas. También el antropocentrismo renacentista acompañó el gusto por retratar cuerpos bien formados de la mano de grandes maestros como Leonardo da Vinci, Rafael o Miguel Ángel. De igual forma, ese interés por las formas ampulosas hizo eco en el arte barroco con obras tan icónicas como “Las tres Gracias” de Rubens, quien a partir de una reformulación del tema mitológico abordó el desnudo femenino cargado de sensualidad; las carnaciones de sus cuerpos exuberantes son las verdaderas protagonistas de la obra.

El físico femenino, y el cambio de modas y modos en su retrato, también formó parte de las preocupaciones estéticas de las vanguardias llegando hasta la contemporaneidad, de manera que la evolución en la representación corporal forma parte de una operatoria que evidencia una transformación en el pensamiento y los ideales de belleza. En este sentido destaca la presencia de un artista que dota a sus piezas de una iconografía inconfundible a nivel global: Fernando Botero (Colombia, 1932). Su obra se distingue por una volumetría exaltada de los cuerpos, impregnándolos de fuerza y expresividad, al tiempo que se aleja de representaciones anatómicas convencionales y les imprime a sus trabajos un sello tan distintivo que ha generado un fenómeno conocido como Boterismo.

Heredera de la impronta del escultor colombiano se encuentra la obra de Xu Hongfei (China, 1963), quien incluso es conocido con el sobrenombre de “Botero chino”. Sus piezas, que pretenden crear un intercambio lúdico con el receptor, vienen al formar parte de un periplo que comenzó en Salamanca en el 2019, volviendo a inicios de cada año con una serie de esculturas ubicadas en diferentes parques, galerías y plazas de interés. De hecho su obra “Bailando de felicidad en España” fue realizada especialmente para la capital charra y se encuentra ubicada de forma permanente en el parque de la Alamedilla. La serie “Chubby Women”, que se traduce como Mujer gordita, simboliza un culto a la sobredimensión de los cuerpos; el artista cantones explora en sus piezas las formas voluminosas para generar mayor movimiento e impacto visual. Sus trabajos representan a mujeres hermosas, sensuales y osadas que desafían la gravedad con sus posturas en alarde técnico del escultor, quien ha empleado en su producción materiales como madera, bronce y mármol.

La obra de Hongfei resulta especialmente circunstancial por el auge e impacto social que han experimentado en los últimos años movimientos como el Body positive, encaminado al empoderamiento de las personas con sobrepeso, pero también a la aceptación física, independientemente de la raza, discapacidad o aspecto. El artista entiende que la belleza forma parte de un constructo social que nos condiciona y limita, es por ello que sus figuras bailan, retozan y nos invitan a participar de su desenfado. Sus esculturas, que a nadie dejan indiferente, se advierten como una suerte de rara avis en el espacio citadino; esa particular “atención” también las convierte en intervenciones públicas.

El cuerpo significa una jerarquía de poder y un discurso identitario, pero también es un medio para contar una historia personal y colectiva. Las piezas de Xu Hongfei nos invitan implícitamente, desde su comicidad y aparente ingenuidad, a celebrar la vida en todas sus formas; a entender el cuerpo como el espacio por excelencia para la libertad.

Fotografías: Martín Cilleros

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