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Enfermos políticamente incorrectos
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Enfermos políticamente incorrectos

Actualizado 21/02/2022 07:36
Tomás González Blázquez

No se la quitan de la boca. En cualquier discurso o pancarta le encuentran acomodo. Sin ellos no existiría. Sin ella nada es aceptable. Sin embargo, en la enfermedad, que sobre todos los cuerpos se manifiesta, que a todas las mentes aflige, que hiere a todas las almas, que todo lo iguala, ya no enarbolamos la igualdad y dejamos que la desigualdad campe a sus anchas. Una desigualdad hipócrita, injusta, clamorosa, socialmente ensalzada y legalmente protegida.

Este mes de febrero van de la mano, el 14 y el 15, el día internacional de las cardiopatías congénitas y el del cáncer infantil. ¡Qué bueno ha sido celebrar de alguna manera esas jornadas con mis hijos! No se festeja la enfermedad, sino la lucha admirable de los que la padecen, el esfuerzo de los sanitarios que acompañan, el coraje de las familias que resisten, el talento tan poco reconocido y tan mal financiado en España de los investigadores que se afanan en su trabajo. En el caso de los “corazones guerreros” hubo magia y danza en la Plaza de la Concordia, mientras decenas de rojos latidos se levantaron hasta el cielo para que nos acordáramos de las personas que hay detrás de la persistencia del ductus arterioso, la transposición de los grandes vasos, la tetralogía de Fallot… Por otro lado, como una forma de unirnos a esos niños pelones que pelean como jabatos en las plantas de Oncología, en el colegio se nos invitó un año más a llevar un peinado alocado, así que “el día del pelo loco” volvió a depararnos imágenes divertidas.

Nadie se incomoda, sino todo lo contrario, por traer a colación esas causas tan asumibles. ¡Pero ay de quien se acuerda de algún enfermo fuera del consenso! De hecho hay unos, con un síndrome muy concreto, el de Down, a los que, por consenso, se les puede matar antes de nacer. Y, de hecho, en su inmensa mayoría, se les mata. ¿A que nadie suelta globos ni se tiñe el pelo para denunciar esta masacre? Aunque desasosiega, estremece, rompe por dentro, hay que leer el testimonio de Javier, médico residente de Pediatría, publicado en Alfa y Omega: Esa pequeña criatura que acabó entre desechos.

De los que han vivido unas pocas semanas y no se les ha dejado nacer a los que van a morir, ¡como todos!, y no se les permite vivir con dignidad. La falsa dialéctica de la muerte digna ha llegado hasta el extremo de poner todos los resortes de esos creadores de opinión con gatillo fácil contra un simple enfermo de ELA, Jordi Sabaté, al que de vez en cuando se le afea su justa reivindicación de ser ayudado a vivir dignamente con su terrible enfermedad. Hay quien, en su profunda e ignorante ceguera fanática, lo llega a ver como un ariete del fascismo (cómo abusan de esa palabra), simplemente porque unos partidos políticos determinados le respaldan y defienden iniciativas en ese sentido, justamente los adversarios de aquellos otros que se han apresurado a aprobar una ley de eutanasia y asistencia al suicidio cuando en España miles de enfermos en situación de enfermedad terminal o incurable, o muy incapacitante, no tienen a su disposición los recursos que necesitan. Los que trabajamos como médicos en la Atención Primaria lo sabemos perfectamente, no hace falta que ningún político o comunicador nos venga a explicar la triste limitación que sufren nuestros pacientes y que no logramos paliar. Las veces que terminan en el hospital porque no es posible que permanezcan en su casa como sería su deseo. Las ocasiones en que no se les llega a proporcionar todos los cuidados que merecen. Lo vemos con nuestros propios ojos, como Javier vio con los suyos toda la verdad de una vida tirada al cubo de los desechos orgánicos, donde imperan la muerte y la mentira que algunos, muchos, todavía confunden con progreso y libertad.

No. No todos los enfermos son iguales. Los políticamente incorrectos están silenciados, escondidos, cancelados. Difícilmente obtendrán un “me gusta” sus causas incómodas, aunque espero que ese mirar para otro lado, según volvemos los ojos, nos escarbe bien dentro y nos arañe el corazón guerrero que llevamos en el pecho, ese amor por la verdad y por la vida que nos aloca el pelo, hasta lograr un día, por fin, leyes justas que suelten de las garras de la muerte a tantos niños por nacer y que acompañen en el vivir y en el morir a tantos enfermos que ahora no estamos cuidando.

En la imagen, suelta de globos en el día internacional de las cardiopatías congénitas (Plaza de la Concordia, Salamanca. 14 de febrero de 2022)

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